Superdescuentos en todas las condiciones laborales

Entrevista realizada por Enrique Martín Criado, miembro de ABP


Antonio ha circulado a lo largo de su vida por trabajos muy variados: en joyerías, en la construcción, en inmobiliarias, en un supermercado, en una empresa de maquinaria, en un bar. A lo largo de esta trayectoria, ha conocido de todo: en la construcción, tras trabajar un mes, la empresa encargada de pagar los sueldos se volatilizó «y, con ella, los sueldos de varios meses de todos los que trabajaban en la obra-; en inmobiliarias, quizás uno de los mejores trabajos que ha tenido, ha conocido jornadas interminables y asistido a prácticas tan poco éticas como ver cómo se hacía firmar, mediante la promesa engañosa de volver a contratarla de inmediato, una baja voluntaria a una empleada que se había quedado embarazada «y que nunca volvió a la empresa» En la fecha de la entrevista estaba trabajando en el Casa P., en la Alameda de Hércules de Sevilla, cuyas condiciones están descritas en el documento «Sin contrato y con fuerte ritmo, restaurantes y bares de tapas».

De su relato reproducimos aquí las dos últimas empresas en que trabajó antes de la actual. La primera es una cadena multinacional de supermercados de los denominados «hard discount»: supermercados que ofrecen a los clientes ante todo precios baratos «y poco más-, y que tienen uno de sus «secretos» de los bajos precios en exprimir a la mano de obra hasta el límite «si topan con alguno-. La segunda es una empresa de alquiler de maquinaria: en esta empresa, a la que Antonio había acudido porque le dijeron que había «buen ambiente», un cambio en la dirección a los pocos días de llegar supone un cambio drástico en las condiciones de trabajo. Si en el primer caso nos encontramos con un abuso planificado y centralizado, con una política de empresa que se aplica sin excepciones, en el segundo vemos cómo, en determinados casos, la magnitud de los abusos contra los trabajadores depende en gran medida de la discrecionalidad «y «personalidad», por llamarlo de alguna manera- de la persona que ocupe el mando.

Superdescuentos de horas de trabajo

Tras su trabajo en una inmobiliaria, Antonio acude a una entrevista para trabajar en Superdescuento: «En la entrevista superbien, esto es una multinacional, esto es un mundo de yupi, aquí te vas a crear un futuro» Eso es lo que dicen en todos lados». Ese mundo de futuro se promete a cambio de un sueldo de 800 euros» Aunque también se ofrecía la posibilidad de llegar a encargado: «Si te quedas de encargado para ganar 100 euros más tienes que ser un hijo puta. Que ese es mi problema, te ofrecen eso porque te ven una persona responsable, pero yo es que soy una persona responsable y honrada, pero no me hables de más dinero si tengo que quitarle al otro»» Claro que los 800 euros eran para los hombres: respetuosa con la igualdad de género y con las especiales circunstancias de las mujeres, la empresa les pagaba menos porque les hacía contratos por menos horas «aunque al final trabajaran las mismas que los hombres. Ahí sabías cuando entrabas pero ahí sí que no sabías cuando te ibas. Y trabajar trabajabas como un moro ahí, trabajabas un montón». Este respeto por las mujeres también se traducía en un respeto escrupuloso por la maternidad: el embarazo suponía el despido.

La empresa exigía una disponibilidad horaria completa:

«Yo me acuerdo que a lo mejor entraba a trabajar a las 4 de la tarde, me daban las doce y por la mañana tenías que estar a las seis ahí

¿Los turnos te los ponían de un día para otro?

Sí, de un día para otro, y a lo mejor dentro de seis horas vente p’acá.

Se supone que tienen que poner los horarios.

Se supone, eso es un rollo. Tú salías y había un horario puesto en la pared, de la semana, pero con tippex y bolígrafo se hacen maravillas. Te dicen: mañana, vente a las 7. Y después la gente con más susto que viejas.»

Por supuesto, allí no había oficialmente horas extraordinarias:

«Había una chavala que le debían 80 o 90 horas extra. Ellos decían que no las pagaban, que te las daban libres, pero que ellos verían cuando te las daban.
¿Cuánto podían tardar?
Nunca te las devolvían, eso es mentira. Yo sí las cogí cuando me fui, porque encontré otro trabajo y los 15 días últimos le cogí a la encargada y le dije: «mira, tú calcula cuántos días tengo». Y las cogí, las cogí por días, puteando a otros compañeros, eso es lo que ellos te dicen. Te dicen que eres un insolidario y un injusto con tus compañeros.»

A las horas extras que no son extras, a los horarios imprevisibles, a la sobrecarga de trabajo se le suma la posibilidad de un atraco, posibilidad que Antonio también sufrió: «un día me atracaron ahí, me pusieron una pistola en la cara». A la empresa le sale más barato dejar que roben de vez en cuando «y que los empleados se lleven algún susto para animar la jornada laboral- que invertir en medidas de seguridad: «A ellos les da igual que les roben. Te lo quitan a ti, y además ellos tienen un seguro de robo. Además te lo dicen: si te roban, les das la caja, sin ningún problema.»

Condición imprescindible para trabajar: el miedo.

¿Eran todos eventuales?

Sí, siempre, siempre. De todas maneras, hoy es más fácil echar a un fijo que lleva tres meses que a un eventual. Te hacía eventual y al cabo de dos o tres contratos te hacía fijo. Y te ponía a prueba, a ver el aguante que tiene. El que lleva aquí 3 años o 4 años: ¡hostias, tío, qué aguante tienes tú! Pero eran personas que nunca habían trabajado en otro sitio, tenían mucho miedo» Gente que viene de un barrio que no ha salido de ahí, que le han metido la cultura de que tú tienes que trabajar y callarte, porque esto es lo que hay, porque aquí hubo tiempos muy malos»

Todos a la calle

La experiencia de los superdescuentos es breve. Pronto Antonio comienza a buscar otro trabajo: en este caso en una multinacional estadounidense de alquiler de maquinarias donde le habían dicho que el ambiente era bueno. Un ambiente bueno siempre es relativo a otros ambientes: en la entrevista de trabajo le dicen que el contrato de trabajo era de ocho horas, pero que había que estar nueve. «Pero yo, cuando entré ahí venía de condiciones muy malas, y por lo menos ahí tenía dos pagas extras y un sueldo de, dijeron 1100 euros» Los 1100 euros sólo los cobró los dos primeros meses: habían puesto inicialmente una retención para el IRPF muy baja que se compensó en los sueldos posteriores, con lo que el sueldo inicial de 1100 euros se quedó en 900. «El te decía que no te había engañado, que eso era así». A pesar de ello, las condiciones iniciales eran «aceptables», teniendo en cuenta las experiencias anteriores de Antonio en el mercado de trabajo. El director de la empresa era «educado» con los trabajadores, dejaba trabajar tranquilamente, pagaba las horas extraordinarias a 15 euros»

La situación se modifica radicalmente con el cambio de director. El antiguo es ascendido y deja el taller. En su lugar, entra un director nuevo, antiguo comercial. «Y se cree que ser director significa despedir gente, aquí se hace lo que yo diga, un poco, el virus del poder, de sentir poder de decir: hago así, esto es así. Entonces empieza la paranoia. Conmigo, superbien, yo empiezo a trabajar, yo soy muy responsable trabajando. Yo entré como mozo de patios, para limpiar las cuatro cosas» pero, me empieza a ver y me empieza a dar cargos, hasta que llega un punto que llego a controlar el patio, el taller, la máquina que falla, la máquina que entra» en fin, una barbaridad, una cosa horrible. Y el director comienza, gente que no le gusta, y le despide, pero de un día a otro, y además con chulería, ni te avisa ni nada: «mira, ¿sabes lo que te digo?  Que ya no vienes más». El tío me empieza a contar cosas a mí»

«Él quiere hacer un equipo nuevo, ¿qué significa un equipo nuevo para él? Unas personas sumisas, que hagan lo que él quiera, aunque no sepan. Ahí había gente que llevaba en la empresa cinco años, y sabían llevar la empresa con la punta del dedo chico del pie, entonces, cuando una persona es profesional, y viene un director que te pisa y te toca los cojones, entonces tu dignidad te la pisa, tu profesionalidad» Entonces este tío quiere eliminar a la gente, empieza a acosar, hay una persona que se tiene que ir, yo le digo lo del sindicato, que tienes que ocultarlo, si se enteran van a por mí, no me renuevan el contrato y adiós muy buenas. Y esta persona se va con baja voluntaria, se va gratis, decía que era la salud o» O sea que entras en una dinámica, aquello era un mamoneo todos los días».
Al jefe de taller que había, el nuevo director le hace la vida imposible hasta que se va. «Contrata a un nuevo jefe de taller, que no sabe, que lo que hace es amenazar todos los días a la gente, que sus cojones son sus cojones, que por el pan de sus niños le corta el cuello al que sea. Y además lo ejecuta, vamos. Y ahí empieza toda la historia.»
«Al cabo de dos meses al menos seis están en la calle, unos se van, otros los echa. Y el caso más fuerte que vi fue un hombre de 60 años, buena persona, buen mecánico, y lo despiden porque él hace un comentario, en una obra, que dice que el jefe de taller no sabe, que efectivamente no sabe. El compañero que lo escucha le traiciona, llama al director. Y éste le despide allí, en público, humillándolo, yo me quedé» muerto, ese día tuve claro que me tenía que ir de allí.

¿Cómo le humilló?

Diciéndole que tenía que recoger sus cosas, que no tenía nada que hacer ahí, diciéndole que ¿adónde vas a ir ahora?, te vas a morir de hambre, o sea, le dijo la verdad, ¿adónde vas a ir tú, con 60 años?, a ver si aprendes a tener la boca cerradita, a respetar a quien te paga» Y yo me quedé ahí» ¡joder! La gente con mucho miedo, y yo puedo entender el miedo de una persona mayor de 60 años, de alguien que tiene un crío, pero de un niño de 23 años no comprendo el miedo. Pero también la gente, no hay conciencia obrera, tiene un miedo» Claro, empiezan a amenazar, ten cuidado que la calle está muy mala, después empieza a recortar, en vez de 15 euros empieza a pagar la hora a 7, después dice que hacer reuniones constantemente»

Reuniones, ¿para qué?

Para nuevas condiciones y para dejar clarito lo que hay, que quien no esté contento ahí está la puerta, que él no va a explotar a nadie, no va a engañar a nadie, pero quien no quiera echar horas extra, ahí está la puerta.

O sea, que hace las reuniones para decir «esto es lo que hay, yo soy el que mando»

Sí, sí, así. Aquí están mis cojones. Y empezó a empeorar todo. Y después la gente cuando le subía el sueldo le subía a base de pluses, no con garantías laborales. Eso significa que si tú te pasas un día, te quita los pluses. A él no le gusta el de cobros, no le gusta porque tiene conciencia obrera, porque no lo quería, una persona ya cinco años en la empresa. Lo cambia y lo lleva a repuestos, al de repuestos lo pone de mecánico, empiezan a amargarse, uno se va, y el otro está de baja por depresión, tiene problemas de corazón, y sabiendo que tiene problemas de corazón lo está acosando, es más, lo están acosando todavía, lo hacen ir a la mutua, lo obligan a hacer cosas, sabiendo que tiene un problema de corazón. Pero claro, esta persona ya no va, está de baja, pero no va porque no puede ir, porque si allí hubiera buen ambiente podría ir… Después el jefe de taller comienza a quitarse responsabilidad, entonces yo tengo que coger a organizar el patio, donde se ponen las máquinas, controlar las máquinas que entran, tengo un teléfono móvil donde me llaman los comerciales para pedirme las máquinas, tengo que estar en oficina donde tengo los partes de salida y entrada, organizar el trabajo de los mecánicos» Llega un momento que digo: si éste es el jefe de taller, ¿qué hace», leer pornografía, porque es lo que hacía, se iba a la oficina y estaba viendo pornografía. Y después cuando había un problema salía al patio pegando voces diciendo que aquí la chulería se iba a acabar. Entonces empecé a rallarme, hasta que llegó un momento, un montón de gente despedida, la gente nueva no sabe cómo se trabajaba antes» Yo tenía pensado montar una sección sindical ahí, pero no llegué a aguantar, llega un momento que estoy cargado de trabajo, veo que me estoy comiendo el tarro por el desastre que hay ahí, las máquinas empiezan a salir y a los veinte minutos vuelven porque no funciona, porque claro, ha contratado a chavales que salen de FP-I y» Allí ya no se repara, allí ya sólo se revisa, se cambia un filtro, eso lo hace cualquiera, porque lo que había antes eran mecánicos, pero ya no existen, porque se los ha cargado. El último se lo cargó el otro día que estaba de baja porque decía que era de la cuadrilla antigua y una manzana podrida pudre a las demás.»

«Se ha creado su camarilla. Me consta que en la oficina también, me consta que en la oficina también hay un caos tremendo, claro porque tenías profesionales que te llevaban todo» y ahora tiene problemas gordo de organización. Me imagino que le queda poco, pero el daño que ha hecho es brutal.

Lo que me estás contando es en seis meses

Sí, sí, no es más. Una cosa constante, cada día era una paranoia. Yo fui allí donde me dijeron que había buen ambiente, lo único la hora ésta que se daba de más. Y cambia el director, cambia todo.»

«Últimamente había días que» había un montón de líos, la cosa estaba muy mal, y había que estar el tiempo que» además, el jefe de taller me dijo un día, eran las seis, que hiciera otra cosa, yo le dije que eran las seis, él me dijo que yo me iría cuando yo terminara mi trabajo, y yo le dije: ¿Qué? Claro»

«Entonces llega un momento que estoy superagobiado, que digo, mira, cogí y fui al hospital y me pedí baja. Me dio un ataque de ansiedad y me fui, yo no podía con aquella locura, yo tenía un estrés, una cosa increíble. Y encima de agobiarte de trabajo, encima la desvalorización, no para decirte que lo llevas bien, no, él sabe que tú lo llevas, pero el plan es a ver si le agobio un poquito más y lo cabreamos y así coge más carga. Y ya llega un momento que cojo mi coche, me voy para el hospital, y digo: aquí se acabó todo. Me llama el director, y en vez de decirme: Antonio, ¿qué ha pasado? ¿estás bien, no estás bien?, pues me dice que qué plan es el mío. Porque en ese momento tiene seis bajas por depresión en la empresa. Entonces la séptima significa que a lo mejor en Madrid le pueden decir que qué está pasando. El se agobia, me manda un burofax al día siguiente diciéndome que muchas gracias, pero que mi trabajo ahí se había acabado. Tenía un contrato de seis meses y en principio me iba a renovar, claro, seguro, le sacaba todo el trabajo. Entonces me llama y me dice que qué plan es el mío, yo en ese momento ya me da igual perder el trabajo, digo, mira, aquí no hay ningún plan, aquí hay que yo voy a hacer lo que tenga que hacer y tú haz lo que tengas que hacer. Y lo tomó en serio, me mandó un burofax al día siguiente. Y yo le he ganado, le he denunciado, le he ganado la primera por despido, y ahora le voy a pedir por las horas extras.»

El segundo juicio, ¿por qué es?
Por una reclamación de cantidad, por las horas extras, aunque sea muy difícil de demostrar, pero bueno, yo me pienso mover sindicalmente, porque una cosa es la ley y otra cosa es la justicia, y yo me he informado, he presentado alegaciones»

La empresa le debe 3300 euros en horas no pagadas: «una hora diaria, vamos, no considero las veces que nos hemos ido a las once de la noche, después de estar desde las ocho de la mañana, cargando máquinas, yo me caí una noche de un camión, la máquina por un lado yo me caí por el otro, claro, después de catorce horas trabajando lo normal es que te puedas matar» Ese día también pensé que me tenía que ir de ahí.»

En la actualidad, Antonio trabaja en casa P. Allí ha tenido que sufrir todo lo que se describe en «Sin contrato y con fuerte ritmo, restaurantes y bares de tapas». Allí todo el mundo está sin contrato, y Antonio ha llegado a ver cómo el patrón le metía mano a una empleada, cómo insultaba a los inmigrantes que trabajaban «»échate p’allá, que tú vienes en patera y traes más piojos»-, o cómo una de las empleadas trabaja doce horas diarias estando embarazada» Como si en Sevilla se hubiera abierto un concurso a ver quién abusa más de los trabajadores.

Entrevista realizada por: Enrique Martín Criado. Sevilla, junio de 2008

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