«Cuando me echaron, pensé en el suicidio»


El Tribunal Supremo ha confirmado en todos sus términos, y así lo adelantó CANARIAS7, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias que el pasado mes de enero declaró nulo el despido del camillero Samuel Alonso Viera, hoy de 29 años, a quien la empresa Aeromédica Canaria hace tres años puso en la calle por dos razones: una, por sufrir un cáncer (linfoma de Hodgkin) y dos, porque no era rentable en términos laborales.

«Es que yo estaba enfermo, luchando contra un cáncer, de baja…». Samuel es además hijo de un destacado y revoltoso sindicalista, Antonio Quintana que no siendo su padre biológico lo adoptó como tal cuando inició una relación sentimental con la madre del joven grancanario cuando tenía solo cuatro años. «Es mi hijo», dice orgulloso. Entre quimio y quimio «me botaron a la calle», dice el joven camillero.

Samuel recibió la carta de despido en su casa de San Roque (El Batán) en el 2005, justo cuando el proceso oncológico estaba siendo combatido con duras sesiones de quimioterapia.

«Te voy a ser muy sincero», reconocía ayer el chico, «pero el día que llegó el buro fax comunicándome el despido me volví loco, grité, lloré…y pensé quitarme la vida. Me sentía una mierda. Así de claro. Es que yo tenía 25 años, era feliz en mi trabajo de camillero y me cortaban las alas. Me hundí…». Samuel tenía además en ese momento un proyecto empresarial con su madre, que también fue frenado en seco porque su condición de despedido le convertía en un insolvente.

«Nadie sabe como he sufrido, nadie… bueno, si, mis padres, mi familia, mis amigos y poco más pero créeme me he bebido las lágrimas porque todo ha sido tan duro». En plena convalecencia Samuel se vio obligado a trabajar sirviendo copas en un bar nocturno, una actividad y un ambiente que no era la más aconsejable para su delicado estado de salud: «Pero es que tenía que trabajar porque en casa no somos ricos».

Los dictámenes favorables le han hecho bajar la cabeza a la empresa Aeromédica y desde enero del 2011 Samuel se ha incorporado a su trabajo de camillero una vez que ha sido resarcido en lo económico ya que la firma estaba obligada a pagarle el desfase entre el paro y su sueldo durante los años que ha permanecido inactivo así como reintegrarlo a su puesto de trabajo.

Dice que conocer al abogado Joaquín Sagaseta, que llevó su caso, ha sido «un regalo» porque «ha hecho suyo mi despido y nunca me dejó solo».

Con la voz cortada

Desde que en el 2005 conocí el caso de Samuel aguardé con la seguridad de que los medios de comunicación se harían eco de un atropello laboral sin precedentes.

Mi gozo en un pozo. Pocas líneas, poco espacio y apenas mención obtuvo Samuel en los medios de comunicación hace tres años.

Intereses mercantiles lo impidieron. Sé que el muchacho le hizo frente a su enfermedad con entereza. Escuché al padre de Samuel, Antonio, haciéndose el valiente, pero con voz cortada, relatando los hechos en una radio. No escuché a quienes han sido cómplices políticos de esos empresarios cuya actitud sonroja.

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=239037

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