«No me lo esperaba. Esta es la última medida». Es la reacción de los trabajadores de Tragsatec ante la noticia del expediente de regulación de empleo presentado por la empresa. 317 se ven afectados, pero solo unos pocos se han atrevido a dar su testimonio a EL PERIODICO. Aun así, no han querido facilitar sus datos por temor a las represalias. «Queremos transmitir que hay mucho miedo», dicen, «los trabajadores no se atreven a hablar».
Un administrativo que lleva varios años trabajando en las oficinas de la empresa y con contrato indefinido desde 2006 critica que por motivos «ajenos a su causa» le quieran cambiar un contrato que, según él, se ha merecido. «O me cambian el contrato, con la consiguiente pérdida de derechos y calidad de trabajo, o me echan a la calle», se lamenta.
Los trabajadores denuncian que el paso del contrato fijo indefinido al fijo discontinuo implicaría perder todas las condiciones que habían conseguido y aceptar otras mucho peores: «estaríamos cuatro meses en el paro, la antigüedad no se acumularía, el cambio de fijo indefinido a fijo discontinuo sería gratuito, habría rotación de trabajadores… y todo por una mala gestión de la empresa de la que el trabajador no tiene culpa ninguna», detalla un informático que lleva diez años trabajando para Tragsatec. «Cuando las vacas han sido gordas todo ha sido para ellos; ahora que las vacas son flacas perdemos nosotros», añade.
Malas condiciones
Una veterinaria de campo que también obtuvo un contrato indefinido en 2006 tras haber trabajado para la empresa desde 1997 aporta numerosos detalles sobre la situación que, según su juicio, han sufrido los veterinarios de Tragsatec en Extremadura en este último año. «Han estado jugando con nosotros como han querido», afirma, «reubicando gente de la zona de Brozas en Herrera del Duque o Azuaga, pagando unas dietas para dormir, desayunar, comer y cenar de 45 euros al día, y eso no se puede mantener».
Explica que les comunicaron que los trabajos terminaban el nueve de septiembre, pero que la noticia no les extrañó porque en otras ocasiones el plazo se había prorrogado. La veterinaria cuenta que fue en julio cuando se les notificó que la empresa había presentado un ERE.
«Llevo siete años en la empresa y siento sobre todo decepción, desilusión», dice una informática, «porque siempre han intentado transmitirnos que trabajemos, que luchemos por la empresa y ahora, cuando sucede la situación contraria, nos están dejando atrás. Creo que nadie se lo esperaba».
Los trabajadores afirman que hay trabajo, pero que a pesar de todo la empresa ha decidido unilateralmente, tomando la medida «más radical», subraya uno de ellos. «No sé qué haré si el ERE sigue adelante», confiesa un compañero, «espero que no sea así».
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