En Stracel tiraron el limón tras exprimirlo. 5 técnicas para saquear una empresa rentable.

Publicado en Terrain de luttes


Este artículo ha sido traducido merced a la colaboración que han establecido Abusos Patronales y Terrain de luttes, para dar a conocer en Francia y España las luchas y abusos que se producen en ambos territorios.

¿Un caso ejemplar que se enseñará en el futuro a consultores ambiciosos? Cuando la multinacional finlandesa UPM compra en 1988 “Celulosas de Estrasburgo”, los obreros de esta industria que produce pasta de papel se muestran confiados. Pero el grupo UPM sólo pretendía con esta compra implantarse en territorio francés, con una garantía de continuidad de la producción para sólo diez años. La “promesa” finaliza en 1988, con el anuncio de un primer ERE masivo de 210 asalariados, antes de anunciar una cesión definitiva del establecimiento en 2012. Veamos cómo se procedió a desmantelar una fábrica rentable.

La fábrica de Estrasburgo era rentable cuando desembarca UPM: su llegada parecía asegurar inversiones a largo plazo. De hecho, la fábrica se amplía poco a poco, especialmente con la creación en 1990 de una unidad de producción de papel de periódico al lado de la vieja cadena de producción de pasta de papel, la antigua Celulosas de Estrasburgo. A fines de 1999 – inicios de los años 2000 UPM incluso invierte 76 millones de euros en un proceso de fabricación, innovando en la época, para producir el papel couché magazine, un papel completamente nuevo, brillante y satinado, destinado a la prensa escrita.

Pero la llegada de este tipo de multinacionales rara vez deja intactas las lógicas contables que aseguraban hasta entonces la rentabilidad del establecimiento.

Rápidamente los miembros del comité de empresa ven desfilar ante sus ojos cuentas de resultados alarmantes que reflejaban pérdidas para la fábrica. Sin embargo, la producción funciona a pleno gas, ya que el mercado asiático es un gran consumidor de papel. Pero una serie de trucos contables han hecho aparecer a la empresa como no rentable. El grupo conseguía así no pagar impuestos sobre los beneficios de la fábrica y llevarse el dinero al holding que encabeza el grupo financiero UPM: el grupo cotiza en bolsa en Helsinki y Londres, aunque no declara estos valores bursátiles en Francia.

Al contrario de lo que hace creer el discurso liberal, los cierres o deslocalizaciones de fábricas se hacen a menudo en establecimientos que producían beneficios antes de que entre en escena una panoplia de estrategias que terminan hundiendo la fábrica y poniendo en la calle a los obreros.

Pero en esta fábrica se produjo algo poco habitual: los delegados sindicales demandaron rápidamente una auditoría contable independiente, para sacar a la luz las malversaciones que hundieron su fábrica. Hagamos un pequeño repaso de las diversas maneras de hundir una empresa.

Estrategia nº 1: Las inversiones del grupo se convierten en deudas para la fábrica

El nuevo proceso que pone en marcha UPM en Stracel parece inicialmente un signo positivo para los obreros: el grupo invierte para el futuro. Pero en la contabilidad estas inversiones no son objeto de un préstamo clásico con un banco a una tasa de interés a precio de mercado, esto es, 2 a 3% en la  época en los mercados financieros.

“Oficialmente” es la entidad madre del grupo quien presta dinero a la fábrica. Los 76 millones de euros de inversión son así, en realidad, una especie de “préstamo” que la fábrica de Stracel debe devolver a UPM sobre sus resultados de explotación. La entidad madre del grupo extrae así entre 1,3 y 1,6 millones de euros a una tasa usurera de 9% de intereses a lo que hay que añadir la amortización inicial.

Con los años la fábrica de Stracel ha devuelto así cerca de 100 millones de euros de intereses, sin contar el capital inicial –también reembolsado- durante un período de más de once años. Y “casualmente” cuando el préstamo se salda, el 31 de agosto de 2011, se anuncia el cierre de la fábrica argumentando una supuesta “caída del mercado de papel” en Europa. Pero esto es el árbol que oculta el bosque, esto es, los millones de euros acumulados que han remunerado generosamente a los accionistas del grupo, tras lo cual éste se ha desembarazado de la fábrica: préstamo devuelto + fin de la amortización = beneficios embolsados + tasa máxima de rentabilidad…

He aquí una advertencia para todo delegado sindical digno de ese nombre: una gran inversión en la empresa puede paradójicamente marcar el inicio del fin para la fábrica mediante el sencillo juego de las pasmosas tasas de interés que una empresa-madre impone a su filial. Pero no es la única estrategia posible para vaciar las arcas de una fábrica.

Estrategia nº2: Los beneficios de la fábrica se transfieren a la central mediante comisiones opacas

La fábrica produce papel, pero es la central de ventas de la sede quien firma los contratos de venta con los grandes compradores. Por cada venta realizada se factura a la fábrica de Stracel una comisión de ventas que representa del 3 al 7% del importe, por intermedio de los comercializadores y en gran parte de la empresa madre. En la contabilidad estas comisiones son difíciles de ver entre todo el mar de cuentas. Estas “ventas intra-grupo” son otra “técnica” –made in Finland- de evasión fiscal para hacer salir el dinero de las cuentas de explotación… y de Francia.

La fábrica de Stracel produce entre 230.000 y 280.000 toneladas de papel por año; mediante estas comisiones la entidad madre se apropia casi cotidianamente una parte de los beneficios de la fábrica. La rentabilidad del grupo se degrada poco a poco y de manera invisible. Entonces se ponen en marcha técnicas más estructurales para obtener aún más beneficios, como ocurre a inicios de 2012, con la creación de una estructura llamada OESC (One European Sales Company), un centro de costes radicado en Finlandia cuya empresa madre “refactura” a los clientes, y ya no a la fábrica de Stracel, convertida en simple lugar de producción. La estrategia de “fábrica low cost” ya fue denunciada en diciembre de 2007 por la CGT, sindicato minoritario pero vigilante. Ello dio lugar además a una huelga masiva en la fábrica -que obligó a la sede de UPM Francia a dar explicaciones- tras que el director anunciase que Stracel ya sólo se dedicaría a la producción y que el resto de servicios posiblemente se externalizaría pronto.

Estrategia nº 3: La degradación de beneficios como excusa para despedir

En abril de 1999 la dirección confirma el ERE para la unidad de pasta de papel. Afecta a más de 210 asalariados. Durante varios años a partir de 2004 la dirección anunciará regularmente otros EREs, cada vez con varias decenas de despidos. Estos afectan ahora a todos los establecimientos de la entidad jurídica UPM Francia, tras la “fusión contable” de las entidades francesas, para poder poner en marcha su nueva estrategia, especialmente para hacerse con el resto de amortizaciones financieras.

Estos despidos tienen una doble utilidad para la empresa madre. Por un lado, permiten no hundir directamente la fábrica restaurando temporalmente los equilibrios contables (pero se pagan menos salarios, con lo que se continúan obteniendo beneficios). Por otro, permiten tranquilizar a los accionistas del grupo, que exigen un 5% de retorno sobre las inversiones por año. El grupo, en efecto, cotiza en bolsa y la sucesión de EREs permite confortar regularmente a los mercados. Hasta el día en que el limón está demasiado exprimido. Hace falta entonces otra estrategia más radical, conectada a una visión más global del mercado de papel.

Estrategia nº 4: Comprar otras fábricas para ponerse en “exceso de capacidad de producción”

El mercado del papel es aún rentable, así como la pasta de papel, principal fuente de beneficios para UPM. Lo controlan en Europa principalmente dos grandes grupos, UPM y Stora Enso, aunque participan otras multinacionales como MReal. En una situación de cuasi-monopolio, los grandes grupos que controlan el mercado no tienen interés en hacerse demasiado la competencia; de hecho, se ponen de acuerdo en una estrategia común, especialmente sobre el precio de venta del papel: una práctica ilegal que el Tribunal Europeo había intentado denunciar. Reduciendo las capacidades de producción de papel, hacen su producto escaso y pueden venderlo más caro, haciendo jugar la “ley de la oferta y la demanda” para inflar el precio del papel, poniendo a su vez en dificultades a la prensa.

UPM ha adoptado una estrategia clásica en estas  situaciones: compra regularmente otras fábricas para absorber a la pequeña competencia y controlar el volumen total de producción en Europa. Tras ello, cerrar sus propias fábricas permite limitar la producción propia y permite paradójicamente obtener más beneficios controlando mejor los precios. Así, el grupo UPM compra y absorbe el grupo familiar Myllykoski el 1 de agosto de 2011.  30 días después, UPM anuncia el cierre / cesión de la fábrica de Stracel junto al cierre de otras fábricas, como la de Allbrück en Alemania y la de Myllykoski en Finlandia. Exige entonces reducir la capacidad de producción en al menos 1,3 millones de toneladas de papel. Pero su capacidad de producción, al absorber al grupo Myllykoski, ha aumentado en 2,8 millones de toneladas: UPM ha creado así artificialmente su propio exceso de capacidad de producción y el de los mercados de papel en Europa.

Estrategia nº 5: Vender la fábrica a otra empresa garantizándola limpia de sindicalistas

En 2012 UPM cede la fábrica de Stracel a Blue Paper -propiedad de VPK/Klingele, una “joint venture” germano-belga que produce papel cartón ondulado- por una inversión de más de 100 millones de euros. Al final este grupo sólo contratará a 105 de los 132 asalariados de la fábrica (20 años atrás había más de 500). Se les promete a los accionistas de VPK una rentabilidad de al menos un 12% anual.

Contratar tras el ERE supone así poder seleccionar y reducir la masa salarial. VPK vuelve a contratar a una parte de los obreros, pero con salarios un 30% inferiores de media a los anteriores, sin contar la pérdida o menoscabo de las condiciones laborales recogidas en el convenio de empresa. Pero VPK no renuncia a los antiguos cuadros de dirección de la empresa, el antiguo responsable de producción se convierte en director general de la fábrica, la antigua asistente de RRHH se convierte en directora de RRHH, el antiguo ingeniero de producción se convierte en responsable del proceso.

Curiosamente, mientras que la mayoría de los sindicalistas de Force Ouvriere –sindicato muy “conciliador” con la dirección de la empresa- vuelven a ser contratados, sólo lo es uno de los sindicalistas de CGT, quizás porque sean sindicalistas molestos para la dirección…

Los sindicalistas de CGT siguen contestando el despido económico de los asalariados de Stracel. ¿Cómo puede justificar UPM el cierre de una fábrica rentable, que obtenía resultados de explotación positivos y que tenía asegurada la producción al menos por tres años en el momento del anuncio del cierre?

Un combate sindical difícil frente a las manipulaciones contables y financieras

¿En cuántas fábricas ha pasado desapercibido este tipo de manipulación? En Stracel, una parte de los obreros no se han dejado engañar y han contestado su despido. Han hecho visible lo que a menudo se oculta: una fábrica que se convierte en filial de un grupo financiarizado ya no controla su destino económico. Si la fábrica cierra no es porque sus obreros costaran muy caro en comparación con obreros chinos, sino porque el principio de “no rentabilidad” se ha convertido en el horizonte fiscal buscado para la fábrica desde hace 20 años.

Terrains de Luttes y los delegados CGT de Stracel

http://terrainsdeluttes.ouvaton.org/?p=2904

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