La doble lucha contra el amianto


josé Luis Zubiaga arrastraba desde hace tiempo una tos a la que no le daba importancia. En enero de 2011 comenzó a sentir un dolor torácico y por la insistencia de su esposa, María Luisa Durán, acudió a la médica de cabecera. Le explicó qué le ocurría y le mandó sacar una placa de los pulmones.

Cuando regresó de nuevo a la consulta el 2 de febrero, la doctora le preguntó: «José Luis, ¿ha trabajado con amianto?». Él, sin pensarlo, respondió: «No». Actualmente muchas personas que estuvieron en contacto con este mineral lo tienen olvidado y desconocen sus perversas consecuencias. Tras meditar la pregunta, José Luis recordó que en su etapa de soldador de tuberías en la industria naval (1969-1984) en Sestao estuvo en contacto con este mineral -conocido también como asbesto-. Trabajó en la empresa Eusebio Herrería Ureta -ya desaparecida- con 17 años y once meses hasta los 33; una firma que estaba subcontratada por La Naval.

Décadas antes, sin saberlo, muchos trabajadores al manipular o al estar cerca del amianto inhalaban las pequeñas fibras de polvo que generaba el mineral, que años más tarde están provocando graves enfermedades respiratorias. Hasta 2002, España no lo prohibió.

«Muchas veces cierro los ojos y veo el polvillo blanco en los astilleros. Cuando nos metíamos a soldar en los tanques, ponían un ventilador que sacaba la porquería, entre la que había partículas de asbesto. Las tuberías que soldábamos estaban cubiertas de amianto, y para limpiar el buzo de estas fibras, a veces, lo hacíamos con el mismo soplete», relata José Luis, de 60 años, natural de Burgos y afincado en Navarra.

de la consulta a urgencias

El doloroso diagnóstico

Cuando la médica de familia examinó la placa de José Luis, le mandó a urgencias, y quedó ingresado quince días en Virgen del Camino. Allá el equipo médico explicó a la familia que sospechaban que José Luis pudiera padecer un mesotelioma maligno, un tumor que en el 85% de los casos está probado que se debe a la exposición al amianto, sin que el tabaquismo ni la presencia de otras sustancias tenga influencia; y que se desencadena entre diez y 40 años después de haber estado en contacto con él.

José Luis dejó de trabajar en los astilleros hace 27 años tras afectarle la reconversión industrial de los 80 y se desplazó a Pamplona, junto a 80 compañeros, para emplearse en la industria. Pero en 2010 se quedó sin trabajo por la crisis.

Durante su estancia en el hospital, le realizaron una biopsia y el 14 de marzo le confirmaron lo que se temían los médicos: había desarrollado un mesotelioma maligno. Al día siguiente, le recibió la oncóloga y desde entonces se encuentra en tratamiento. «Estoy muy agradecido de cómo se está volcando el equipo médico conmigo», insiste José Luis.

Tras el mazazo de una noticia así, María Luisa y Vanesa comenzaron a documentarse sobre el amianto, mineral asociado a este tumor y que hasta ese momento era desconocido para esta familia. «Metí en Internet esta palabra, descubrí todo lo asociado al asbesto, y di con la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (ASVIAMIE). Entregué el contacto a mi madre para que hablara con ellos. En Navarra no existe una asociación así», cuenta Vanesa. María Luisa llamó: «Fue muy duro todo lo que me contaron; lo grave de esta enfermedad y los casos de otros trabajadores expuestos al amianto en Bizkaia». ASVIAMIE le aconsejó que se pusiera en contacto con Jesús Uzkudun, secretario de Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO en la CAV, especializado en conseguir que enfermedades vinculadas al amianto sean reconocidas como profesionales y no comunes.

presentación del expediente

Error de la Seguridad Social

«Muchas personas desconocen que en décadas pasadas estuvieron expuestas al amianto. Por eso, ahora cuando les diagnostican enfermedades como el mesotelioma maligno, el cáncer de pulmón, de laringe, la asbestosis pleural o asbestosis no las relacionan con este mineral. Y es que han pasado muchos años desde la exposición al asbesto hasta que se detecta la dolencia», dice Uzkudun.

Esta es la pelea diaria a la que se enfrenta este sindicalista, ya que casos en los que se han producido diagnósticos de este tipo se han quedado archivados como enfermedades comunes y no como profesionales. Incluso, existen programas de prevención de trabajadores expuestos al amianto, pero muchos de ellos no están apuntados por la falta de información sobre este tema. Es el caso también de José Luis.

Desde hace años, Uzkudun trabaja para que ninguna persona dañada gravemente por «el amianto, un asesino laboral y ambiental», como lo define, quede en el olvido. Cuando María Luisa contactó con Jesús, este decidió encargarse de su caso.

Entre la familia y él prepararon un informe que presentaron en agosto al Instituto de la Seguridad Social, en el que explicaban la asociación de la enfermedad de José Luis con el amianto. Incluso, expusieron que un compañero de él en la empresa Eusebio Herrería Ureta había padecido un mesotelioma maligno y en la CAV le habían reconocido la enfermedad como profesional. Pero, la desagradable sorpresa llegó al domicilio de José Luis en febrero. «Abrimos la carta de la Seguridad Social, y en ella se nos comunicaba que a mi marido le reconocían una neoplasia de bronquio y pulmón, catalogada como enfermedad común. Fue un golpe terrible», cuenta indignada y nerviosa María Luisa.

Rápidamente se pusieron en contacto con la Seguridad Social (INSS) para denunciar el error, y pasado un mes, en marzo les volvieron a enviar una nueva misiva, en la que la Seguridad Social otorgaba la incapacidad absoluta a José Luis por padecer un mesotelioma maligno, pero por enfermedad común.

Esto significa que el INSS no reconoce por el momento que José Luis sufre este tumor por su exposición al amianto, ya que el Instituto Navarro de Salud Laboral -INSL- (por ser la comunidad donde ahora reside José Luis) en coordinación con el Instituto de Seguridad y Salud Laborales del Gobierno Vasco (territorio donde, según defiende la familia, contrajo esta enfermedad) -Osalan- no han emitido todavía un informe favorable en el que se admita el mesotelioma como profesional, detalla la familia.

Jesús Uzkudun denuncia que «ha existido una grave descoordinación entre los dos Institutos. La Seguridad Social necesita el certificado de reconocimiento de enfermedad profesional que emita el INSL tras habérselo solicitado a Osalan». A pesar de la indignación de José Luis por verse envuelto entre tanto papeleo al mismo tiempo que lucha contra su enfermedad, señala que según le dijeron desde el INSL «han vuelto a solicitar a Osalan un nuevo expediente en el que se reconozca la enfermedad como profesional».

Si José Luis lograra esto podría optar a mejorar su prestación; reclamar daños y perjuicios a la empresa responsable de la seguridad contra el amianto, La Naval; y exigir recargo de prestaciones por falta de medidas de seguridad, enumera Uzkudun.

María Luisa y Vanesa luchan junto a José Luis para que se admita que su enfermedad tiene un culpable: el amianto. Aunque el mayor deseo de su esposa es otro: «No quiero dinero; solo quiero que se cure mi marido. Esto es muy duro para nosotros».

http://www.noticiasdenavarra.com/2012/04/15/economia/la-doble-lucha-contra-el-amianto

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