Acoso laboral en IKEA de Sevilla

Entrevista realizada por Pilar Carvajal Soria, miembro de ABP


Entrevista realizada por Pilar Carvajal Soria a Virginia, extrabajadora de IKEA. Sevilla, marzo de 2013

Virginia entra a trabajar en IKEA en 2006. Lo que en un principio parecía que iba a ser el trabajo perfecto se termina convirtiendo en una auténtica pesadilla para ella.

Virginia ya tenía un trabajo muy bien remunerado como formadora, pero le requería mucho tiempo, tiempo que no podía dedicar a la hija que ya tenía en esos momentos. Se enteró de un puesto en IKEA de jornada parcial, 25 horas a la semana. Se presentó a una entrevista para un puesto como “Editora Web” en la tienda que la empresa tiene en Sevilla. Le dijeron que inicialmente, y de manera provisional, tenía que encargarse también de las labores de PTAG, el departamento que lleva todo el etiquetaje de IKEA y el inventariado. Ella dice que no hay problema y acepta. Su trabajo consistía en tareas de marketing: actualizar la página Web, las campañas publicitarias y las labores de etiquetaje y cartelería de la tienda física. En su departamento sólo estaba ella; su jefe era el de la sección de actividades, el cual no sabía ni de páginas webs ni de marketing y por tanto delegó totalmente en ella. Inmediatamente se vuelca en el trabajo, incluso proponiendo ideas de marketing novedosas que más tarde se implantaron en el resto de las tiendas en España, como los seminarios y talleres.

En diciembre de 2007 le hacen un contrato indefinido y al poco tiempo IKEA Sevilla decide contratar a una jefa de marketing, Almudena, familiar de la directora de la tienda. Virginia se alegra porque tenía mucho trabajo y estaba sola. No se imaginaba que acababan de empezar sus problemas laborales.

El enfrentamiento con su jefa da lugar a un acoso laboral continuo hacia su persona por parte de ésta y de una compañera de trabajo -el cual es muy difícil de demostrar legalmente-. Este acoso derivó en un severo cuadro depresivo. Tras un “error” de la Inspección de Trabajo, que le da el altaa pesar de que el médico de cabeceray el psicólogo de la mutua FREMAPcontinuaban tratándola, se produce eldespido. Virginia denunció todos los hechos; el juez declaró nula la decisión de la Inspección de Trabajo y también nulo el despido, condenando a IKEA Sevilla a la readmisión de Virginia y al pago de los salarios de tramitación. Hechos que,cinco meses después, IKEA no ha cumplido a pesar de ser Sentencia Firme por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.(La fecha de la Vista en los juzgados por readmisión indebida e incumplimiento de la condena es el próximo 15 de Mayo)

Primer enfrentamiento con su jefa.

Virginia llevaba ya un año trabajando en IKEA y sabía bien el funcionamiento de las campañas. El primer enfrentamiento se produjo porque su jefa no quiso escucharla. Virginia ya tenía preparada la campaña de navidad, pero su jefa, desoyéndola, no quiso presentarla en los plazos establecidos. Cuando la directora de la tienda pidió explicaciones culpó a Virginia de que aún no estuviese en marcha.

Tras esto se produjo otro enfrentamiento similar y su jefa la amenazó con el despido:

“‘Una más como esa y te pongo de patitas en la calle’. Que a ella no le volvían a sacar los colores. Le dije: ‘pero si el problema no es mío, es tuyo’. Hasta que entró me las apañaba yo más o menos bien para poder sacar el trabajo. Y salía, el problema para ella era que mi trabajo salía. La cosa más o menos se calmó porque pasó tres kilos de mí. Se encargó ella del IKEA Family y me tiré dos meses sin verla.”

Con su embarazo comienza el acoso.

A los meses Virginia se queda embarazada de su segunda hija y ahí empezó su pesadilla:

“Si yo ya tenía problemas con ella, ya… Pues al quinto mes de embarazo, por normativa de IKEA, por convenio, me tienen que dar la prebaja maternal en la cual IKEA paga. Yo en mi puesto, como editora Web, no tenía riesgo, yo estaba sentadita en una mesa, pero es que yo tenía mi puesto de PTAGen el cual yo tenía que llevar palés de más de 900 kilos y subir la mercancíamediante escaleras metálicas a unas estanterías de almacenaje. Lógicamente embarazada no puedo hacer eso. Pues hasta el séptimo de embarazo estaba yo en IKEA subiendo y bajando escaleras y llevando palés.Según palabras textuales de la jefa: ‘Por sus santos ovarios la niña la tenía yo en IKEA’, si no, que no la hubiese tenido. Ahí empezó mi pesadilla. Tuve que ponerme en contacto con Madrid para decir que se aproximaba mi quinto mes de embarazo. Ya me habían comunicado los sindicatos que no debíaestar porque era un riesgo. Yo veo que es un riesgo porque llevo una niña dentro y estoy llevando un palé de más de 900 kilos, subir las mercancías, ordenarlas. Las cajas de las guías de compra las tenía que subir yo por una escalera, la metálica de toda la vida, con mi cajita para arriba y con la barriguita también para arriba. Llamo yo a Madrid, consigo localizar al médico que está en la central de Madrid. Viene a Sevilla y me ve, y me dice: ‘Tú te tenías que haber ido ya, te doy una semana, si en una semana tú no te has ido me firmas el papel que si te pasa algo es bajo tu responsabilidad.’”

Finalmente su jefa busca a una compañera de ventas para que la sustituya en sus labores de marketing mientras esté de baja maternal. Esta compañera no tenía ni formación ni experiencia para desempeñar su puesto de trabajo, por lo que Virginia tiene que formarla e incluso ayudarla desde casa estando de baja.

Tuvo la niña en febrero de 2010 y en octubre se incorpora de la baja maternal –acumuló baja, vacaciones, compensación de horas extras y lactancia-. Al incorporarse se encontró con una sorpresa: la compañera que la sustituyó se queda en el departamento de marketing y empieza a tener un comportamiento hostil hacia ella.

“El primer día de trabajo me quedo de pie desde las nueve hasta las dos de la tarde en la puerta de mi despacho, delante de mi ordenador sin hacer absolutamente nada. Y esta me lo dijo: ‘Si no te gusta tu nuevo puesto, vete, mi puesto ahora es este’. Al día siguiente la misma tónica.”

Virginia decide llevar un diario. En él se evidencia el acoso de jefa y compañera.

La compañera no la pone al día, le entorpece el trabajo, le da órdenes y la desacredita delante del personal: “Hoy de ayuda nula, y no me deja hacer nada.”“La ayuda que supuestamente me iba a dar Marta durante dos semanas no ha llegado, ni creo que llegue… con la actitud que tiene conmigo y con los que se acercan a mí.”Hoy me han dejado muy claro que soy la segunda de la Web y no la responsable como venía siendo hasta ahora.” (diario de Virginia)

Le quita las contraseñas del ordenador y del correo cuando puede, contraseñas que Virginia vuelve a restablecer una y otra vez, y le lee el correo electrónico del trabajo dirigido personalmente a ella: “Marta se queda con mi ordenador y mi usuario y contraseña.” “Marta  leyó ayer mi correo, y encima me ha dejado la nota informándome de ello (nota guardada). El correo lo ha borrado, de manera que me tengo que fiar de lo que ella dice. Vuelvo a cambiar la contraseña del correo electrónico.”“Marta ha llegado antes de tiempo y se ha quedado otra vez con mi usuario y contraseña del ordenador y del correo electrónicopor orden expresa de Almudena.”“Almudena me pide que le dé a Marta las contraseñas y que no las vuelva a cambiar…”“Me encuentro hoy con mi usuario de correo electrónico bloqueado y/o cambiado. Según Marta ella no ha entrado en toda la semana, pero hay correos enviados por ella el martes, por tanto no es cierto nada de lo que dice.  (Diario)

Solicitó tener una reunión con la jefa para aclarar la situación. La jefa le dijo que la editora web y la responsable de material de PTAG es la otra chica:Le dije: “Si sobro me despides, pero no me hagas esto”. Y me dice: “Yo no te voy a despedir, si te quieres ir, vete, de hecho ahí tienes la puerta.”

No le daba trabajo, no le dejaba ni siquiera ir a ayudar a los compañeros en otras secciones. En una ocasión que estaba ayudando en tienda su jefa fue a buscarla y le gritó delante de compañeros y clientes.

Llamadas a casa a las tres de la mañana: vete, puta, vete.

“Toda la presión de todos los días más las llamadas que yo recibía a las tres de la madrugada en mi casa. Cosa que no pude demostrar en el juicio porque fue durante un mes nada más, no se puede pedir tampoco una orden judicial para registrar esas llamadas. Las llamadas me la hacían… si no era Marta, era Almudena: “Vete, puta, vete”. Tú sabes lo que es a las tres de la mañana con la niña durmiendo en la cuna al lado: “Puta, vete ya de una vez, déjanos tranquilas”. Una tras otra. O llegar a la oficina y lo primero que me decían era: Buenos días, puta.”

Cambios de horarios y denegación de la concreción horaria por maternidad.

Con el horario -de 9 a 14 horas- que había tenido desde que empezó a trabajar hasta la incorporación no necesitaba pedir la reducción de jornada por maternidad. Pero le cambiaron el horario. Ahora tenía que salir a las cuatro de la tarde: ya no podía ir a recoger las niñas al colegio y a la guardería. Además, ahora tenía que trabajar los sábados -el trabajo que ella desempeñaba no podía realizarlo en fines de semana porque el servidor no funciona, lo cortan para actualizar las páginas desde la central- y descansaba el miércoles. Con el cambio de horario pidió la reducción de jornada y la concreción horaria.

“Ha venido Almudena, a echarme en cara lo de la solicitud de reducción de jornada y concreción horaria, que si hubiese hablado con ella antes hubiese sido de otra forma, que me atenga a las consecuencias. Me ha puesto muy nerviosa, le he comentado que para este sábado tengo el mismo problema, y ha cambiado de tema.” (Diario)

“No me van a dar la concreción horaria, voy a tener que venir los sábados. Que les deje a las niñas a mi madre, o a mi suegra. Lo cual le explico que es imposible, porque a mi madre la tengo a 250km y mi suegra es muy mayor, con bastantes problemas como para dejarle a dos niñas a su cargo, una de ellas un bebe, y que en ningún momento me informaron que debía trabajar pero con la ayuda de los familiares para poder conciliar la vida familiar  con la vida laboral. Me da el ataque de ansiedad.” (Diario)

Dos crisis de ansiedad y baja por depresión.

La presión provoca que al mes de su incorporación sufra la primera crisis de ansiedad. Salió del trabajo 45 minutos antes de terminar su jornada laboral para ir al médico. Este quería darle la baja, pero ella lo rechazó y pidió medicamentos para “dejar de llorar”. Al día siguiente se encuentra con que alguien había fichado por ella, registrando una salida aún más temprana. Aunque insistió varias veces a recursos humanos para enterarse de quién lo había hecho, nunca se lo dijeron.

Hay días que le incrementan el ritmo de trabajo, entre otras cosas, por trabajo incumplido por parte de la compañera. Otros días, sin embargo, no tiene nada que hacer.

Le da una segunda crisis al mes siguiente y le dan la baja por trastorno de ansiedad.

A partir de aquí la empresa comienza también con el hostigamiento hacia Virginia. Al día siguiente de darle la baja médica la llamaron de la Inspección Médica para que se personase. A petición de la empresa la requieren casi a diario para inspeccionar su baja:

“Mi médico de cabecera no se lo creía: ‘¿Cómo te puede llamar la inspectora médica cuando yo he puesto que tú tienes un cuadro depresivo?’ Me llevó mi marido, porque yo no tenía fuerzas ni para salir de casa, era salir por la puerta y empezar a temblar. Un día sí y otro no, llamadas para ir al inspector médico. A petición de la empresa.”

Mientras tanto había solicitado la reducción de jornada y la concreción horaria. Se le concede la primera pero no la segunda. Esto no soluciona el problema de la necesidad de conciliación de su vida personal y laboral, es más, al concederle la reducción gana y cotiza menos. Virginia rechaza la propuesta de la empresa y demanda a IKEA por este hecho, demanda que pierde.

Alta médica indebida por parte de la Inspección Médica. IKEA lo aprovecha para despedirla.

A los dos meses de concedérsele la baja, y sin que todavía la hayan remitido a salud mental, la Inspección Médica le da el alta contra los informes del médico de familia y la mutua de la empresa. Virginia no se incorpora y recurre el alta. IKEA le manda una carta de despido.

“Recibo una carta de IKEA comunicándome que como no me he incorporado a mi puesto de trabajo me despiden. (…) El 23 de febrero del 2010 supuestamente me tenía que haber incorporado a mi puesto de trabajo. Supuestamente porque yo no tenía ni idea de que me tenía que incorporar. Me habían dado el alta médica, por la Inspección Médica, sin informarme. 20 días después, como yo no me he incorporé a mi puesto de trabajo ni he comuniqué nada-yo había entregado todos mis partessemanales de baja- me informan que estoy despedida por no incorporarme a mi puesto de trabajo. Voy con esa carta al médico de cabecera y le pregunto: ‘¿Tú no me estás dando los partes de baja?’ Y me dice: ‘Tienes los partes de baja, tú estás de baja.’El psicólogo de salud mental: ‘Tú estás de baja’. Llama mi marido a la Inspección Médica y le dicen: ‘No, ella está de alta desde el 23 de febrero.’ ¿Cómo puede ser que la Inspección Médica me hubiese dado el alta si mi médico de cabecera me sigue dando los partes de baja y salud mental me sigue dando las citas?Es más, FREMAP, que es la mutua, tampoco me tiene que dar cita si estoy de alta. Pues nada, empiezo los trámites judiciales. Empiezan las demandas, primero una demanda por despido improcedente y luego demanda por alta indebida. Juicio contra la Inspección médica. La demanda sale a favor mía; había habido un error administrativo en el cual me habían dado un alta.Y el alta se había comunicado solo a la empresa, no me lo comunicaron a mí por un error administrativo».

Se declara nulo el despido.

“El abogado de IKEA se las apaña para adelantar el juicio de IKEA. El orden del juicio era: primero contra la Seguridad Social y el FREMAP y tras ése, juicio contra IKEA. Porque si el primero sale a favor mía el del despido ya no hace falta hacerlo. Bueno, pues el abogado de IKEA adelanta el juicio de manera que el juicio contra IKEA es el primero, el cual no gano, lógicamente. El juez dice: ‘Con esto que tengo aquí delante tengo que darle la razón a IKEA, tú tenías que haberte incorporado a tu puesto de trabajo.’ Eso me lo dijo el juez a mí, y me dice: ‘Tu abogado sabrá lo que tiene que hacer ahora porque sé de sobra lo que te han hecho, pero con las pruebas que tengo, tengo que fallar a favor de IKEA.’ Prácticamente me dijo: recurre, espera que salga el juicio y ya empezamos otra vez. Eso me ha llevado tres años. Recurrí al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y falló que fue un despido nulo.”

Se incorpora al trabajo pero siguen las presiones hacia ella y le proponen un despido improcedente.

“Me dan mi nuevo horario para incorporarme a mi puesto de trabajo. Cuando veo mi horario pone que mi turno acaba a las cuatro y media de la tarde, cuando mi horario era de nueve a dos. Según contrato y convenio me pueden mover mi horario una hora más o una hora menos. Es decir, yo puedo entrar a las ocho de la mañana o salir a las tres de la tarde, pero en ningún momento a las cuatro y media. Trabajo sábados y domingos, y encima de cajera, sin formación. Yo no tenía formación de cajera, lo cual tengo todas las papeletas para que me vuelvan a despedir. Como me dijo mi abogada: “Si tú te incorporas no vas a saber utilizar la caja, cuando te incorpores te van a despedir el primer día porque vas a empezar a trabajar y no sabes, por tanto no estás capacitada para el puesto y te vas a la calle. Tú no te incorpores, pide excedencia hasta que se solucione”. IKEA no mueve ficha, para ellos es una cuestión muy cómoda el que yo me pida excedencia: no me pagan la seguridad social, no me pagan sueldo alguno. La posición mía no es cómoda porque ni puedo buscar trabajo, ni tengo derecho a paro ni nada de nada. Así que en enero decido incorporarme al trabajo. A ver qué hace IKEA. Se quedaron con la patas colgando cuando vieron que iba y me incorporaba a mi puesto de trabajo. “Venga, mi uniforme, mis botas, mi carné de empleado y me decís los códigos que yo me voy para caja”. “Espérate diez minutitos, un momento” No esperaban que me incorporase. Me dieron tres días de vacaciones el mismo día que me incorporaba. No llegué a trabajar ni ese día ni ninguno porque el miércoles por la tarde me llaman para llegar a un acuerdo para el despido, el nuevo despido. Que me dan 20 días por año trabajado, lo cual no acepto y les contesto: Ya más días de vacaciones no me podéis dar, así que yo el jueves me incorporo a mi puesto de trabajo.”

Virginia no tiene ganas de volver a pasar por otro proceso judicial, ya llevaba tres años luchando. Aunque tiene claro que no va a aceptar un despido de 20 días por año trabajado, sí acepta una nueva propuesta de la empresa: un despido improcedente con una indemnización de 33 días por año trabajado.

FETICO al servicio de la empresa

Aunque no estuvo sindicada a ningún sindicato, los representantes de UGT y de CCOO en IKEA le ayudaron en todo el proceso, cosa que no hizo FETICO. Incluso una delegada de éste último aprovechaba la información que Virginia le daba sobre su estado de ánimo para decirle a los de recursos humanos que si la presionaban un poco más lograrían que se fuera:

“Virginia se va, apriétale un poquito más y se va” Lo escucharon los compañeros de CCOO. Y me vinieron: ‘¿Qué le has dicho tú a la de FETICO?’‘Yo le he dicho que no puedo más, que si no me quieren yo me voy.’ ‘Pues van a seguir presionando hasta que te vayas porque le acaba de decir que sigan porque van por buen camino.’ FETICO es el que iba informando, el chivato de recursos humanos. Es un sindicato que realmente no es un sindicato, es un grupo de trabajadores de la empresa, que la empresa les ha comido la cabeza y los tiene a su disposición a cambio de favores, así de claro. Ellos siguen a pie juntillas a la empresa.”

Virginia también nos habló sobre otras irregularidades que IKEA de Sevilla ejerce sobre los trabajadores:

Despidos y EREs encubiertos.

“Empezaron a despedir a empleados de mayor antigüedad, incluidos a los que estaban sindicados a FETICO pero no eran representantes. Ha habido entre 50 y 100 despidos al año, desde que han aprobado la ley nueva han despedido más todavía. Yo entré en el 2006 y había entre 800 y 900 trabajadores. En el 2008, cuando yo me fui de baja maternal, allí quedaban unos 700 u 800 trabajadores, pero cuando me incorporé no llegaba a 300 personas, en un año. El juez dijo en mi juicio que eso eran EREs encubiertos.

Tras mi despido han venido un montón de despidos más. A una compañera la despidieron porque tenía cáncer terminal en la columna. Ellos dicen: “No me interesas porque eres un peligro para trabajar en cocina” La Seguridad Social le dio el alta y el día que se incorporaba al puesto de trabajo tuvo que ir con su abogado, con testigos y demás porque no la dejaban entrar. Estaba allí los de CCOO de testigos porque no la dejaban entrar y si no se incorporaba la despedían. Ha habido un montón de despidos en los cuales se han llegado a acuerdos. Se acusó de un robo también: El Horno San Buenaventura es un horno muy conocido de Sevilla y suministra a IKEA. Normalmente a primera hora de la mañana llega el del horno con su carrito, se monta en el ascensor de empleados y lógicamente ahí entran empleados también. Pues el del horno normalmente trae piezas de más, eso que se gana IKEA. Al meterse los dos en un ascensor con un carrito con un montón de bollería y que todavía no habían desayunado, el del horno le dio un bollo a cada uno de los que sobraban. Al día siguiente estaban en la calle por haber robado bollería. Como hay cámaras. Lo que salió en el juicio es que realmente no lo habían robado, el del horno se los había dado.”

Fuertes presiones a los trabajadores hasta el punto que muchos tienen que tomar ansiolíticos.

“Hay gente que van con los ansiolíticos en el bolsillo a trabajar, y llevan años haciéndolo. La presión es horrorosa, y el “cuidadito con lo que haces que vas a la calle. Eso es todos los días. Los de los puntos de venta tienen muchas tareas que hacer ¿Cómo lo hacen si es que no hay tiempo físico para hacerlo? Aprietan tuercas: “No te ha dado tiempo de hacer esto, has dejado esto mal puesto” Y como han despedido a tanta gente, donde antes había cuatro personas ahora solo hay una.

Han despedido a jefes que no están dispuestos a seguir apretando las tuercas a sus empleados. Una jefa, de las primeras en salir, salió diciendo que no estaba dispuesta a apretar más las tuercas a sus trabajadores.”

Externalización del servicio de cajas y por tanto precarización de las condiciones laborales.

“Un problema aparte es la presión y la situación laboral que tienen que aguantar el personal de caja. Entre otras cosas, sus contratos con IKEA han sido rescindidos para ser contratados de nuevo a través de una ETT.Las condiciones laborales no son las idóneas, por ejemplo, tienen presiones por necesidades fisiológicas, tienen que aguantar la necesidad de ir al baño para evitar que IKEA emita informes “negativos” a la ETT para su no renovación.”

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