No es oro todo lo que reluce en Benidorm


Durante la pasada semana, desayunamos todos los días con llamativos titulares sobre los niveles de ocupación récord en la ciudad turística por antonomasia. Pero también lo hicimos con las críticas de la patronal sobre la escasez de la inversión pública en promoción y con su preocupación por la disminución de los beneficios, argumento que utiliza para justificar la extrema delgadez de algunas plantillas, el abuso de la contratación a tiempo parcial de forma fraudulenta y el incumplimiento del convenio colectivo del sector. Un pastel desproporcionado.

 

La ciudad de Benidorm tiene una capacidad que está al borde de ser rebasada por turistas, alcanzando niveles históricos según han proclamado los empresarios a los cuatro vientos. Sin embargo, siguiendo nuestro refranero debemos afirmar que en Benidorm no es oro todo lo que reluce.

 

En primer lugar, porque el reparto del pastel turístico está muy desproporcionado; si por un lado los índices hoteleros llegan a números mágicos, el restaurador y comerciante pequeño están siendo víctimas del "todo incluido", mermando la capacidad de supervivencia de este sector; en segundo lugar, porque algunos patronos basan su competitividad en la rebaja de las condiciones de trabajo, aprovechando el contexto de crisis y los niveles de paro en la comarca para realizar abusos laborales que los profesionales soportan por miedo a perder su puesto de trabajo. Cotizar menos horas que la jornada realizada se considera aceptable puesto que "es lo que hay". Contratos de mes en mes, cuando no de día en día, alegando "previsiones de última hora", en los que en muchos casos ni los días de libranza están incluidos porque no los hay. Horas extras incuantificables para tener un salario rozando los 1200 euros en los mejores casos. Y prohibido accidentarse, enfermar o cualquier otra contingencia que pueda hacer que el agosto…sea menos agosto.

 

El palo y la zanahoria. Los índices de rentabilidad del sector que más tira de la ciudad son latentes mientras que podríamos hacer el esfuerzo de cuantificar las amortizaciones de los inmuebles, aún teniendo cocinas al borde de los 45º, comedores de personal de otra época y trabajo "a destajo" para el área de pisos y limpieza. Y a pesar de todo "no te quejes que hay mucha gente en el paro". Es la política del palo y la zanahoria.

 

Más responsabilidad social. Pedir un nivel de responsabilidad social de la clase empresarial parece una perogrullada, pero en muchos casos no se alcanza a cumplir. Sus declaraciones públicas suelen dirigirse hacia la falta de profesionalidad del sector, hecho que contradice la inversión en los Centros de Turismo, que cada vez tienen mayor dotación para los cursos de formación pero que el grado de contratación de personal es ínfimo. Para crecer como destino turístico tenemos que crecer todos los integrantes y mientras el empresariado busque la ventaja competitiva vía costes y piense que cualquier persona puede ejercer de trabajadora del sector sin ningún tipo de formación nos hace hundirnos más. En otros destinos turísticos más baratos que el nuestro han tenido que estallar otros factores de desigualdad social para que la gente pierda la paciencia. ¿Queremos que aquí pase lo mismo?

http://www.diarioinformacion.com/opinion/2011/08/24/oro-reluce-benidorm/1161001.html

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