En febrero, esta vecina de Gandia empezó a trabajar en la empresa de vigilancia del puerto de Dénia con la esperanza de haber encontrado, por fin, un trabajo seguro. Un espejismo. Dejó de percibir una ayuda de 420 euros, e inició una complicada relación laboral con una firma que a mediados de septiembre la despidió. Ahora no tiene derecho a paro ni a ningún otro tipo de prestación. A sus 45 años, María Andreu, que tiene dos hijos y está pagando la hipoteca de una vivienda, se ve sin nada. Sale adelante con la ayuda de familiares. Pero ella no se rinde. Ha presentado una denuncia penal contra la empresa y también un contencioso laboral. Defiende que su despido fue nulo y reclama que le han dejado a deber 7.000 euros.
Salario de 300 euros
Su salario de vigilante del puerto era de 633 euros por media jornada (20 horas semanales), pero la empresa le hacía trabajar 40 horas a la semana con el compromiso de que se las pagaría en horas extra. «El primer mes sólo me pagaron 300 euros. Pero piensas que debes aguantar y esperar a que las cosas se normalicen», afirma María.
Venir a Dénia todos los días desde Gandia, pagar la hipoteca y salir adelante, se le hacía muy cuesta arriba. Pero ella siempre cumplió y no falló a su jornada de trabajo.
Sin embargo, todo fue a peor. «Nunca me llegaron a pagar la jornada completa que trabajaba. Su táctica es que si no te interesa hay otros muchos trabajadores dispuestos a entrar en tu lugar. Intentan hacerte creer que tu trabajo no vale nada».
La precariedad laboral y el miedo permanente a perder un puesto de trabajo que es tu vida son otras de las consecuencias de la crisis económica. María Andreu no ha salido de esta amarga experiencia cabizbaja. «Cuando me levanto cada día, hago un esfuerzo para convencerme de que debo seguir luchando. Si no acabaría por deprimirme. No voy a tirar la toalla».
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