La crisis «encarcela en el sufrimiento» a las víctimas del acoso laboral


La psicóloga y «coach» personal Mari Carmen Hodgson advierte de que las víctimas del acoso laboral «se ven encarceladas en su sufrimiento» con la crisis, pues temen dejar el trabajo, y precisa que basta con que sólo un compañero defienda a la persona acosada para parar el proceso, pues el acosador suele ser cobarde, inseguro, incompetente y miedoso.

Así lo indica Mari Carmen Hodgson en una entrevista a Efe en la que anuncia la charla que prevé impartir en octubre en Tenerife con el título «Acoso psicológico en el trabajo: en la piel de la víctima», algo que ella puede relatar desde su experiencia personal, pues también padeció el llamado «mobbing».

Con esta charla Mari Carmen Hodgson desea dar a conocer y sensibilizar sobre el acoso laboral porque, añade, si se «visualiza más» a las víctimas éstas podrán identificarse como tales, algo que no suele suceder en el «mobbing», al igual que ocurría antes con la violencia de género.

La particularidad de la víctima del acoso laboral es que «se siente el problema: soy culpable, mala persona», cuando suelen ser trabajadores brillantes y competentes que se ven sometidos «a un acoso y derribo y entran en una confusión grande».

Lo primero que hay que trabajar con ellos es la idea de que no son los que han provocado la situación, sino que hay «una intencionalidad: la de hundirlos».

De su experiencia recuerda cuando intentó superar una situación de acoso laboral «bastante dura» y la psicóloga de la mutua le dijo cosas «que me hundieron más todavía», mientras la miraba «de brazos cruzados, echada hacia atrás y con una leve sonrisa» mientras ella lloraba.

Ahora Mari Carmen Hodgson trabaja «en procesos de recuperación y resiliencia» de las víctimas del acoso laboral, que se trata en primer lugar «de conectar con lo vivido, identificarse como víctima, exentas de responsabilidad y culpa y desarrollar estrategias de afrontamiento e inmunidad a posibles situaciones laborales futuras».

El acosador «es un mediocre inoperante activo», además de tener características narcisistas, paranoides y psicóticas, y suelen ser personas que se perciben en su fuero interno como incompetentes que tratan de «eliminar del mapa» a aquellas personas que en su trabajo les supongan una amenaza.

La víctima suele carecer de mala fe y asume los errores como propios, huye del conflicto «y no es confrontativa», lo que resulta el perfil idóneo para ser acosada y manipulada, precisa Hodgson.

Las estrategias del acoso van desde sobrecargar a la víctima de trabajo en un día determinado para el siguiente no darle nada o ocultar una información relevante, con lo que cometen un error.

Llega un momento en que la víctima empieza a rendir poco, a fallar, a coger bajas y cuando todo el mundo en el trabajo la hace responsable de los errores, comienza el proceso «de hacer que se largue de aquí» pero de forma muy sutil.

La víctima puede somatizar todo lo que le está pasando con problemas de salud graves, como el caso de una chica que apenas podía caminar y pasó un año con fiebres o el de otro trabajador que tenía lagunas mentales y pasaba una hora delante del ordenador sin hacer nada.

Sin embargo, el acosador nunca podrá conseguir su objetivo de hundir a esa persona si no cuenta con «cómplices», que pueden ser conscientes o no de que están cometiendo acoso, y una prueba importante de esta situación es el testimonio de compañeros que hayan presenciado insultos y agresiones ambientales, dar puñetazos sobre la mesa o pegar chillidos.

Pero por lo general en el último momento «los testigos se suelen retirar, hasta en ocasiones los sindicatos», precisa Mari Carmen Hodgson.

Ello sucede más ahora con la crisis, ya que nadie quiere perder su puesto de trabajo «y entonces las personas miran a otro lado y simplemente el silencio es complicidad ante una agresión, una descalificación verbal o los falsos rumores».

«Todo el mundo se aferra a su puesto de trabajo y se ha incrementado el sufrimiento de las víctimas no porque haya más casos de «mobbing», sino porque aguantan más y esa es la gravedad ahora», explica.

El acoso laboral predomina preferentemente en el ámbito como el sanitario, concretamente en el colectivo de enfermeras, en la Universidad, organismos públicos y organizaciones no gubernamentales.

En ocasiones el acosador tiene «un histórico» de víctimas, lo que se llama «cadáveres en el armario» a lo largo de su trayectoria profesional, y Hodgson explica que una cosa es un jefe «déspota» que lo que busca es mayor rendimiento de sus trabajadores y otra el «mobbing», que es «la intención de anular y destruir psicológicamente para que te autoelimines».

Para superar el acoso es necesario «conectar con ese dolor y llorar el daño», como si fuera la pérdida de un familiar, y así tomar conciencia «de que uno es la víctima y no el responsable».

Con el «coaching» se trabaja estrategias de afrontamiento y recuperación pero también es necesario sensibilizar desde la atención primaria, donde se hacen diagnósticos erróneos, hasta la población en general para que se visibilice la realidad.

«La prevención y la sensibilización es la única manera de afrontar esta epidemia del siglo XXI y de estos terroristas laborales no queden impunes», afirma.

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=228283

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