Nuevo Futuro: La caridad es un negocio.

Entrevista realizada por Javier Blanco, miembro de ABP


Entrevista realizada por Javier Blanco a Josune trabajadora despedida por Nuevo Futuro, Sevilla, noviembre 2011.

Nuevo Futuro, asociación presidida por aristócratas y dedicada a la gestión de pisos de acogida de menores, fue condenada judicialmente por su política laboral. Sus trabajadores pueden tener jornadas de 90 horas a la semana, muchas sin cobrar. Aunque esta asociación se declara como sin fines de lucro, reconoce beneficios y recibe subvenciones públicas millonarias.

Josune, educadora de menores, cuenta a Abusos Patronales su experiencia de trabajo en la Asociación Nuevo Futuro en Sevilla y cómo fue despedida por reclamar derechos laborales.

Yo entro en julio de 2009 a trabajar en la asociación ‘Nuevo Futuro’; asociación sin ánimo de lucro que se dedica a la gestión de pisos residenciales de menores tutelados por la Junta de Andalucía. Soy pedagoga y entro directamente a trabajar como educadora de menores en uno de esos pisos. Mi trabajo consiste en vivir con los niños y hacer un trabajo de intervención socioeducativa, a turnos. Se supone que se debería hacer de forma personalizada dependiendo de la problemática y de la situación individual de cada uno de los chavales, aparte de las tareas cotidianas, como el mantenimiento, escuela, llevarles, traerles, hacer de comer, la cama… Y una actuación socioeducativa con ellos, coordinado entre el equipo educativo y el equipo técnico. Somos entre dos y cuatro educadores en estos pisos, que cubren las 24 horas de los siete días de la semana. Ya de entrada la cuenta no sale, porque si se pretende trabajar cuarenta horas a la semana… Por otra parte, durante los seis meses que estoy trabajando en ‘Nuevo Fututo’ tengo cuatro contratos de trabajo distintos. Los tres primeros son por sustitución y el cuarto paso a ocupar una plaza que se abre en el piso.

Jornadas de trabajo abusivas

Desde el primer momento la información que te dan sobre los turnos es que se irán viendo, que cuando llegues al piso el resto de compañeras ya te los explicarán exactamente. No conoces lo que vas a hacer y las horas que vas a dedicar hasta que no estás allí en el piso. Y los problemas surgen cuando empiezas a sumar las horas que tienes que hacer. Porque aparte de los problemas que diariamente surgen que requieren que te quedes más tiempo o que entres antes de lo previsto (lo normal era que diariamente se echaran dos o tres horas de más), están las horas planteadas de forma teórica. En mi primer contrato de trabajo en la práctica sumaban 50 horas a la semana, mi turno era de 50 horas. Además, no se está dedicando la atención que requieren los menores porque no estábamos el personal suficiente. Cuando empecé a plantearlo me contestan que esto es así y es así.

Otro de los contratos que hago es de fines de semana y hago sola 48 horas seguidas con los menores: entraba un viernes a las 9 de la mañana y salía un domingo a las 9 de la mañana. Estaba con cinco chavales (lo normal era seis) porque una menor tenía una discapacidad física, iba en silla de ruedas. Cuando entras a trabajar, la otra educadora se va a su casa y te quedas sola durante 48 horas seguidas con los menores. Te vas el domingo y al viernes siguiente vuelves a entrar. Así estuve un mes. Después me hicieron otro contrato con un horario todavía muchísimo más complejo, que ni siquiera es constante a lo largo de la semana. Compartía turno con una compañera y, básicamente, nos hacemos cargo de los menores desde las 2 de la tarde hasta la noche que se van a acostar. La empresa nos plantea este sistema para evitar que una persona se quede sola todo el fin de semana. El nuevo sistema consiste básicamente en que además de tu jornada de lunes a viernes te quedes un fin de semana cada cuatro. Eso quiere decir, que si te toca fin de semana, entras el viernes sales el lunes, tú sola las 72 horas, y continúas haciendo tu semana siguiente. Cuando te toca, son quince días sin salir del trabajo y entre medias tienes un turno de 72 horas seguidas tú sola; la cuestión es que haces una media de 90 horas semanales. Y lo cierto es que es un trabajo que cuando te ves metida en él, es muy difícil no implicarte.

Profesionalidad y derechos frente a voluntarismo y explotación.

Es el juego que tienen. A mí personalmente no me lo han dicho, pero a una compañera sí: este trabajo tiene horas de voluntariado, porque es un trabajo tan vocacional que requiere voluntariado. Tú echas aquí estas horas, te contrato por estas horas, pero luego, lo que haga falta. Es verdad que muchas veces yo misma he aumentado mi jornada laboral por plantear actividades como ir de bici con los chavales o llevármelos al parque del Alamillo, porque sé que de otra manera no se hacen, porque hay una total falta de implicación con ellos. En esta situación te vas cabreando poco a poco.

Mi compañera y yo nos planteamos gestionar el horario entre nosotras para reducir horas; pero vemos que es imposible con el trabajo que dedicamos. Un educador de otro piso nos llama por teléfono para hacer una asamblea de trabajadores. Eso me sorprende gratamente: es la primera vez que veo que los trabajadores de la asociación se mueven. El tema que plantea es también de horarios excesivos y festivos. Yo aprovecho para comunicar a los compañeros nuestra situación y hacerles saber que existe un convenio de empresa desde hace diez años que no se respeta –el 99% de los trabajadores no sabía que había un convenio-. Aunque tenga muchas carencias, si se respetara se solucionarían muchos de nuestros problemas de horarios. Planteo que en vez de hacer reclamaciones individuales, que exijamos simplemente que se cumpla el convenio. Y que también tenemos la oportunidad de modificarlo. A la mayoría le asusta un poquillo el tema pero sí le parece bien que se haga una reunión con los directores de hogar y con la presidenta de la empresa para plantearlo. La asamblea decide que vayamos el educador que había convocado la asamblea y yo a hablar con la empresa. Tenemos una reunión con dos directores de hogar para entregarles la hoja, firmada por todos los educadores, donde solicitamos una reunión con la presidenta de la empresa para presentar el tema del convenio. Cuando termina la reunión el director de hogar dice que me quede un momento. Me dice que a partir del día siguiente tengo un turno distinto. Que yo voy a ocupar los turnos de la mañana, yo sola, sin compañeros de trabajo y sin menores, porque están en el colegio.

Ante la reclamación de derechos, reacción patronal: aislamiento de los compañeros y culpabilización.

Me aíslan de mis compañeros y de los menores para hacer tareas de gestión y mantenimiento. A los pocos días, en una reunión del equipo educativo, este director de hogar plantea quién va a trabajar los festivos de diciembre. Se supone que la gente con más años en la empresa decide si los quiere hacer o no. Si los quiere hacer, son suyos; si no los quiere hacer, el resto de educadores tiene la obligación de cubrirlos. En mi piso nadie quería hacerlos, por lo tanto, teníamos que repartírnoslos. Hasta ese momento la forma de repartirlo era un festivo cada uno. Yo les digo que en diciembre no haría ningún festivo. Primero, porque el festivo anterior, que había sido el 1º de noviembre, lo había hecho yo. Segundo, por mi salud física y mental: ya tenía bastante con los turnos de hasta 90 horas a la semana. El director de hogar se pone fuera de sí y me dice que yo no soy el perfil de trabajadora que busca Nuevo Futuro, porque necesitan personas solidarias y mi actitud es insolidaria hacia mis compañeros de trabajo y hacía los menores. Ese tema de los menores está siempre presente, es un machaque…

El trabajo con menores: el juego de la emoción y el chantaje afectivo que oculta la explotación laboral.

Están siempre con el chantaje emocional de los niños, y que hay que ver y si todo el mundo dijera como tú y no hiciera festivos… Yo soy educadora de un piso, mi función no es organizar los cuadrantes horarios de una plantilla de 50 trabajadores, yo lo único que sé es que tenemos un contrato de 40 horas a la semana y que estamos echando 90, y que eso repercute negativamente en mí y sobre todo en los menores. Cuando estás haciendo durante 72 horas seguidas un turno con los chavales, las primeras 20, y ya estamos pasándonos, puedes hacer tu trabajo de una forma profesional; a la hora número 58, un chaval tiene un conflicto y no eres capaz de reaccionar ni de intervenir como hay que intervenir; al final, quien sufre la carencia del servicio que se ofrece son los chavales. Yo lo había hablado con mis compañeras y nadie quería hacer más festivos. Pero en esa reunión todo el equipo educativo me deja sola, todo el mundo calla. La reunión termina con el director diciéndome: no quieres hacer más, no te preocupes, no hagas más. Todo esto es un 4 de diciembre y el 31 me vencía el contrato. Y claro, no me lo renuevan y no me informan de que no me lo renuevan. La empresa no tiene más comunicación conmigo durante diciembre. Yo me limito a los chavales, al piso y ya está. Y el último día de trabajo, el 31 de diciembre, tuve que llamar a la oficina, donde estaba el director de hogar, para plantearle una cuestión de una niña, y me dice: tú sabes que hoy es tu último día. No se me había notificado nada; yo pensaba que se me renovaba, no, no, pues ya no vengas más. Voy los siguientes días a pedir mis papeles, el certificado de empresa y demás, y empiezan todos los problemas que han continuado durante casi dos años: desde que la empresa se niega a pagarme lo que me debe, hasta no darme el certificado de empresa para que no cobre el paro. Incluso consigo que en el paro me amplíen 15 días para que consiga mis papeles y poder solicitarlo…

Nuevo Futuro: subvenciones millonarias para objetivos educativos que no se pueden cumplir.

Son muy cobardes. Todo siempre es por detrás; nunca a la cara. El director de hogar me dice que a nivel profesional, perfecto, que he sacado un trabajo que se llevaba años sin hacer, de documentación de los menores, de puesta al día de proyectos educativos, de todo. Pero claro, soy una persona conflictiva porque reclamo cuestiones que a ellos les perjudica como empresa y que además estoy arrastrando a compañeros de trabajo a que pidan lo mismo. Que entienda que eso para ellos es insolidario. Cuando ya consigo mis papeles, vemos que lo que he tenido es una no renovación, aunque haya sido un despido encubierto, por lo que legalmente no puedo reclamar. Decidimos junto al sindicato sumar todas las horas que he hecho de más y que no se me han pagado durante los 6 meses que he trabajado en los centros. Me salen 200 horas extras en 6 meses. Ninguna de ellas ha sido pagada ni compensada en descansos ni nada. Con esa reclamación legal empezamos una lucha en diversos frentes, judicial, sindical, social, sobre todo con el objetivo de sacar a la luz la política laboral de esta empresa y el uso que hacen de los menores para recibir año tras año subvenciones millonarias de la Junta de Andalucía, sobreexplotando a sus trabajadores, utilizando los conceptos de solidaridad, respeto…

Las mujeres componen la mayoría de los equipos socioeducativos.

El sector de la intervención social es mayoritariamente femenino. Nuevo Futuro empezó en los años 60. El perfil que buscaba antes era mujer, maternal, que decidiera dejar su vida para meterse en una casa con unos niños y vivir con ellos; incluso, llevarse a sus propios hijos y vivir juntos. Se trabajaba siempre por parejas, solían ser madre- hija, hermanas, matrimonio; gran parte todavía de la plantilla de Nuevo Futuro son personas que hasta hace no muchos años han estado en ese régimen. Son personas que han desarrollado una experiencia profesional larga, algunas de 30 años, pero que profesionalmente tienen unas carencias brutales, y que piensan que la atención socioeducativa consiste en caridad. Aunque Nuevo Futuro no tiene vinculación religiosa, dado el perfil de las trabajadoras que tiene entregadísimas, se dificulta mucho plantear en esos equipos de trabajo que esto no es vocacional, que es una profesión y que tenemos nuestros derechos como cualquier trabajador.

La sentencia judicial condena a Nuevo Futuro a reconocer que las horas nocturnas y las de fin de semana son trabajo efectivo.

Aunque yo no tenía justificantes de ello, la empresa reconoció que yo había dedicado todas esas horas. Ellos no tenían problema en decir eso; evidentemente alguien tenía que estar con los chavales. Si no reconocían que esas horas las había echado yo, tenían que reconocer que las había echado otro educador o educadora; porque entre cuatro personas no sale la cuenta. Para la empresa las horas nocturnas o en fines de semana no eran horas de trabajo efectivo, sino horas de permanencia en el puesto de trabajo. Decían: si los chavales están durmiendo, tú ¿qué trabajo estás haciendo? Ninguno, y las horas de trabajo no efectivo no hay que remunerarlas. Lo que se ha juzgado ha sido eso. No si he echado esas horas o no, sino si había que abonar este tipo de tarea. Y ha salido favorable. Aparte de la cantidad que me van a pagar en algún momento y que es mía y me la he trabajado; la sentencia reconoce que no existen horas de trabajo no efectivo. Y mucho menos cuando estás a cargo de unos menores de edad, tú eres responsable. Como hacen eso con todos sus trabajadores, unos 600 en plantilla, calculamos que la empresa deja unos 24.000 euros al mes sin pagar en horas extras. Y es una empresa privada que se queda con dinero público y encima no declara porque está constituida como una asociación sin ánimo de lucro.

La Junta se lava las manos.

Cuando me echan, solicito una reunión con la Consejera de Bienestar Social, Micaela Navarro, que es de quién depende este área, y me derivan a la Directora General de Infancia y Familia de la Junta de Andalucía. Me reúno con ella y le cuento con nombres, apellidos, fechas, datos, todo lo que yo he visto dentro; le hago saber que con esta situación laboral se desatiende a los menores. Dicen que van a abrir una investigación interna porque esto no puede ser… Me reuní con ella en marzo-abril de 2010. Y me consta que esa persona ya no es Directora General de Infancia y Familia. Intenté hacerlos responsables, vosotros sois responsables, tenéis la documentación que he redactado y he firmado y podéis ver el trabajo que se hace con ellos. Y tenéis una responsabilidad que es la tutela de esos menores. La tutela la tiene la Junta, lo que cede a los centros de menores es la guarda legal. Has retirado la tutela a una familia para asumirla tú y desatender luego a ese chaval. ¿Qué criterio es ese?

Importante papel de la Inspección de Trabajo que levanta acta de infracción a Nuevo Futuro.

Puse una denuncia en la inspección de trabajo contando todo lo que te acabo de contar. Y afortunadamente. Porque en febrero recibo una carta de la inspección de trabajo diciendo que se ha comprobado todo lo que he denunciado y que levantan un acta de infracción contra la empresa obligándola a pagarme y a cotizar por todas esas horas que he echado de más. Y así ha sido. Lo que pasa es que desde que se pone la demanda en el juzgado se paraliza el tema de la inspección de trabajo hasta que haya sentencia firme. Pero al día de hoy la inspección de trabajo ha levantado un acta de infracción contra la empresa. Y es muy difícil que te respalde la inspección. Acudió una inspectora a las oficinas de la empresa, pidió la documentación, pidió los papeles; la empresa se agarró a eso de, sí esta persona tenía estos horarios, estos turnos, pero es que las horas nocturnas no las pagamos, porque no son horas de trabajo efectivo. La inspectora de trabajo me dijo que en la vida se había encontrado una situación igual, que la empresa no intente mentir; que con toda la cara del mundo reconoce que esa es su política laboral. Y la inspección de trabajo era nuestra única baza a nivel judicial, porque a mí no me han dado en seis meses en la empresa ni un cuadrante, ni un papel, ni nada. Lo primero que se dijo en el juicio fue que la empresa reconocía las 200 horas. A mí la empresa me ha ofrecido dinero. A los pocos meses, todas las acciones que hacíamos, concentraciones y demás, piquetes informativos, llamábamos a la empresa y decíamos, vamos a continuar con la campaña, vamos a sentarnos a hablar de esto. La empresa se ha negado, nunca se ha sentado con nosotros; y llegó un momento que dijo, mira, hablar no, pero si quieres te pagamos; lo que tu nos digas que se te debe y tú retiras la demanda.

Una empresa sin ánimo de lucro que gestiona millones en dinero público.

El sector de la intervención social si algo lo caracteriza es su desregulación absoluta. Los convenios son de empresa y no son reales. Porque en la práctica, son imposibles de llevar a cabo. Es un negocio con subvenciones millonarias cada año. Por un chaval se pueden recibir hasta 3000 euros de subvención al mes; dependiendo si es un centro terapéutico, si no lo es. Estás recibiendo ese dinero, oficialmente publicado, y a los chavales les das de comer con el dinero que dona el Banco de Alimentos o los chavales utilizan ropa que dona Cáritas, y tienes la mitad del personal pagándoles 900 euros al mes por 90 horas de trabajo a la semana. Pues ahí estás embolsándote una cantidad de millones que, como ya está justificado el gasto, da igual ser asociación, ser fundación, da lo mismo. Nuevo Futuro tiene publicada en su página Web una Memoria de 2007 donde reconocen que obtuvieron un beneficio de 21 millones de euros. ¡Y lo escriben en su Memoria y lo publican! ¡Pero no pasa nada! Pero es la Memoria del 2007, estamos en el 2011 y no ha pasado nada. Porque pueden. La presidenta de honor de esta empresa a nivel provincial es la duquesa de Alba y a nivel estatal es la hermana del rey, Pilar de Borbón. Y en Cádiz es Beatriz de Orleáns…

La aristocracia dirige un negocio alrededor de niños y desigualdades sociales.

La caridad es un negocio. Ha sido nuestro lema: ‘no al negocio de la caridad’. Consideran que no hay que hacer una intervención social, sino caridad para que se siga reproduciendo. Las desigualdades tienen que seguir, porque esto es un negocio y yo tengo que seguir teniendo a chavales que vayan a pisos que yo gestiono por los que me dan dinero. Y eso son los rastrillos benéficos que hace Nuevo Futuro. Y junto a las subvenciones, también reciben ingresos mensuales de particulares, de empresas como Cajasol, Cruzcampo, que a través de sus fundaciones dan dinero, soporte y medios para organizar, por ejemplo, rastrillos como esos.

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