Suciedad en la empresa de limpieza

Entrevista realizada por Enrique Martín Criado, miembro de ABP


Manoli ha trabajado durante la mayor parte de su vida en la limpieza, en distintas empresas. El caso que aquí se relata tiene que ver con una de ellas: una empresa con numerosas subcontratas en la Administración pública. Tras trabajar varios años en esta empresa, Manoli es destinada a una universidad, con funciones de encargada del turno de tarde «con más de cincuenta personas a su cargo-, pero sin que se le reconozca la categoría en el contrato: tiene una gratificación que percibe sólo algunos meses. Su trabajo supone coordinar a todos estos trabajadores, moviéndose entre los distintos edificios de la universidad, asignando trabajos, velando por que no falte material y porque toda la carga de trabajo pueda resolverse con los medios disponibles sin que haya conflictos. Buena parte del trabajo que realiza no le correspondía a ella, sino a la encargada general de la empresa en la universidad, hermana de uno de los directivos.

Tras un primer año en que las cosas «iban bien», aunque con «mucho estrés» debido a la enorme carga de trabajo, Manoli empieza a sufrir los desplantes de la jefa: ésta le quita toda autoridad frente a los trabajadores a cargo de Manoli, le oculta información, comienza a tratarla mal «de palabra, de gestos, de miradas»-. A ello se le añaden otras circunstancias: las horas extras se pagan con mucho retraso o no se pagan, la empresa lleva de forma ilegal trabajadoras a otras subcontratas, aumentando la carga de trabajo de las que quedan en la universidad, la jefa ejerce un poder basado en parte en el hecho de tener a la mayoría de las trabajadoras con contratos precarios, pero también en base a pequeños castigos que administra tras lograr informaciones de qué es lo que más puede doler a las trabajadoras» Un día, tras una humillación más a cargo de la jefa, Manoli decide no seguir ejerciendo de encargada, limitarse a hacer lo que estipula el contrato. Ello le vale el despido. Manoli acude a la CNT y comienza una serie de movilizaciones que le valdrán la readmisión.

Su relato nos muestra algunas de las prácticas que parecen moneda corriente en muchas subcontratas «precariedad, impago de horas extraordinarias, exigencia de hacer horas extraordinarias para no tener «problemas», abusos en las nóminas, amenazas a quien quiera exigir que se respete la legalidad»-, junto a un ejercicio perverso del poder por parte de la jefa. También nos muestra cómo estas situaciones se suelen mantener por la falta de una respuesta de los trabajadores y cómo, cuando esta respuesta se produce, las cosas pueden cambiar. Y también nos muestra la importancia de un elemento para que esta respuesta se produzca: la necesidad de mantener un sentimiento de dignidad, de respeto, de ser tratada como una persona: una necesidad que algunas empresas, incapaces de ver a sus trabajadores como personas, ignoran completamente.

Robando por aquí, robando por allá

Para ponernos en situación, comenzaremos con algunos fragmentos de las prácticas ilegales que parecen cotidianas en la empresa.

«Te pagaban lo que les daba la gana. Las que eran más antiguas, esas sí, esas cobraban lo que debían. Pero allí había mucha gente de contrato, y además muchísima gente que echaba muchísimas horas extra, horas que se perdían, que no pagan, si echas veinte horas extra te pagaban seis, siete, te pagaban las horas extra a los 4 o los 5 meses, y con el transcurso del tiempo se perdían, la gente te lo reclamaba una vez, dos veces, pero ya se aburrían, ya veían que era para nada, porque además en el momento que tú reclamas algo, te quejas de algo, te dan más fuerte»

«Me quejaba cuando me venía una nómina que yo había trabajado 40 horas extra en un mes, cuatro fines de semana, sábado y domingo, abrillantando suelos en la universidad, porque durante la semana no se podía hacer, y cuando venía el mes en que echaba las horas, yo sabía que no venía, pero cuando venía el mes siguiente y no me habían pagado ni una hora extra, pues yo le decía: tengo 40 o 50 horas, de otras que haya echado antes, no me habéis pagado ninguna hora extra» «Ah, pues eso es que ha sido R.», el que hace las nóminas» Y yo hablaba con ellas, pues a lo mejor tres o cuatro veces, y ya a la cuarta ya no hablaba con ella, ya llamaba a mi jefe y hablaba con él. Me hacían el mismo caso el uno que el otro.»

«La empresa le ha robado a la universidad en horas. Tenía que haber 55 personas en nómina y haber 40, no cubriendo bajas, no cubriendo vacaciones, llevándose a las trabajadoras a trabajar en otro sitio, y firmando en la hoja de firmas de la universidad, falsificando firmas de los trabajadores, de personas que ni siquiera existen. En la hoja de firmas que pasa la universidad, porque esa hoja la hace la universidad para controlar supuestamente a la plantilla de la contrata. Pero ahí no es solamente la empresa la que comete ese fraude, la empresa puede cometer ese fraude porque alguien de la universidad está tapando también eso, la persona que supervisa la contrata, que está encargada de supervisar si la contrata está cumpliendo y si tiene la universidad limpia o no. Pues esas son las personas que han estado tapando eso. Porque además esas personas nos conocen a toda la plantilla, y saben si yo no he ido a trabajar» Si no voy un día, pues es fácil que nadie se dé cuenta, pero si yo estoy de baja 3 o 4 meses, esa persona me va a echar de menos, y si luego ve en la firma que estoy firmando, ¿qué pasa aquí?¿que voy, todos los días a firmar y después me voy? Ya te digo que muchas cosas, pues a cambio de favores personales, tienen sus beneficios, sus regalos, se va a grandes almacenes a comprar con la tarjeta de la empresa de limpieza.»

«Llevarse a gente fuera de la universidad, a otro sitio, a trabajar, y no decírmelo. Porque allí pasaba una cosa, que yo procuraba solucionar todos los problemas que había, se me ha dado el caso de cubrir el trabajo de tres personas que faltaban, recoger papeleras, ceniceros, hacer un cuarto de baño» pero bueno, se ha salido del paso ese día, he cubierto el trabajo de tres personas, y aparte, controlar, organizar»

¿Lo hacías tú sola? ¿No recurrías a otros trabajadores?

No, no, no. Yo, a lo mejor alguna compañera del edificio venía a echarme una mano, a ayudarme a recoger, porque normalmente allí tienes mucho trabajo. Allí una trabajadora tiene el trabajo que les corresponde a dos personas. Donde tienen que haber dos personas allí hay una. Entonces, había sitios donde eso se puede hacer, lo que yo hacía, pero hay otros sitios donde yo no hubiera podido hacerlo. Pero bueno, hay plantas, hay edificios más limpios, que en un momento dado vacías una papelera, pasas una bayeta por una mesa que sea un poco más delicada, y cubres el expediente. Pero lo he hecho. Y ella se llevaba a esas personas a trabajar fuera de la universidad. Y a mí me hacía de ver… Pero bueno, si yo he ido también a trabajar fuera de la universidad, si yo sé lo que se hace, ¿cómo me ocultas a mí eso si antes o después me voy a enterar? Entonces eso es un» yo me sentía muy mal con esas cosas. Porque yo hago las cosas, si tengo que hacerlas, las hago, pero no me tomes el pelo. Yo te respeto a ti, te tengo al tanto (?) Porque sobre todo, la imagen que daba ella, ¿qué respeto me pueden tener los trabajadores si ven que ella me miente, me oculta, no me trata bien?»

¿Exigir derechos?

La empresa tiene a la mayoría de las trabajadoras en precario, ello le sirve para aplicar la táctica corriente: «¿quieres derechos o quieres seguir trabajando?». Pero la empresa es más creativa, y sabe dar un trato individualizado a los trabajadores»

«La gente no la respetaba, la tenían miedo, porque sabían que era la hermana de un jefe de la empresa, que te podía echar a la calle cuando quisiera, como de hecho me echó a mí. Y que cuando a ella le diera la gana, te echaba, echaba a quien quisiera. Ella nada más tenía que decirle a su hermano: «esta mujer me da problemas» y se la quitaba de enmedio».

«Aquí se va contra una trabajadora que reclame su plus o contra una trabajadora que se queja de que le falta dinero en la nomina, contra esas personas sí se hace, pero no se hace contra personas que se llevan material importante de la universidad.»

Antes decías que cuando un trabajador se queja o algo, van a por él, ¿qué es lo que hacen? ¿Despedirle directamente?

No, primero te machacan antes de echarte a la calle.

¿Cómo?

Por ejemplo, si la empresa sabe que tú estás a gusto en ese sitio, en el momento que te quieren putear lo primero que hacen es cambiarte. Además, te van a mandar al peor, al que sabe que tú… Por eso, ésta hablaba con la gente para sacar todo ese tipo de cosas. Tú, ¿qué me has dicho? Que estás muy contenta en tu edificio, «que lo tengo muy limpito, porque mira, porque fulana me ha dicho que muchas gracias, porque me ha dicho que tengo el despacho muy limpio», o han dado una felicitación, algunas veces por correo electrónico, hay gente que bueno, pues felicitan el servicio que tienen o demás. Pues como alguien de un departamento vean que la trabajadora que está ahí, están contentos con ella, ella está contenta, a la primera que me hagas, vas fuera de ahí. A la primera, o a lo mejor sin hacerme nada. Porque ellos no quieren que las limpiadoras tengamos trato con la gente de la universidad, por ejemplo, o de las consejerías. Las empresas que los trabajadores creemos vínculos con personas de, digamos, de otro estatus, que haya simpatía, o aprecio. Y si ellos pudieran, nos tapaban la boca. De hecho, el logo de la página web es una limpiadora con la fregona y la boca tapada, para que no hable. Y eso está, para que no protestes por tu situación laboral, para que no hagas ninguna reclamación, porque si haces alguna reclamación, van por ti. Si ellos pudieran tenerte la boca tapada y que no habláramos con el resto de la gente, lo hacían, para que no contemos cosas» Entonces, lo primero que te hacen es si saben que estás bien en un sitio, mandarte a otro, al peor trabajo, si tienen que darte un material en mejores condiciones, «mañana te lo doy», y a lo mejor te llevas una semana detrás de ella para que te dé cualquier cosa, un uniforme» Hay quien tiene 5 o 6 uniformes y hay quien tiene uno, que lo tiene que secar con la plancha, para poder estar en condiciones en el trabajo. Cosas como esa, no te lo facilitan y además te entorpecen más tu trabajo.

Y luego, faltar dinero en la nómina eso es» Los contratos precarios, también se aprovechan de eso, te amenazo. Una trabajadora de contrato, que pidió su día de asuntos propios, que llevaba dos años, ésa es una de las que despidieron después a raíz de la huelga, pidió su día de asuntos propios y le dijo: «te recuerdo que eres de contrato».»

«Ella le gustaba hablar con la gente, pero aparte, ahora con una, luego con otra, y procuraba recoger todos los cotilleos que hubiera. A ella siempre le gustaba saber las miserias de cada trabajador, para después utilizarlas. A ella le gustaba saber, si tú tenías un problema con tu marido, o con un hijo, o económico, mejor todavía. Ella quería saber todo ese tipo de cosas, porque después las utilizaba en tu contra. Se ponía muy bien puesta contigo, para que tú confiaras, todos tenemos algún día flojo, en el que necesitas hablar a lo mejor, y si encuentras una persona dispuesta a escucharte» Entonces ella sabía todo de toda la gente que trabaja allí. Porque era su misión»

Pero, ¿cómo lo hacía?  Porque me contabas…

Pero es que yo, cuando yo llego allí, ella llevaba más tiempo, y entonces tú llegas allí y te pones muy bien puesta, y empezamos a funcionar con nuestra mejor cara, tú llegas a un sitio que nadie te conoce y procuras dar buena imagen («) Y, claro, una vez que ella sabe de la gente, imagínate, una trabajadora nueva que llega, había veces que a las trabajadoras nuevas las trataba como la que te he dicho: «soy Anabel, la que putea», pero bueno, con otras se ponía muy bien puesta, dependiera de por quién venía a la empresa, si era enchufada de fulano, de mengano, de alguien de la universidad» Claro, eso es el principio, pero después ya» Además, hay gente que aunque le hayan dado un palo, si mañana van y te rodean un poquito y te pelotean un poquito se olvidan muy rápido de la putada que le hayas hecho el día antes. «Si hoy me tratas bien, te perdono lo que me hiciste hace dos semanas». Y así es. Porque además es que les conviene, y es que es normal, porque cuando tú estás en un ambiente donde tú estás viendo que hoy están machacando a aquel pero que mañana pueden venir a machacarte a ti, tú procuras hasta pasar desapercibida, y lo que quieres es pasar desapercibida».

Y las informaciones, ¿cómo las utilizaba?

Pues mira, por ejemplo, yo puedo tener un problema económico ahora mismo, bueno, ahora mismo o por mucho tiempo, porque los sueldos de la limpieza no son nada del otro mundo, y hay muchas mujeres separadas, madres solteras, que tienen que mantener». Y bueno, que los sueldos son como son, y si el sueldo son setecientos y pico de euros, pues a lo mejor, mañana a ella le interesa que vayas a hacer horas extras» Cuando te mandan a echar horas extras no puedes ni preguntar cómo te las van a pagar, porque entonces ya se molesta. Si le dices que sí, sin problema, echas las horas que tengas que echar y los días que ella quiera, pero no le preguntes ni a cómo le vas a pagar la hora extra, porque ya se cabrea y ya te da el día. Y si le dices que sí, muy bien, pero en el momento que le digas que no, pues te echa en cara: «¿tú eres la que necesita dinero?» O si alguien en un momento dado ha pedido un anticipo, pues ya es lo suficiente para tener a esa persona esclavizada de lo que ella quiera, que a lo mejor te hace ir a la universidad un sábado, un domingo, para una hora. Hay personas que no tienen medio de transporte, que tienen que ir en autobús, ¿tú crees que a ti te compensa ir a la Universidad en autobús para trabajar una hora, que te la van a pagar a cinco euros? Y que no sabemos cuando te la van a pagar, si este mes o dentro de cuatro meses. Pues para eso ella quiere saber eso.»

Cómo tratar a una encargada

Es en esta situación donde Manoli comienza a trabajar como encargada. Aunque al principio la situación va «bien», pronto comienza a deteriorarse. Al impago de las horas extraordinarias, al hecho de tener un contrato que no se corresponde con sus responsabilidades, a la sobrecarga de trabajo «muchas veces Manoli tiene que ir, a pesar de estar en turno de tarde, por las mañanas porque la jefa no se encarga de lo que debería; en otras ocasiones, como se ha visto en una intervención anterior, ha de asumir el trabajo que queda sin hacer porque la empresa se lleva a trabajadores a otros lugares-, se le suma una acumulación de humillaciones que van minando su moral.

«(Al principio) Las cosas iban bastante bien, porque claro ella veía que yo le solucionaba problemas, que yo le hacía el trabajo, que las cosas funcionaban bien, ella tenía bastante menos trabajo, entonces iba bien, pero no sé cómo, pero poquito a poco, empecé a palpar un cambio, como una desconfianza, como un recelo, y la armonía que había fue deteriorándose. A la hora de planificar el trabajo el modo de hablarme, como si yo hubiera hecho algo mal» y empezaron a ir las cosas mal, empezó a tratarme mal, al principio eran eso, síntomas, y poco a poco cada vez» Claro yo allí ya me iba sintiendo, al principio iba perdiendo yo mi fuerza, mi decisión, mi seguridad a la hora de trabajar. Después ya vi que no, ya reaccioné, porque eso es como un maltrato psicológico

– Pero como era, ¿de palabra, de…?

De palabra, de gestos, de miradas, ¿entiendes?

«Entonces, se convirtió en una persecución, en una desconfianza. Yo te voy a decir frases para que tú veas cómo es esta persona. (!) Por ejemplo, empezó una mujer a trabajar, y el primer día que empieza a trabajar esa mujer, yo le estoy explicando el trabajo, y llega ella con muchos aires de superioridad, que era su forma, ¿no?  Y se presenta: «Soy Anabel, la que putea». Esta es la presentación que una jefa de servicio de una universidad se hace a una trabajadora que empieza a trabajar. Y, por ejemplo, empieza un chico joven de 20 años a trabajar, un crío de 20 años, estaba ella con el chico que empezaba, que yo ni sabía que llegaba un niño nuevo, y dos compañeros. Entonces yo paso por la galería, y me llama, me paro, y me dice: mira que este chico se llama» y le dice a él, «mira, esta es la encargada de tarde, pero cuanto menos caso le hagas, mejor». Mis dos compañeros se miran uno al otro, imagínate, en qué situación me deja a mí ante un crío que empieza a trabajar, que hay que enseñarlo, y que ella que es la jefa más alta le dice «cuanto menos caso le hagas, mejor».»

«Mucha fuerza psicológica he tenido que tener para mantenerme firme, porque la verdad es que era una cosa diaria, y ya ibas al trabajo y» «bueno, a ver qué me encuentro hoy». Muchas veces no era a lo mejor lo que dijera, sino en el tono que lo decía, ella andaba por esos pasillos que parecía que era la reina de Saba, era impresionante («.) Ella no tenía trato con ningún ordenanza de ningún edificio, no se llevaba bien con nadie, tú no puedes llegar a un edificio y para pedir que te abran un aula: ¡Ábreme esa puerta! Eso no se hace así. Das los buenos días, las buenas tardes»»

«Tu tropiezas en tu vida con una persona así y te hunde, porque tu moral te la deja por el suelo, te la pisa, y en la mayoría de los casos no tienes defensa, no tienes quien te ayude. Porque la gente tiene mucho miedo, mucho miedo a las represalias, porque mientras le toque al de al lado, yo me callo la boca, a ver si a lo mejor no se da cuenta de mí y a mí no me hace nada. Y así no se puede trabajar.»
La decisión» y el despido

Tras el incidente en que la jefa le dice a un trabajador «no le hagas caso» y la acusación por otro trabajador, ante la jefa, de haber robado, Manoli llega al límite:

«Pero en verdad lo que a mí me hizo decidir» A mí me echaron porque yo un día dije: «No me pagáis el plus, pues mi contrato es de limpiadora, yo me limito a limpiar, y dejo de… Pero en verdad tampoco yo di ese paso por el hecho de que no me lo pagaran, yo di ese paso cansada de aguantar sus modales, su forma de tratarme, sus humillaciones y su falta de respeto. Porque a mí un día hubo un problema con un trabajador, era un trabajador con el que había habido muchos problemas. Entonces, estábamos ella, yo y el trabajador, y el trabajador pone en duda mi honradez, dice que él qué sabe lo que yo me llevo de la universidad en mi mochila. Y ese hombre me ataca a mí con eso, conociéndome ella, que ya llevábamos tres años trabajando juntas, y ella no me defiende. Y este trabajador me echa en cara que yo un viernes en el trabajo me pinté las uñas. ¡Un día! Me echa en cara eso. Y ella permite que ese trabajador me esté diciendo esas cosas delante de ella. Porque mira, aunque ella me hubiera dicho a mí después: «Manoli, si te tienes que pintar las uñas, píntatelas, pero que no te vea nadie», aunque me hubiera dicho eso, ante el trabajador ella tenía que haber dicho: «Mira, Manoli se pintará las uñas en el trabajo cuando ella lo crea conveniente, porque tiene capacidad para hacerlo, y porque tiene mi permiso para hacerlo». Ella tendría que haber dado la cara por mí en ese momento. Pero a mí, pone en entredicho mi honradez, que yo posiblemente me esté llevando cosas. Yo no me las llevaba, se las llevaba él, y lo sabía la empresa, y lo sabían todas las trabajadoras, porque allí todo se sabe. Porque en la universidad, y con esta persona al frente, lo que menos importa es que seas una persona honrada y trabajadora, y cumplidora, eso es lo que menos importa. Lo que más importa es en la medida que tú te arrastres y que tú entres por el aro.»

«Y entonces eso era un viernes, y yo terminé la jornada y me fui a mi casa, y en el fin de semana, ya, mira «a mí no me compensa estar así». Yo durante bastante tiempo ya tomé confianza con algunas trabajadoras con las que yo me desahogaba, a las que yo contaba «y no entiendo esto, y ¿por qué me tiene que hacer esto? y ¿qué es lo que quiere…?» Bueno, esto es para estar allí, lo que yo te cuente no te vas a hacer una idea, es para estar allí. ¿Quién lo entiende? Personas que están allí. «Oye, yo no sé lo que quiere». Alguna me decía «¡Mándala a freir espárragos!» y cosas más fuertes. «Venga ya, y te pones a limpiar, que trabaje ella que tú eres la que está trabajando, ella es la que está cobrando el cargo, ella tiene la reputación de que la universidad funciona muy bien, y tú eres la que le estás sacando las castañas del fuego». Yo no necesitaba que nadie me dijera eso porque eso yo ya lo sabía, pero cuando te lo dicen los demás, pues como que tú lo ves más claro: «Bueno, ¿a mí me compensa este malestar, este no desconectarme del trabajo el tiempo que estaba en mi casa? No me compensa, porque yo trabajo por la tarde, me voy por la mañana, que al fin y al cabo el plus me lo pagaban una vez cada 4 o cada 5 meses, el mes que a él le parecía, me metía a lo mejor en la nómina, no sé, 150 euros, ¿entiendes? Pues no, yo quiero tener mi nómina regular, yo quiero saber a final de mes lo que voy a cobrar. Y entonces digo: yo trabajo por la tarde, me voy por la mañana dos días a la semana a limpiar una casa, y saco mucho más, y estoy tranquila, relajada, disfruto de mi trabajo, de mi vida, de mis cosas, y no tengo necesidad de estar amargada así, por el trabajo. Y entonces decidí en el fin de semana, el lunes voy a hablar con el jefe y le digo que quiero dejar el cargo. Yo llamo por teléfono, quiero hablar con él para hablar en persona, él me dice que está afuera «el jefe era el hermano de ella-, y que no volvía hasta el viernes. Digo, pues mira, te lo voy a decir por teléfono: «Dejo de ser encargada, no puedo aguantar más, no aguanto más a Anabel, no la entiendo, no sé qué es lo que le pasa, y además no estáis cumpliendo conmigo, y yo estoy cumpliendo» El me pidió que le fuera fiel a la hermana, y yo le digo «Yo he cumplido hasta ahora, y como sé que a partir de ahora no lo voy a hacer, pues dejo de ser encargada, para que no digas a todos que te engañé», «No, tranquilízate, piénsatelo» Bueno, yo voy a hablar ahora con Anabel, cuando llegues al trabajo hablas con ella». Llego a la universidad, voy al despacho de ella, yo llevaba todo preparado, las llaves, los papeles, para entregárselo. Y entonces le digo: «¿has hablado con Carlos? «Sí» «Pues entonces ya sabes a lo que vengo», «No, no» «se le descompuso la cara- «a mí Carlos que tú ibas a hablar conmigo hoy al mediodía», «Bueno, pues entonces te lo digo yo, aquí tienes esto, dejo de ser encargada». Empieza a llorar, que por qué, que le explique. «¿Qué quieres que te explique?¿Cuántas veces voy a hablar contigo? ¿Cuántas veces te voy a explicar que no voy a permitir más tiempo esta situación? ¿Que tú no me das la cara por mi? Luego ya supe que incluso le preguntaba a la gente qué es lo que yo hacía, lo que no hacía» Si me estaba partiendo los cuernos por esa empresa diariamente. Yo me tenía que desplazar a la universidad con mi moto para solucionar antes a los problemas. Cuando ella llegaba por la mañana se encerraba en el despacho y no quería saber nada de allí. Cuando yo por la tarde tenía que solucionar cosas que ella por la mañana no había hecho. Y dejar las cosas bien amarradas para la mañana siguiente. Cuando después había una trabajadora que no trabajaba, que dejaba las cosas de cualquier manera, y yo tenía después cualquier palabra con ella, y ella no me respaldaba. ¿Qué es lo que quería? Y entonces, que me lo pensara, no sé qué. Le dije: «mira, dime donde me voy a trabajar». Y ella me dijo que yo ya sabía cuál era mi trabajo y que no tenía que decirme nada. Como no me dijo nada, pues yo me puse a hacer lo que antes le hubiera dicho a otra persona que hiciera» Y así me estuve una semana, y nadie me aceptaba mi baja, ni ella ni el hermano hablaban conmigo, ni le decían a las trabajadoras nada. Las trabajadoras, la que era un poco más larga, más o menos se daba cuenta de que algo pasaba, a mí venía la gente a pedirme material» Pero claro, algunas no se les daba por alto que yo ya no era» Yo evitaba ir a merendar con las compañeras para evitar que me preguntaran» Una semana muy difícil para mí, muy difícil. Y ya ese viernes por la tarde, antes de terminar la jornada, cogí y las reuní, como la empresa no les comunicaba que yo ya no era encargada, pues yo se lo dije. Y el lunes me llama por teléfono ella, que pase por la oficina, me paso antes de ir a trabajar, y un jefe de servicio nuevo, que yo no conocía, me mete en el despacho y me da la carta de despido. Leo la carta, yo ya había llamado a la delegada de CCOO, porque la delegada de CCOO sabía lo que me estaba pasando, yo hablaba con ella. Entonces le dije: «mira, me han dicho que me vaya por la oficina, no sé lo que me voy a encontrar». «Bueno, tú tranquila, tú ves para allá y con lo que eso me llamas». Cuando llego me dan la carta de despido, la leo, me quedo mirando al jefe, digo «Esto, bueno, espérate que voy a llamar a mi delegada» «sí, sí, claro, llama». Estuve una hora esperando porque no me podía atender el teléfono, y yo dije que yo de allí no me movía hasta que no hablara con la delegada, y él en el despacho y yo allí enfrente, sin moverme, le hice perder una hora. Muchas veces decimos: ¡Uy!, yo no sería capaz de hacer eso. Tú nunca sabes lo que tú puedes ser capaz de hacer, porque te lo juro que yo sí que no pensé nunca que yo fuera capaz de hacer todas las cosas que he hecho. Lo que pasa, que todo depende de la presión que tengas.»

De la indignación a la movilización

«Entonces, una hora, él allí sentado y yo enfrente, y yo ya le hablaba, como si estuviera hablando sola, «esto es increíble, en esta empresa nada más que hay incompetentes, esto es inexplicable, vamos, que se esté una partiendo la cara»» Pero yo así, y él escuchando» Y le digo «Tú no me conoces de nada, porque llevas poco tiempo aquí, pero bueno, ya irás viendo con la gente que estás trabajando, ya»» Y ya por fin consigo hablar con la otra y me dice: «No firmes nada y vete a tu casa». Digo: «¿cómo? Que sí, que te vayas a tu casa, que ya hablaremos con Carlos. Digo: No, yo voy a mi trabajo ahora mismo, yo no me voy a ir a mi casa. Y le digo a él: «Mira, yo esto no te lo voy a firmar, y yo me voy a mi trabajo ahora mismo». Y me dice: «Hombre, yo te recomendaría que no fueras porque a lo mejor no te van a dejar trabajar». Digo: «Mira, para que yo no entre en mi edificio hoy a trabajar tiene que haber un coche de policía en la puerta, y así y todo veremos a ver si entro. Así que te aseguro que yo hoy voy a trabajar» «Bueno, bueno, pues tú sabrás». Me voy a la universidad, me la encuentro a ella y le digo: «Me han dado la carta de despido» «¿Sí? Ah, no sabía para lo que era» Y ¿qué vas a hacer?» «¿Que qué voy a hacer? Irme a mi edificio ahora mismo» «Bueno» Ella no se atrevía a decirme a mí, no trabajes, ni mucho menos. Porque claro, cuando tú te ves insegura de lo que tú quieres» Que yo no me derrumbé, que podía haberme dado por llorar, oye, que yo tengo sentimientos, y que yo me sentía muy mal, y podía haberme dado por llorar de impotencia y ya está. Y le digo: «Pero te voy a decir una cosa, eh, voy a defender mi puesto de trabajo con uñas y dientes o con lo que sea». Y ya con eso le dije bastante. Pero todo esto, sin yo poderme imaginar que yo iba a poder hacer lo que hice, porque yo jamás me había visto en una situación» Yo lo único que tenía ganas era de patalear. Yo decía que yo no me podía conformar con que me tiraran a la calle como si yo fuera una colilla. Yo soy una persona que he trabajado muchísimo, que soy muy responsable, que he hecho mucho en mi trabajo, y que a mí no me podían tratar como si fuera una colilla.

Trabajé ese día y al día siguiente me llegó un burofax a mi casa con el despido. Ya me dijeron que no fuera. Yo iba a ir también, pero bueno, digo, es tontería. Me pongo en contacto con la delegada de CCOO, veo que allí hay un mamoneo muy raro: «Tranquilízate, que ya hablaré yo con Carlos, que más adelante te llamará para trabajar». ¿Que más adelante? Pero, ¿esto qué es? Que a un trabajador lo despide la empresa, que ustedes que sois nuestros representantes y que a mi me digáis que me vaya que ya convenceréis a Carlos, ¿de qué tenéis que convencer a Carlos? Coged a Carlos por los huevos si hace falta. Entonces ya vi claro lo que había, que se sabe, porque estamos hartos de ver cosas, porque muchas cosas, porque nunca piensas que ante una cosa así te van a dar la espalda. Bueno, pues llamé a otros compañeros de la universidad, y ya les dije lo que había pasado, compañeros que habían llevado una huelga un año y medio antes, y les comenté lo que estaba pasando, uno en particular me intentó ayudar, y me dijeron por otro lado una compañera: «Vete a la CNT, que son los que nos han ayudado en la huelga»» Y ya me vine» Pero sí, ya te digo, mi intención era patalear, darle un poquito de ruido. Pero ni idea de manifestaciones ni de concentraciones ni de nada, yo no tenía ni idea de lo que era esto. Y nada, pues tuve la suerte de que vine aquí, expuse mi tema, y bueno, se puso la demanda por despido improcedente, y se empezaron a hacer concentraciones, en mayo o junio, el curso terminaba, fuimos con los compañeros del sindicato, formamos un poco de ruido y luego tuvimos que dejarlo porque eran las vacaciones, no había alumnos». No tuve apoyo de mis compañeras, sin ningún rencor hacia ellas porque yo sabía mejor que nadie lo que había y entendía porqué no me apoyaban. A raíz de mi despido, hubo compañeras que se afiliaron al sindicato y que estaban, pero digamos de una forma clandestina. Y bueno, pues duró 8 meses, pasó todo el verano, en octubre volvimos a dar un poco de caña, y ya fue a primeros de año cuando hicimos una programación de un mes, de manifestaciones, de concentraciones, caravana de coches, pegada de carteles, pintadas… Se hicieron un montón de cosas.»

«Que no era por ese puesto de trabajo, que yo me podía buscar otro trabajo. Es que yo soy un ser humano y una persona, y me tienes que tratar bien. Y yo no he hecho nada para que tú me eches a mí a la calle. Que yo no tengo por qué hacer todo lo que tú me digas, tú no me puedes decir a mi que yo cometa un delito, que no lo voy a cometer, y tú si eres un jefe, estás dirigiendo una empresa, deberías saber a quién le tienes que pedir determinadas cosas.»

Cuando te despidieron, ¿hubo huelga en la empresa?

Cuando mi despido, no. Bueno, despidieron a una compañera que estaba de contrato. Porque nosotros íbamos y con el megáfono se daban mítines allí a la hora de la merienda o del desayuno, se aprovechaba que estaban ellas desayunando, entonces nos poníamos en la explanada delante de la cafetería, y había compañeras que se atrevían a salir fuera a escuchar, y aplaudían» Pero claro, normalmente eso lo hacían las fijas, las antiguas, y algunas, no todas. Y una de contrato que salió con un grupito de fijas, las que eran afines a mí, pues cuando le terminó el contrato la dejó parada, y además le dijo porqué: «te dejo parada por haber aplaudido en un mitin». Ahora que yo después con el megáfono no te digo la de veces que lo repetía. Porque claro, yo iba allí, mucha gente no me miraba, o se daban la vuelta para no saludarme, porque siempre las estaban viendo, si no las veía ella las veía otra compañera que se chivaba, que ganaba méritos vendiendo a los compañeros, porque rastreras también las hay, porque no vamos a echarle toda la culpa a la empresa, porque la empresa muchas veces lo único que hace es utilizar el material que tiene. Es así, por miedo, por lo que sea, pero esa es la verdad. Y cuando a mí me despidieron, no se constituyeron las secciones sindicales, se afilió gente, pero no se dio de alta ninguna sección sindical.»

«En verdad lo que yo he montado, no lo monta tampoco mucha gente. Porque la gente se acobarda. Y claro, empiezas una cosa y no sabes el tiempo que» Yo estuve muy segura porque yo me sentía muy protegida por el sindicato. Yo, con otra gente, pues seguramente no hubiera dado el paso que di, no hubiera dicho: «voy a por todas». Pero claro, cuando tú te sientes sola, no vas a ningún lado, te quedas en tu casa y lloras un tiempo y luego te buscas la vida por otro lado.»

Victoria

«Y el mismo día que se registró ese calendario de acciones en la universidad, y el primer día que estuvimos, a la vuelta de allí me llamó la empresa, habíamos estado en la universidad recogiendo firmas, ese día la empresa quiso llegar a un entendimiento conmigo. Pero claro, ellos siempre me ofrecían un contrato nuevo, no era mi readmisión, sino un contrato nuevo, para dentro de 2 o 3 meses volver a echarme a la calle. Entonces yo decía que no, aparte que yo no quería ni siquiera hablar con ellos del tema. El jefe que estaba allí, el que me dio la carta de despido, intentó convencerme y yo le dije: «Mira, yo hablo contigo de lo que tú quieras, del tiempo, de niños, pero de trabajo, habla con el sindicato, conmigo no. Yo tengo mis representantes sindicales, y habla con ellos».

«Y la verdad que conseguí mucho, muchísimo. Ni idea yo tenía de que yo pudiera conseguir todo lo que conseguí.»

¿Qué conseguiste?

Pues conseguí mi readmisión. Lo primero y más importante, conseguí el respeto, conseguí mi autoestima, mi dignidad. Todo eso fue lo primero. Después conseguí la readmisión con mi cargo reconocido, con mi especialidad reconocida, me ofrecían el sueldo que yo quisiera, el cargo que yo quisiera. Yo dije que yo quería el cargo que yo había estado desempeñando. A mí me ofrecían encargada general de la empresa, y el sitio que yo quisiera menos la universidad, que estuvimos una semana discutiendo porque dije que yo no aceptaba nada si no era además volver a la universidad. Que el sindicato me decía que no, que eso iba a ser peor, que lo aceptara». Y yo sabía, yo sabía que iba a ser peor. Pero era la satisfacción de ver a dos jefes de la empresa, a los que me habían tratado antes como si yo fuera una colilla o un papel que te encuentras en el suelo y le das una patada, así me habían tratado, y ahora los tengo allí a los dos peloteándome. Peloteándome para que firme la readmisión. Entonces, eso no hay palabras para explicarlo. Lo que yo sentí en ese momento, y creo que lo que puede sentir cualquiera, claro está, después de un trato y después del tiempo que yo había estado, lo que tú sientes en ese momento, eso no se puede explicar, eso lo tienes que sentir y ya está.

Y después de todo el conflicto, ¿te dejaron completamente en paz?

Sí, sí. Bueno, bajo cuerda han intentado hacerme algunas putaditas, bajo cuerda. Pero así de una forma visible, buen trato, respeto, no pasa nada, tú aquí eres una más» Yo puedo entender también lo que para ellos supuso el tenerme que readmitir, de cara a los demás trabajadores. Eso es como decirle a los trabajadores: «que estos son unos chiquichanca, que ladran mucho pero al final hay quien puede más que ellos, que no son invencibles». Es como si se les estuviera diciendo a los trabajadores: «No son invencibles, estos se les quita del medio igual que te quitan a ti».

Epílogo

Manoli siguió trabajando en la misma empresa un tiempo. Luego, por un cambio de subcontrata en una institución de la Junta de Andalucía, pasó a trabajar para otra empresa, donde parece que la situación es mejor. En cuanto a su antigua empresa, el éxito de Manoli no pareció servir para que la empresa cambiara un ápice en su trato a los trabajadores. Enseñar respeto a una empresa requiere paciencia y un poco de mano dura» Poco tiempo después, se desencadenó una huelga tras otros abusos.

«Luego ya, cuando despidieron a estas tres mujeres, que se hace la huelga, costó mucho trabajo que la gente diera el paso. Pero sí es verdad que alguna, después de lo mío les quedó la cosa de que no habían hecho nada por mí, que deberían haber hecho algo, no ya por ayudarme a mí, sino porque eso les iba a beneficiar a ellas. Porque, ante lo que me pasó a mí, si la plantilla no reacciona, eso es un dato más que tiene la empresa para decir: a esta gente, hago yo lo que yo quiera. Porque si ante esto no reaccionan, nadie le echa coraje y nadie da un paso adelante, me puedo permitir el lujo de hacer lo que quiera, como de hecho hizo después, que echó a tres. Que ahí fue donde se encontró con el lobo, porque ahí ya, aunque costó trabajo, pero la gente dijeron: no vamos a desaprovechar» Porque además el sindicato se lo decía: dejasteis de ir una oportunidad que tuvisteis, si dejáis de ir esta otra, entonces ya no vais a poder nunca» Entonces, costó trabajo, pero se hizo, se constituyó la sección sindical y se convocó la huelga. Una huelga que costó mucho sufrimiento, muy difícil, muy traumática»

¿En qué sentido?

Pues, primero, porque estas personas que hicieron la huelga se vieron como yo, que en su vida se habían visto en otra. Entonces, a estas tres compañeras las dejan paradas en diciembre, cuando dan las vacaciones a los alumnos, y luego se suponía que las iban a llamar en enero, cuando empezaran las clases»

¿Estaban de contrato precario?

Estaban de contrato, pero los contratos que tenían eran ilegales, tenían que ser indefinidas, como de hecho dictaminó el juez cuando denunciaron. Lo que pasa que bueno, si tú no denuncias una situación, no cambia. Ellas, varios contratos seguidos, sin paro» en fin, que eran ilegales, llevaban entre año y medio y dos años y algo. Y el motivo del despido es que se quejan de que les han descontado del IRPF un 15 y un 17% a dos de ellas en la nómina de noviembre, en una nómina de 600-700 euros. Ellas fueron a Hacienda y se informaron, y les dijeron que eso lo podían denunciar, que eso no valía. Entonces ellas hablan con la encargada, y tienen una conversación, y ellas le dicen: «es que a nosotras nos ha dicho Hacienda que podemos denunciar a la empresa», y ahí eso, bueno» También estas trabajadoras son hermanas y también le echan valor a las cosas. Y en diciembre no sólo no lo arreglan el tema del IRPF, sino que le descuentan un 23 y un 25%. Entonces ahí montaron en cólera, claro está. Y cuando llegó el día 22, las dejaron paradas como otras veces, pero luego en enero las llamaron a todas menos a ellas y a otra, la que había reclamado el día de asuntos propios. Por lo visto, las habían cogido a ellas y a alguna más tomando un café en una máquina de noche, porque trabajan de noche, pasaban por una máquina de café y se sacaron un café, y alguien se chivó, ya te digo que la empresa utiliza lo que tiene, y las cogió tomándose ese café fuera de la hora del bocadillo, y las echó. Entonces las dejó paradas, ellas lo suponían, y tomaron contacto con el sindicato, el abogado puso la demanda y el juez decidió que despido improcedente, vamos, que eran indefinidas. Pero claro, volvieron a readmitirlas porque hicieron la huelga, si no, no lo hubieran conseguido, y en esa huelga, pues han conseguido muchas mejoras. Lo que pasa que ha sido una huelga muy dura, porque claro, gente con mucha necesidad, aunque el sindicato ha estado dando dinero los meses que han estado de huelga pero claro, incluso la que no, unas tenían más necesidad que otras, pero incluso la que no tenía necesidad, después de cuatro meses sin recibir tu sueldo» Aparte que eran veintitantas mujeres, con mucho miedo, no se atrevían a hacer nada» Ha sido muy difícil esa huelga»

Entrevista realizada por: Enrique Martín Criado. En Sevilla, febrero de 2008.

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