Los otros abusos del señor Díez Ferrán

Por Enrique Martín Criado, publicado en Rebelión


La prensa bulle con información sobre las dudosas prácticas empresariales de Díaz Ferrán, ‘jefe’ de la patronal. Pero es difícil encontrar información sobre una escandalosa noticia: la persecución antisindical en Air Comet. A quien debe negociar con los sindicatos no le gusta que haya sindicatos en sus empresas. Porque Air Comet, fundada en 1996, no tuvo elecciones sindicales hasta octubre de 2009.

¿Cómo pudo una empresa de 950 trabajadores carecer tanto tiempo de representación sindical? Rastreando sentencias judiciales, encontramos respuestas. En 1997, Air Comet fue condenada por atentar contra la libertad sindical al despedir a un piloto que reclutaba afiliados para la Asociación Sindical de Pilotos de Aviación (ASPA) y pretendía organizar elecciones sindicales. La sentencia afirma que los mandos calificaban al piloto de “radical” y “loco” y que su despido no respondía “a otro objetivo que el torticero y abusivo de lesionar un derecho fundamental”. Otra sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid confirmó la condena. En ella consta una carta de la dirección exigiendo al piloto una lista de empleados afiliados al ASPA. Quizás la empresa quería ‘dialogar’ con ellos como ‘dialogó’ con el piloto despedido. Desde entonces, Air Comet no ha tenido más sentencias relacionadas con la libertad sindical. Ni sindicatos. Ni convenio.

José Antonio Sánchez, representante de CGT en el comité de empresa, nos ha relatado las irregularidades de Air Comet. La primera, la ausencia de convenio colectivo. Cuando José Antonio, tras meses contratado, consultó a un superior qué convenio se aplicaba, éste le aconsejó que evitara preguntarlo en recursos humanos: podría tener problemas. José Antonio acudió a un sindicato con su contrato laboral, donde figuraba un convenio de compañías de vuelos chárter. Ese convenio ya no existía: la empresa redactaba contratos fraudulentos de ley. Sin convenio, Air Comet establecía discrecionalmente días libres, turnos de trabajo, condiciones laborales… Los salarios se negociaban individualmente. Las subidas del IPC no se aplicaban. La empresa cambiaba los turnos a discreción, comunicándolo con horas de antelación.

¿Sindicatos? Cuando José Antonio entró en Air Comet en 2005 no existían. La mera reivindicación de derechos legales suponía entrar en una lista negra. La empresa perseguía cualquier conato de organización sindical. José Antonio, como muchos sindicalistas en empresas españolas, debía actuar clandestinamente, tanteando con precaución a los compañeros: puedes ser delatado. Labor ardua y estéril hasta finales de 2008, cuando comienzan los impagos de salarios: la creciente indignación de los empleados derriba las barreras del miedo.

El grupo Marsans también aplicó en Aerolíneas Argentinas sus prácticas antisindicales. La Asociación de Personal Técnico Aeronáutico (APTA) denunció en 2003 a los “empresarios saqueadores españoles” de Marsans por despedir a su secretario adjunto empleando formas de intimidación que recordaban a “los regímenes totalitarios que hemos padecido”. En 2005 la Central de Trabajadores de Argentina acusó a Aerohandling, del grupo Marsans, de perseguir a trabajadores por asistir a una asamblea. Los trabajadores fueron presionados individualmente para que se arrepintieran.

Los contestatarios fueron sancionados o despedidos. Ese año, la APTA denunció que Aerolíneas despedía por ejercer el derecho a la huelga. No sorprende que la patronal defienda a Díaz Ferrán y sus propuestas ‘flexibilizadoras’. Cuanta más libertad para despedir, menos derechos exigirán los trabajadores. Más extraño resulta que un Estado de derecho permita que los derechos se acaben a las puertas de las empresas. Y más extraño aún es que los representantes sindicales negocien con quienes persiguen a sus afiliados y se burlan de la ley.

Artículo publicado en Rebelión el 13/02/2010
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