Crónica de represión antisindical


Manuel Blázquez Hidalgo, Enrique Martín Criado. Artículo publicado en El nudo de la Red, nº 2, 2002, pp. 55-64

Todo dominio social se compone de partes públicas -es decir, publicitadas : pregonadas ante todos, lanzadas a la arena del debate y del conocimiento general- y zonas oscuras, alejadas de la publicación, relegadas a la experiencia particular y a la conversación privada.

En ese sector particular de la lucha de clases que es la lucha sindical esta división también se da. Por una parte, lo hecho público: las negociaciones colectivas, las huelgas, las declaraciones de los portavoces de ambos bandos. Por otra, la zona oscura: la lucha diaria de los delegados sindicales contra las mil estrategias del empresariado para vigilar, controlar, aterrorizar.

La visibilidad o invisibilidad social de determinados dominios es una potente apuesta de la lucha de clases -que es siempre, en uno de sus aspectos, lucha por imponer una visión de la realidad-. En el tema concreto de la represión antisindical, la invisibilidad social de estas prácticas de represión de toda resistencia benefician claramente al empresariado: le permiten ofrecer una imagen moderna y ‘democrática’ mientras mantiene dentro de los muros de sus empresas regímenes totalitarios.

Como «jugada» política contra esta ocultación interesada, -y teórica contra ensayismos que encuentran fácilmente estructuras y tendencias sin bajar nunca a las «mezquindades» de las estrategias y luchas que los agentes llevan a cabo diariamente- un grupo de sociólogos decidimos realizar, hace varios años, una investigación sobre estas prácticas patronales de represión de la resistencia obrera y de la lucha sindical: investigación que, por una serie de circunstancias -no siendo la menor de ellas la falta de apoyo para abordar un tema tan «delicado»- no pudo llevarse a cabo. Los retazos de entrevista que se transcriben más adelante forman parte de los primeros materiales que se recogieron para la investigación.

El sujeto de la entrevista es Manolo, delegado sindical en la empresa Wendy «una cadena de hamburgueserías- en Madrid durante más de siete años. La entrevista fue realizada en agosto de 1991: mucho ha llovido para todos, y especialmente para él, desde entonces. Aunque al lector poco informado le parezca un caso extremo, hay que subrayar que todo lo que cuenta no tiene nada de excepcional: por el contrario, se trata de situaciones generalizadas y completamente «normales» en la mayoría de las empresas españolas.

En la transcripción que sigue hemos respetado el lenguaje coloquial original. No se vea en ello una búsqueda humanista de «frescura» o «autenticidad». Los objetivos son otros. Por una parte, presentar el material bruto, en un lenguaje que no es el del teórico y que, por ello mismo, puede estar más alejado de esas etiquetas globalizantes con las que se despacha tranquilamente cualquier problema. Por otro, dejar cuenta -es decir, no borrarlas- de las contradicciones y deslizamientos de sentido que tanto sentido tienen para el analista de discursos hablados. El objetivo, además, de no borrar las marcas de la enunciación: asumir que lo que se dice se dice por alguien y desde una posición. Por último, reivindicar la posibilidad de analizar desde un lenguaje «ilegítimo», alejado de las purezas académicas.

De entre las muchas reflexiones que puede sugerir la entrevista, queremos subrayar una: la necesidad de abandonar análisis fatalistas que hablan de estructuras omnipotentes y sustituirlos por el análisis de las prácticas concretas, de las estrategias mediante las que se juegan los juegos de poder y dominación: en definitiva, de no olvidar que «la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases», y que tras todo estado de cosas presuntamente inamovible hay un trabajo incesante. En fin, que los grupos sociales no están dados: que se construyen y deconstruyen mediante un trabajo político.

«- Al cabo de año y medio de empezar a trabajar, la situación ya era muy tensa, porque, ya te digo, te obligaban a hacer horas extras, no te las pagaban o te las pagaban a la mitad, te obligaban a hacer turnos de mañana y tarde, o sea… hoy estabas trabajando por la mañana y al día siguiente trabajabas por la tarde, al otro día trabajabas a mediodía, o sea, cambios totalmente bruscos de horario, digamos que eras un juguete, digamos que… que somos juguetes, o sea, no es que eras, sino somos juguetes, estamos a la expensa de lo que la empresa te diga. Entonces… muchos factores ahí se unían, el despotismo de los propios encargados, ahí las cosas no se decían sino se gritaban, no te decían, «oye, coloca esto», sino «¡coloca esto y date prisa!», pero en plan de avasallar, de prepotencia, de poder absoluto, de decir: «bueno, yo soy aquí el jefe y tú haces aquí las cosas por cojones», no porque sea razonable que las tengas que hacer… Entonces, pues muchos factores, por la explotación… a lo más… absoluto, por las condiciones, que eran total… nefastas, negativas y lo siguen siendo, ¿no?. Entonces, por todos esos factores, hubo un grupo de gente, en los cuales me encontraba yo, que decidimos que esto no podía seguir así, que esto había… que había que actuar de frente, que… que esto así, para nada. Entonces, en principio se hizo cuando se acababa de trabajar, quedábamos en un bar o en una plaza, en donde fuera, con gente determinada y, por supuesto, sin conocimiento ni de los compañeros ni de la empresa ni de nada, o sea, en plan hace treinta años…

– Clandestino, ¿no?

– No, no, clandestino total. Además es que, o era clandestino o estábamos todos en la calle, como sucedió. Porque antes hubo otra gente que intentó… pues que en la empresa hubiese un comité de empresa y la ingenuidad, quiero pensar que la ingenuidad del compañero, pues lo planteó y, claro, a la semana estaba en la calle. Sí, sí, a la semana estaba en la calle, entonces, claro… yo, la verdad, no soy ingenuo, y menos en estas cuestiones. En otras, a lo mejor, pero en estas no. Y entonces, claro, clandestino total, o sea, en la clandestinidad con respecto a la empresa, hicimos el comité de empresa. Ya te digo que… que no. Para la empresa fue una sorpresa, que en su día, que le llegara una denuncia de la inspección de trabajo diciéndoles que les obligaba a hacer… a que hubiese elecciones sindicales y tal y, claro, ellos no sabían quién habían hecho la denuncia, sabían que era un sindicato el que lo había hecho pero no sabían quienes eran los que estábamos dentro de ahí. Y, bueno, te puedo asegurar que… que por parte de la empresa se desató la persecución, o sea, el intentar averiguar quién estaba dentro de la empresa. Y para escarmiento, empezaron a despedir a gente. A gente que en la puta… que ni estaba dentro ni nada, sino simplemente era un escarmiento, para ver si nos retraíamos y decíamos: «bueno, joder, si nos van a despedir a todos»». Y… así fue. Despidieron a compañeros sin tener nada que ver en la historia esta sino, hombre, ahora, después de… siete años, creo que era eso, por escarmiento, para ver si podían… Despidieron a compañeros, nosotros… esto salió adelante, nos descubrimos… nos descubrimos, como tiene… como al final tenía que ser, ¿no?, descubrirnos, y, bueno, la primera sorpresa es que… dentro de los compañeros estos había gente de la empresa…

– O sea, dentro de los que estábais formando el comité había gente…

– Sí, dentro de los que estábamos formando el comité había gente de… que luego, a la hora de la verdad, a la hora de presentarnos, se fueron con la empresa, o sea, porque… otra razón no había, porque lo… la primera sorpresa que nos llevamos nosotros es que, cuando nos presentamos ya a la empresa, resulta que había dos personas que se… se fueron con la empresa, porque luego a la hora de la elecciones sindicales, a la hora de… de llevar a cabo las elecciones y de formar las listas, esta gente se fue con los independientes, formó la lista de independientes, lo cual, claro, fue una sorpresa para nosotros increíble.

Y bueno, el comienzo de la… el comienzo nuestro, pues fue, hombre, ahora te ríes, ¿no?, pero fue muy… muy brusco, porque al principio no nos dejaban reunirnos en ningún sitio de la empresa, nos teníamos que buscar la vida, en las plazas públicas o en los bares o en salas o en los sindicatos, pero en locales de la empresa no nos dejaban. Y, luego, se lo tomaban a risa, decían que si eso era un juguete, que nosotros habíamos comprado, porque coincidía en Navidad, coincidió que todo esto era en Navidad… porque fue lo primero que nos dijo el director este que me pegó, el Jose Luis Pérez Iglesias, lo primero que nos dijo fue: «bueno, esto es un juguete vuestro que… cuando os canséis pues lo dejaréis y tal», ¿no?,  todo esto ya… son siete años (rie), o sea, que el juguete todavía nos gusta. Y… nada, muy mal, empezamos a denunciar, empezaron a tomar represalias contra nosotros, en principio… a los encargados… sumisos ¿no?, que los hay, pues empezaron a meterse con nosotros, a… incluso a amenazarnos, a mí, por ejemplo, aquí en Plaza de España, que yo he trabajado en Plaza de España, hubo dos encargados que intentaron por todos los medios provocarme, provocarme, que yo tuviese una actitud violenta contra ellos o con… con alguien, porque, bueno, se pasaron como un mes entero insultándome, me dejaban solo con ellos en la tienda y me empezaban a llamar pues desde marica hasta… hasta comunista, para mí no… para mí no es un insulto, para mí es un orgullo, ¿no?, que me llamen comunista, si hay algo que me siento orgulloso es a lo mejor de eso. Pero te quiero decir que lo utilizaban como un insulto, como… que si quería hundir a la empresa, que si tal, y de llegarme ya a intimidar, de… de ponerse uno al lado de otro y darme patadas y… y darme pellizcos… sí, sí…

– No jodas…

– Sí, sí, para que tuviese una reacción violenta, les pegara una hostia o lo que fuera, se la dejaban pegar, porque, claro, la historia es que se dejaran pegar y… no sé, y, claro, y despedirme… porque eso es lo que buscaban, lo que pasa es que, claro, yo he aguantado ahí, además les… les debía de partir toda su historia porque, a lo mejor ellos pensaban que mi reacción iba a ser violenta y yo era todo lo contrario, me descojonaba, pero me meaba de risa, tío, pero de llorar de risa, entonces claro, estaban un poco desconcertados, porque «le estoy pegando, y éste… pues en vez de darme una hostia, se ríe», y, claro, así me decían que estaba loco, y según la empresa estoy loco»

«- Otro tema es la cantidad de cosas, a nivel de puteo, a nivel de… cambiarte turnos, a nivel de… de hacerte… dentro del trabajo, pues… de arrinconarte, de dejarte siempre solo, en vez de estar con los compañeros, en el trabajo, pues siempre te mandan a estar solo, en la sala o… o en los sitios donde estés solo, ¿no?,  que tengas que estar ocho horas solo… pero por eso, todo, todo viene por la historia de… de a lo mejor de hacerte respetar, porque… en definitiva es eso, en definitiva es hacerte respetar como trabajador y como persona. Pues eso no lo conciben, eso de que te hagas respetar o… Esta gente lo que quiere es gente sumisa, gente que diga a todo que sí, gente que… o sea, trabajadores… personas que… esclavos, ¿no?,  porque en realidad lo que pretenden es que asumas tu condición de esclavo y tu condición de que tú estás ahí y les debes el respeto y todo lo que haga falta porque para eso te están pagando y para eso… cuando tú eres el que está sacando el trabajo, es que es fuerte, ¿no?… Y, bueno, a niveles de… de meterte miedo, por ejemplo te puedo contar de una… una compañera en Burger King, que al final se fue, se fue desesperada, porque… una delegada, porque era tal la… las atrocidades que le hacían a esta chica, de llamarla por teléfono a su casa, de, en la taquilla, donde ella se cambiaba y tal, meterla ratas, de mandarla cartas, decirla que o se iba del curro o lo llevaba muy negro, es decir, que ya no en el trabajo, sino en su vida particular, de… sí, sí, de llegar a esos extremos, de… de dejarla aislada completamente de los trabajadores, de ser encargada a quitarla del cargo, pero por la cara, por decir, bueno, «¿tú eres encargada?, pues a partir de mañana tú eres una… currita más y ya está» o sea de… de tener una corbata a tener una pañoleta, pero así, al día siguiente. O sea, a esos niveles, es una discriminación absoluta… dejarla, por ejemplo, la historia de subir de puesto, ¿cómo se dice?…

– Promoción.

– Sí, sí. Promoción, ninguna, eso de que la Constitución dice que no se discriminará por su pensamiento, su ideología, eso es mentira. Mentira y gorda, porque en las empresas lo que hay es eso, precisamente, todo lo que signifique… sindicatos, y sindicatos de clase, por supuesto, que hay que hacer una diferencia muy clara de lo que son… la sindicación. Porque ahora mismo puede uno sindicarse en los sindicatos que uno quiera, porque hay sindicatos amarillos, absolutamente, sindicatos que no, o sea, amarillos, empresas, que son las empresas las que… compran a los trabajadores, porque los compran, y les dan puestos de trabajo o… les dan el sobre, porque eso… por ejemplo en Wendy, existe, además existe reconocido por los propios trabajadores, por los propios compañeros, que les dan sobres y que… y que bueno, gente que lleva dos meses en la empresa y que ya son encargados, y que están, claro, son encargados porque están en la lista de independientes, y llevan dos meses en la empresa, está muy claro, ¿no? Y ya te digo, la discriminación a nivel laboral es absoluta y total, pero a todos los niveles, a nivel de trabajo, del trabajo diario y a nivel de promoción, a nivel de… de todo… las pocas ventajas que se tengan pues, no sé, de comportamiento, por los propios trabajadores, por los propios compañeros, pues si se pueden cambiar los turnos, pues resulta que a mí no me los dejan cambiar y a los demás sí, y conmigo ponen pegas y a los demás no les ponen pegas, o sea… las pocas facilidades que puedas tener de… de tener un poco más de… de estar un poco más abierto en el trabajo a nivel organizativo, a nivel de turnos o a nivel de tal, resulta que la discriminación a ese nivel es… total, vamos, que la Constitución no existe. O sea, en principio, te puedo decir que en las empresas la democracia no existe, el sentido social que se tiene, en la sociedad, en conjunto, de bueno, de libertad y de democracia, de eso… no conozco ninguna empresa, no la conozco, ninguna empresa que se haya introducido la democracia. En las empresas no existe democracia, pero… es que sigue existiendo dictadura, dictadura que es la dictadura que ponga el… el propietario.»

«- A mí me han pegado, o sea, a mí me han pegado, el director de la empresa me ha pegado…

– Qué fuerte

-…Sí, sí, sí, a mí el director, José Luis Pérez Iglesias, el antiguo director, porque ahora ya hay otro, ¿no?, porque aquí, yo llevo nueve años y han pasado tres directores generales, y éste estuvo un año y pico como director general, que, por cierto, sigue perteneciendo a la multinacional puesto que es el representante de Wendy en España, el que está representando a los americanos, pues es el José Luis Pérez Iglesias, y este señor me pegó, me pegó, por una cuestión muy… muy sencilla, ¿no? Resulta que estábamos en una… reunión, el comité de empresa con el jefe de personal, el señor Domingo, y de repente este señor… viene a la reunión, rompe la reunión, a voz en grito, la rompe, dice que ahí no tenemos por qué estar, que somos… que no tenemos que estar ahí, que no sé qué… Es una reunión del comité de empresa, con el jefe de personal, que previamente la habíamos establecido y que previamente se había quedado en la hora y en el lugar para hacer la reunión. Y resulta que este señor, pues porque le dio una vená, es que nos quedamos alucinaos, tío, que estábamos reunidos y de repente te abre la puerta un señor, que es el director general y te empieza a dar voces y decir que… que fuera la reunión, que no sé qué, no sé cuantos… Entonces, claro, como rompió la reunión, yo, como miembro del comité, me dirigí a él y le dije que bueno, que le iba a denunciar por lo que había hecho, o sea que no me… consideraba que eso era una brutalidad, que había, vamos, que eso era una brutalidad, eso es fascismo puro y duro, ¿no?, y eso es… intolerable, y le dije que le iba a denunciar a su nombre, y por lo visto le sentó muy mal, porque me dijo que… que denunciara a Wendy lo que quisiera pero que a su nombre, que nadie lo había hecho y menos yo. Y yo le dije que bueno, que vale, que yo iba a ser el primero, que si nadie lo había hecho yo iba a ser el primero que lo iba a denunciar a su nombre. Entonces, se puso muy nervioso, muy histérico y me… me pegó. En la calle, o sea en… salimos de la reunión, con el jefe de personal, un compañero mío, Jesús, y él. Serían las ocho de la tarde o así, o las siete, ahora mismo no me acuerdo… y, nada, salimos a la calle, nosotros nos íbamos a ir, el compañero y yo, el del comité, Jesús, nos íbamos a ir y, de repente, pues el pibe este que me empieza a pegar, colega, que me quedé flipao, tío, que se puso histérico, le dio una vená o yo no sé lo que le daría, el pibe… se le fueron los nervios, que… o sea que me pegó, tío, pero que, vamos, que me quedé flipao. Claro, yo lo que menos me espero es que este pibe, pues se… tuviera una movida agresiva, ¿no?, de… Pues no, le dio, macho, le dio y… que bueno, lo denuncié, tal… y nada, al final salió que como no pude demostrar que me había pegado, porque llevamos dos… yo llevé un testigo, que era el presidente del comité, que era el que estaba en la reunión y él llevó al jefe de personal, al señor Domingo, de testigos, entonces era una versión contra otra, ¿no?, entonces el juez dijo que como se contradecían los testigos, que no podía decir qué había sido o no… entonces, no salió nada, pero la verdad es que me pegó y, además… o sea, incomprensible»

«Pero yo, mira, se me viene a la cabeza otra cosa, que es, por ejemplo, trabajadores, o sea compañeros y compañeras que, bueno, están a favor del comité, y que muestran su solidaridad con el comité abiertamente, o sea, gente que es consciente y que, abiertamente, la empresa tiene conocimiento de que… van a reuniones, van a asambleas, muestran una solidaridad en concentraciones… o sea, que nos apoyan, pues el resultado… el resultado es que les echan. Y te pongo el ejemplo de Cuatro Caminos, la gente que estuvo en la reunión esta, ninguno está ya en Wendy, ¿por qué», porque es gente que tienen una participación en los temas de comité de empresa y que llega el momento de que su contrato… como son contratos de tres meses, de dos meses, de uno y de seis meses, pues llegado el momento de formalizar ese contrato, les despiden, pero les despiden. Para mí es un despido porque es que al día siguiente hay otra persona para reeemplazarles a ellos en el mismo puesto y en el mismo lugar y haciendo las mismas funciones, entonces, para mí eso es un despido, ¿no? Y, además, tienen la osadía, la desvergüenza de decirles por qué les despiden, y han llegado incluso a decirles eso, yo a… Mari Mar, que es una compañera, a esta chica no le han renovado el contrato y le han dicho el motivo por el que no le han renovado el contrato, por ir a las asambleas y por ir a las concentraciones del comité de empresa, así, así se lo han dicho.

– Tienen entonces… cada vez que hay una asamblea, concentración tienen infiltrados ahí ¿no?

– Sí, sí, descarao, descarao… No, no y además, la empresa es que utiliza a propios compañeros y compañeras, pues para eso, para infiltrarse en una asamblea, determinar quiénes han ido, con apellidos y con tal, y con fotografías, incluso, o te hacen fotos… sí, sí. Sí, vamos, en la última concentración en el Paseo de la Habana, que es donde están las oficinas centrales de Wendy, había un señor desde la ventana haciéndonos fotos, entonces, claro, a la gente… a los compañeros que estaban con nosotros, les han ido llamando a las oficinas, les han enseñado las fotos y les han dicho que ya sabían que, bueno, lo que tardaran en… lo que tardara el contrato, que se fueran buscando lo que fuera porque ellos iban a durar lo que tardara el contrato, si faltaba un mes, un mes, si faltaban dos meses, dos meses, y había… incluso ha habido compañeros y compañeras, que a lo mejor les faltaban seis meses y no han esperado a que terminaran el contrato, les han despedido, pero a la semana siguiente les han dicho que ya no querían sus servicios, porque luego son muy señores, a la hora de despedirte son muy señores.»

«En la empresa donde yo trabajo impera el miedo. El miedo. Es que la política de la empresa es el miedo, se basa en el miedo. Todas sus actuaciones van encaminadas a que el trabajador y la trabajadora tengan miedo, la relación laboral que hay en mi empresa es de miedo, miedo al encargado, miedo al compañero, miedo… o sea, desconfianza a todos los niveles. Porque… no sé cómo explicártelo. Hay un embrollo tal en… o sea, tú date cuenta… es que no sé cómo explicártelo ¿no? En mi… por ejemplo, en mi tienda, en Manuel Becerra somos 23 personas, de esas 23 personas hay 8 encargados, es pisarte a ti para salir yo adelante y yo te piso a ti de la manera que pueda para subirte por encima de ti, es que la empresa a lo que juega es a eso, la empresa a lo que juega es a que haya un enfrentamiento entre los propios encargados y los propios trabajadores, los propios trabajadores entre sus propios compañeros, los propios compañeros entre los encargados, los encargados entre los compañeros, ahí lo que se trata es de ir pisando a cada uno para ir subiendo, porque aquí la limosna, o el caramelo, o la miel que pone la empresa es el dinero, o sea, si tú eres… cuanto mayor hijo puta eres con tus compañeros y con tu propio compañero de encargado, o sea, si tú consigues demostrar a la empresa que éste ha cometido un fallo y lo ha cometido y no sé qué y tal, la empresa te premia, y el premio es el dinero, este mes te doy 20.000 pelas más. Y al otro le pone en contra del otro, ¿sabes», o sea… es una movida increíble.»

«Y luego, la concepción, que es muy interesante, la concepción que tiene la empresa… multinacional americana, digamos que esta gente lo que quiere es trasladar el sistema… que impera en Estados Unidos, trasladarlo aquí, en las mismas, en la misma forma de trabajar, en la misma forma de concepción, de trabajo, el trabajo en cadena, el trabajo milimetrado, a tiempo… porque no sé si sabrás que nosotros trabajamos, todos los movimientos que se hacen en Wendy de servir una hamburguesa, de servir una Coca-cola, de servir una de patatas… está cronometrado. O sea, hay un cronómetro… hay unos estudios realizados en Estados Unidos en el cual se determina el tiempo que tiene que pasar desde que el cliente entra hasta que el cliente está sentado comiendo, el tiempo que se tiene que tardar en hacer las patatas, el tiempo que hay que tardar en servir la hamburguesa, el tiempo de hacer la hamburguesa, pues con todo eso, te quiero decir que el ritmo, el ritmo es muy grande, el ritmo que se trabaja en Wendy es muy grande porque, digamos que no tiene nada que ver la diferencia de hacer un bocadillo de jamón o de calamares o de chorizo, lo típico… español, que claro, tú pides un bocata y el señor te hace el bocata pues a… a su ritmo normal y… al ritmo que él lleve ¿no? Aquí no es al ritmo que tú lleves, aquí es al ritmo que te imponen. Porque aquí hay establecido que tú una hamburguesa la tienes que hacer en veinte segundos, y en veinte segundos la tienes que hacer porque como no la hagas en veinte segundos te van a decir que la estás haciendo mal y que estás haciendo perder el encadenamiento, que estás jodiendo la cadena, entonces eso no… eso no vale. Entonces, te quiero decir lo que eso significa, la presión psicológica porque, no te quiero ni contar de que cuando hay trabajo, por ejemplo en las horas de trabajo, de la comida, de lo que es la cena, o sea, de 12 a 3 y de 7 a 10 de la tarde, ahí está la concentración de las comidas y las cenas, entonces, son flujos de clientes que vienen en un momento determinado, a una hora determinada y que tienes que darles salida, entonces, como ya te digo, como ya te decía antes y te explicaba que todo eso ya está cronometrado, entonces te vienen 300 o 400 o 500 personas y de esas 500 personas en media hora están… están sentadas (risa), porque, claro, aquí no… aquí no te enseñan a hacer una hamburguesa a tu ritmo (ríe) sino que te enseñan a hacer una hamburguesa al ritmo que ellos lo tienen establecido, entonces, en una hora… ves a cinco personas… alucinante, tú lo ves y dices (ríe), vamos de… de «Tiempos modernos» de Charles Chaplin, tío (risas) a ese nivel, a ese nivel, tío.»

«Por la manera dulce, por decirlo de alguna manera, a mí me han ofrecido coches, para que me vaya de la empresa, me han ofrecido dinero, a mí me han llegado a decir que me daban diez millones de pesetas si me iba de la empresa. A mí me han llegado a ofrecer hasta un equipo de cine, porque como saben que me encanta, que me alucina el cine a mí me han llegado a decir «¿tú qué?», o sea, «¿tu problema cuál es, que no tienes medios para desarrollar el cine? Te compramos lo que haga falta, nos haces unas listas y te compramos lo que te haga falta, pero claro, (rie) tú te vas el primero de aquí», o sea, a ese nivel. Esa es la parte… la manera dulce de… el caramelo, ¿no?, la miel…

– O sea, que te llamaba el jefe de personal y te…

– No, no, a mí me ha llegado el abogado de la empresa, en la inspección de trabajo, de donde venimos ahora nosotros, en un cambio que hubo de propietarios, se iban unos y venían otros, pues en ese cambio, en ese transcurso de tiempo, a mí el abogado me llegó a decir que si mi problema se solucionaba con diez millones de pesetas, pero así, claro y me iba, pero las palabras literales de: «oye, ¿tus problemas se solucionan con 10 millones de pesetas?». Claro, como yo le dije que no, que no era cuestión de… de ese nivel, o sea, que yo no pretendía nada de eso, porque si lo hubiese pretendido pues lo hubiese hecho antes, cuando me hubiese salido de los huevos, pero nuestra intención no es esa, o sea, yo no…no voy por… no voy por ahí, ¿no?»

«¿Por qué me despiden». Pues me despiden por responder a la empresa, por tener una postura, pues coherente conmigo mismo, y por defender los derechos de los trabajadores, por eso me despiden, no me despiden por otra cosa, me despiden por pertenecer a un sindicato, en concreto a Comisiones Obreras, y por lo que significa pertenecer a Comisiones Obreras y por lo que significa Comisiones Obreras. Pues por eso me despiden, no hay otros motivos, los… y, además en la carta las alegaciones que la empresa, pues dice los motivos por los cuales me despide, aunque no lo diga de la forma en que yo te lo he dicho, se entiende… tú lo lees y se entiende perfectamente por qué me despiden, me despiden por hacer declaraciones a la prensa, en los medios de comunicación, en los cuales denuncio en mi propia voz de las malas condiciones laborales que existen en la empresa, de la concepción tercermundista que la empresa tiene en cuanto a las relaciones laborales, de las imposiciones que los trabajadores tenemos con esta empresa, del sometimiento que hay de los trabajadores con la dirección, de las malas condiciones en las cuales trabajamos… o sea, me despiden por denunciar todo eso, me despiden por concentrarme delante de las tiendas de lo… del trabajo, por hacer concentraciones el comité de empresa (…) Por estas fechas también, por verano, me sanciona la empresa 45 días de empleo y sueldo por poner en la nómina, en la nómina que recibo yo, por poner conscientemente, o sea que lo hice consciente, y lo hice y lo vuelvo a hacer, por poner explotadores, por poner la palabra explotadores, que considero que es una palabra marxista, que tiene un significado muy concreto, ¿no? y que para mí significa, globalmente, pues lo que está sucediendo en esta empresa, entonces, lo pongo y me sancionan 45 días de empleo y sueldo, porque consideran que es un insulto a la empresa, lo consideran que es un insulto lo que hago a la dirección, entonces como… me aplican un artículo de la ordenanza laboral de hostelería y me… me aplican eso, me aplican la sanción de 45 días de empleo y sueldo. Lo más alucinante es que recurro esta sanción y el juez determina que, o sea, es que no sé cómo decírtelo… no, que le da la razón a la empresa. Y el despido, me despiden pues… por qué me despiden, por qué alegan que me despiden… ¡ah!, me despiden porque me… porque dicen que asumo la representatividad de todos los trabajadores, cuando me parece un absurdo que digan eso en una carta cuando, en principio, soy el presidente del comité de empresa, que significa que me han votado los delegados del comité de empresa, cuando ha habido unas elecciones sindicales hace un año, en noviembre, que no ha pasado ni un año todavía, que tuvo una participación del 82% de la plantilla, una participación muy grande, y van y me dicen que me arrogo la representatividad de los trabajadores porque en las cartas escribo como presidente del comité de empresa, que lo soy, que yo no escribo que sea presidente del comité de empresa porque me apetezca o me… o me dé la vena, sino porque, bueno, porque lo soy, porque me han elegido ¿no?. Es muy… es que es muy gracioso, tío (risas) … Yo también me reí mucho cuando leí las alegaciones… Y, bueno, me despiden por eso, me despiden por defender, por romper ¿no?, me despiden por romper las imposiciones de la empresa, por romperlas, porque las hemos roto, las imposiciones que hemos tenido, pues, a base de constancia y de venir muchos días a la inspección y de ir a muchos juicios y de tener judicialmente al Wendy, o sea, ahora mismo Wendy está judicialmente… copado, yo llevo treinta juicios y, yo no sé, una barbaridad… Pues sí, por eso, por defender los derechos de los trabajadores, por eso me despiden, y por pertenecer a un sindicato que se llama Comisiones Obreras, porque si no perteneciera a Comisiones Obreras y no defendiera los derechos de los trabajadores, sería un encargado y sería… pues lo que quisiera. Pues así llevo nueve años, sigo siendo dependiente de segunda, a mí me han dicho que mi carrera en Wendy ya la he hecho (ríe), que me lo ha dicho el director, que no me lo ha dicho un encargado, que me lo ha dicho el director, que a mí me han llamado y el director me ha dicho: «bueno, tú sabes que tú ya has hecho aquí la carrera ¿no?», y yo: «sí, sí, ya lo sé», o sea, que te quiero decir que… para que veas el despotismo de la gente esta de… Y, bueno, el tiempo que esté ahí, pues seré dependiente de segunda toda mi vida, o sea eso ya… y hay gente que lleva dos meses y que ya son encargados y tal. Pero que, bueno, que eso lo sé, ¿no?, que soy consciente y que… cuando me metí en la historia esta sabía que iba a ser dependiente de segunda toda mi vida, o sea que… que no… eso me suda la polla, vamos, me da lo mismo. Y más, que yo no quiero ser encargado, para ser encargado… ¿Y lo que significa ser encargado? O sea, no quiero, vamos, paso, estoy muy a gusto de dependiente de segunda, tío, fregando y lo que tenga que hacer. Porque de encargado a lo mejor no friegas pero tienes que lamer culos, tienes que estar… tienes que estar arrastrado, tío, prefiero fregar y prefiero, vamos, pero estar de pie, no estar tirado y… y estar sumiso y estar… prefiero estar de pie, tío, que estar… ir andando de pie y con la cabeza muy alta y… (risas) Sí, sí, vamos, eso para mí es un… para mí es lo que me ayuda, si hay algo que me ayude es tener la conciencia muy tranquila, tener mi persona muy… muy entera, y en ningún momento sentirme humillado, en ningún momento sentirme nada, o sea como otros compañeros que son encargados, tío, y que, vamos, lo único que les falta es ponerse a hacer el pino cuando viene el jefe o arrastrarse, pero arrastrarse de verdad, físicamente.»

«Ya, mira, llevo 9 años ahí ya, que tampoco es… que empecé con 22 años y tengo 31, o sea que… pues no sé. La verdad es que… lo que sí te digo es que tampoco me voy a ir cuando ellos quieran, ellos me han despedido, yo estoy pendiendo de… del juicio, de lo que salga, a ver cómo sale, yo voy a… lo he planteado para que salga nulo o radical, para que me tengan que readmitir por huevos y a ver, a ver lo que sucede ahí, a ver lo que sale de ahí… Lo que tengo muy claro es que no me voy a ir cuando ellos quieran, vamos, eso…

– Pues sabes que si te readmiten ya el puteo va a ser máximo, ya va a ser…

– Hombre, voy con esa… voy conscientemente sabiendo todo eso… No sé, no sé… sé lo que, o sea, sé lo que me espera, te quiero decir que… y yo creo que estoy preparado para ello, que tampoco… me va a sorprender nada de lo que hagan me va a sorprender ¿no? Pero, bueno, ellos me han echado, han jugado la baza de echarme, yo quiero volver a trabajar ahí, y no sé, a ver, a ver, a ver lo que sucede, no sé, no sé… no sé. Y sí, si voy a trabajar, me espero aberraciones, pero no sé. A lo mejor me voy de Wendy, yo qué sé. Pero, vamos, lo que quiero es volver a trabajar, o sea, lo que quiero es que el juez diga que vuelvo a trabajar» (…) Una historia de que, bueno, yo no he negociado con ellos, ha sido el sindicato, pero lo que yo he dicho el sindicato lo ha aceptado. Entonces, la pretensión de este señor era… salomónica, o sea, era cortar cabezas, era cargarse al jefe de personal, cargarse a encargados, pero, claro, con la condición de que yo me fuera del comité de empresa…

– O sea, era capaz de echar fuera al jefe de personal con tal de que tú te fueras…

– Y a encargados, o sea, así. Claro, nosotros, vamos, yo, a mí me lo expuso el sindicato y, claro, yo le dije que eso es inadmisible, porque aquí la cuestión, el problema no está en el jefe de personal, o sea, el problema no está en Casal, porque después de Casal va a venir… Francisco, y después de Francisco va a venir, pues tal. Aquí el problema es la dirección de la empresa, aquí el problema es el comportamiento laboral de la empresa, aquí el problema es las condiciones laborales de la empresa, o sea, de los trabajadores, que precisamente no es el… precisamente el jefe de personal es uno más que está a lo que dictamine la dirección de la empresa, entonces el problema no es cortar cabezas, ¿no?, y, claro, inaceptable. Y estamos en un compás de espera, que se dice, detenidas ahí las negociaciones, se ha quedado en que se va a hablar más y tal pero, ahí están detenidas las historias. El sindicato lo que pide es que me vuelvan a readmitir con todas las conse… o sea, con… con el comité y tal, él dice que no, que él no lo admite, que eso no, que yo… yo fuera de la empresa, y ya te digo, si es capaz de cargarse a cuatro personas, yo que, a mí me lo decían y yo decía » pero si esto… esto es de película, si esto no lo veo yo en las películas, tío» (risas) y «que sí, que sí, Manolo, que es verdad, que nos ha dicho eso…» (risas) Pero a este nivel, tío, para que veas… claro, yo, para mí todo esto pues… me hincho ¿no? y digo, joder… Claro, yo que me digan que son capaces de cargarse a cuatro personas para que yo no vuelva a Wendy, a mí lo que me hace es sentirme, vamos, grandísimo, me hace sentirme… orgulloso, con… o sea, duermo… no te puedes ni imaginar (risas)… Claro tío, para mí esto es, esto son cosas que… hombre, que las estoy viviendo y que… que me hacen sentirme muy a gusto y muy bien, y me hacen sentirme como quiero sentirme, entonces, para mí es oxígeno, te lo juro, que venga el director general de Wendy, que te venga diciendo que es capaz de echar a éste y a éste y a éste con tal de que yo no vaya al Wendy, tío, y con tal de que desaparezca y tal, digo, joder, es que estoy en el camino, es que éste es el camino, que no estoy nada confundido, todo lo contrario… (risas)

– Es acojonante porque cuanto más te putean más razón te dan.

– Claro… si es que… es que es eso, ¿no?, es que la conclusión que llegas es que dices, joder, todo este puteo, toda la historia esta es que son razones, es que… es que me están dando la razón, es que estoy… como tengo la razón, pues es todo… es toda esta película y, ya te digo, un jefe de personal, tío, que lleva ahí dos años y que» estoy seguro que ni lo sabe, tío, que su cabeza está ahí en una bandeja esperando a que me la sirvan… (risas) Yo no me lo explico, de verdad, yo es que alucino, tío.

– Pero es el tema de que la mayoría de la gente no sabe la fuerza que se puede tener, por ejemplo, la fuerza que tienes tú ahora para decidir cosas en Wendy, que» y el miedo ¿no?, o sea, una de las principales cosas es que la gente realmente no sabe que puede llegar a ser fuerte, no sabe que tiene una fuerza potencial y que les meten en el coco, macho, que son unos mierdas, unos mierdas y que no pueden hacer nada, y realmente, vamos, yo me he dado cuenta de que hay muchas historias de eso, de…

-Descaradamente, tío, porque… yo que sé, tío, de… es que es verdad, es que lo acabas de decir tú, ¿no?, la gente no es consciente de que si hay una unidad dentro de los propios compañeros y las compañeras, pues esa unidad puede ser tan beneficiosa para sus relaciones laborales que es que estoy convencido de que no son conscientes de lo que eso puede significar, significar de que… de que, joder, una gente que está unida y que hace frente al despotismo de la dirección, puede conseguir mejorar sus condiciones de trabajo de una manera tan grande y significativa, que hasta ellos mismos se quedarían asombrados ¿no?, de decir, bueno, somos capaces de hacer frente y de conseguir cosas positivas para todos (…) Y es verdad, es verdad que la gente no es consciente del potencial que tiene. A mí me gustaría despertarlo y si estoy ahí, si estoy metido en la historia esta es porque quiero despertar ese sentimiento, quiero despertar esa potencialidad que tenemos, que es verdad que la tenemos, porque somos los que sacamos el trabajo, porque somos la fuerza de trabajo y si la fuerza de trabajo no sale, no sale nada (risas). Y lo sabe muy bien la empresa y por eso juega a lo que juega, y por eso articula lo que tenga que articular pues para que eso, para que ese potencial no se llegue a desarrollar.»

«Yo tengo confianza en que la gente despierte y en que la gente empiece a tomar conciencia pues de lo que es y de lo que supone y que, o sea, a mí esa tontería de que ya no existe lucha de clases, para nada. Aquí existe una lucha de clases total y absoluta y además yo creo que más acentuada que antes, porque ahora se pretende… se intenta decir y… intentas, o sea, es todo tan mágico, todo tan light, todo tan… tan ambiguo… como es toda la ambigüedad esa, tal, tal… no existe lucha de clases, eso ya es arcaico, eso ya… ¡Que va!, existe y además acentuada.»

Post-scriptum

El tono de la entrevista fue alegre: Manolo esperaba ganar el juicio y ser readmitido: la empresa carecía, según él, no sólo de razón, sino de motivos legales y de pruebas.

Varios meses después salió el juicio: despido procedente sin derecho a indemnización. Tras nueve años de trabajo en Wendy, salía sin un duro: con una mano delante y otra detrás, que se dice.

En el juicio la empresa alegó «infidelidad» del trabajador a la empresa. Las pruebas que adujo fueron la grabación de unas declaraciones en la radio en las que Manolo daba la razón a la Unión de Consumidores sobre la calidad de los productos de las hamburgueserías, unas fotos en las que se veía una pintada a la puerta de un Wendy: «Wendy terroristas» -que fueron aceptadas como prueba de que Manolo era el autor de las mismas, a pesar de que lo único que se veía era la pintada y no había ningún testigo de la autoría-, y las declaraciones de un abogado de la empresa que aseguraba haber sido insultado por Manolo.

Manolo me contó lo del abogado: un grupo de trabajadores -con Manolo a la cabeza- se hallaban concentrados a la puerta de un Wendy repartiendo planfetos a los clientes que entraban. Coreaban consignas contra la empresa. Un hombre con traje sale del interior y comienza a insultarle, a gritarles. Manolo no sabe quién es, le responde: sin insultarle, diciéndole que no sabe nada de lo que pasa. El abogado -era él el hombre del traje- va inmediatamente a la comisaria a poner denuncia contra Manolo por injurias.

En el juicio, el juez tiene frente a frente el testimonio del abogado -apoyado por varios encargados de la empresa- y el de Manolo -apoyado por compañeros que estaban en la concentración-. El abogado va con traje: perfectamente vestido, con lenguaje cuidado y jurídico, con modos y maneras de gente bien. Manolo es un trabajador que se expresa como tal, que se mueve como tal, que habla como tal y que tiene el cuerpo de tal: de trabajador. Al tener que decidir de la credibilidad de ambos testimonios el juez no tiene dudas: dice la verdad -y la dice bien- el abogado; miente el sindicalista.

Pocos meses después, la compañera -sentimental, que dicen las revistas- de Manolo también es despedida de Wendy. Era encargada y delegada de U.G.T. Como encargada, la empresa le imponía la obligación de llevar la recaudación al banco tras terminar su jornada. Luchó contra esta imposición: suponía una peligrosidad gratuita para los encargados cuando la empresa debería contratar un servicio de seguridad para recoger la recaudación. A la empresa, por supuesto, no le importaba demasiado la integridad física de sus encargados: se ahorraba dinero con este procedimiento. Y se ahorraban problemas despidiendo a quienes lo discutieran.

Tras un período más o menos prolongado de paro, al final ambos han logrado seguir «buscándose la vida», «andando de pie y con la cabeza muy alta», como dice Manolo. La «moderna» gestión de recursos humanos no ha podido con ellos. Pero eso ya es otra historia.

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