Inspección de Trabajo impone 6.000 euros a un hostelero por acoso laboral


La letrada de la Junta de Castilla y León y de la Inspección mantuvo ayer su petición para que se condene a un hostelero de la capital a pagar una multa de 6.251 euros como autor de infracción laboral muy grave por «crear un entorno ofensivo y humillante» hacia tres trabajadoras, que tenía contratadas en su restaurante, en algún caso desde hace más de 20 años.
El juicio oral por esta sanción, que ha sido recurrida por la defensa del empresario L. S. J., quedó ayer visto para sentencia en el Juzgado de lo Social 2, después de que la magistrada escuchase los testimonios tanto de las tres trabajadoras que le denunciaron, en febrero del 2011, como de dos empleados que negaron las acusaciones.
Sandra, la joven que presentó la demanda, afirmó que los hechos recogidos en el acta del inspector de Trabajo eran ciertos. «Nos llamaba a veces camareras de tasca y a mi me decía ‘la Belén Esteban’ del local’. En ocasiones nos pedía que no hablásemos con Avelina, a la que llamaba Bruja. A mi compañera Virginia le metía mucha caña, le decía que no sabía donde tenía la mano derecha y que no valía para nada», explicó en la sala de vistas. La joven dijo que el denunciado se dirigía a ellas con términos como «vosotras a fregar y parir», y «si os quedáis embarazadas, a la puta calle».
Esta trabajadora reconoció al abogado defensor del hostelero que otra compañera pidió la cuenta voluntariamente «porque ya no aguantaba más y estaba harta» de su empleo durante los fines de semana.
Virginia, otra de empleadas, ratificó el acta de Inspección y calificó como «trato bastante vejatorio y humillante» el recibido por el propietario del restaurante. La jueza escuchó también el relato de Avelina, que prestó servicios en la pizzería, entre los años 2002 al 2011. La mujer de unos 60 años, dijo que «nunca pensó en denunciar» y que «sufrí una persecución tremenda a raíz de la denuncia en Inspección».
Francesca, una joven italiana licenciada en Ciencias Políticas que trabajó en el local hasta mayo del 2011, calificó el trato del empresario como «hostil y distante», y añadió que cuando comenzó a trabajar «me dijeron que no hablase con Avelina porque era mala persona y él no quería».
Por su parte, el empresario negó haber llamado a estas trabajadoras «inútiles, marranas, torpes o taberneras», así como amenazarlas con despedirlas en el caso de que se quedasen embarazadas. «Nunca prohibí a Virginia saludar a los clientes y jamás la obligue a salir por la puerta de atrás a Avelina», explicó.
Este testimonio fue ratificado por el cocinero del local, con 25 años de antigüedad y que coincidía con las tres empleadas por la noche. Éste calificó la relación laboral como de «trato normal, aunque con la presión del trabajo a lo mejor nos acelerábamos un poco, pero nada más. Había movilidad, como en el resto de trabajos, y si se iban ellas era porque no les interesaba», matizó.

http://www.elnortedecastilla.es/20120424/local/valladolid/inspeccion-trabajo-impone-euros-201204242128.html

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