La jornada ha transcurrido con la normalidad que merece, exceptuando la actitud de la empresaria que ha empezado para cerrar las persianas exteriores, telefoneando a la policía y Guardia Civil -con los cuales no han habido problemas-, grabando absolutamente todo el acontecimiento y después persiguiéndonos por el pueblo mientras repartíamos las octavillas a la gente de la calle. Su desesperación la hacía ir a dar explicaciones a todas aquellas personas que cogían las octavillas, haciéndoles creer su propia versión. Esto dará que hablar a la gente del pueblo.
Desde aquí queremos decir que no cederemos hasta que la compañera no obtenga lo que le corresponde, peso a quien le peso.