La atención psicológica por acoso laboral aumenta desde el inicio de la crisis


La Federación de Servicios Públicos de UGT Castilla y León denunció este martes que su Gabinete Psicológico ha experimentado un aumento de la «demanda de atención» por acoso laboral desde el comienzo de la crisis. Un escenario que ha hecho «más vulnerables» a los trabajadores, porque tienen «miedo a perder su bien más preciado, el trabajo», si hacen pública la situación, según afirmó el secretario de Salud Laboral de FSB-UGT en la Comunidad, Belarmino Rodríguez Pérez.

El sindicalista constató la «preocupación» de su federación por la «aparición cada vez mayor de conductas de este tipo», que son «difíciles de demostrar», ya que tienen un carácter «solapado y sibilino», y «van destruyendo poco a poco a la víctima».

Para luchar contra estas prácticas, UGT Castilla y León acaba de publicar más de 40.000 ejemplares de la nueva ‘Guía del acoso psicológico en el trabajo (‘mobbing’)’, una «herramienta para que los trabajadores sepan distinguir las conductas encaminadas al acoso laboral» y a quién deben comunicárselas, en palabras de Rodríguez Pérez, a «los delegados de prevención» de los centros de trabajo.

El secretario de Salud Laboral aconsejó a las posibles víctimas que «no se callen, pidan ayuda, verbalicen el problema y lo hagan visible», especialmente en «momentos de crisis» como los actuales, cuando «es mayor el temor a que se tomen represalias si alguien pone voz a estas conductas». En ese sentido, añadió que el acosador «actúa normalmente con la connivencia de aquellos trabajadores que rodean a la víctima» y que con sus «silencios» se convierten en «testigos mudos», rehenes de su «temor a denunciar».

Belarmino Rodríguez Pérez recordó que, según una encuesta de ámbito nacional realizada por UGT en 2008, el 18% de los trabajadores confiesa haber sufrido alguna vez conductas de acoso y que el 26% reconoce trabajar «en un ambiente con alto riesgo de sufrir acoso», cifras que «se corresponden» también con Castilla y León y que han aumentado desde el inicio de la crisis.

A este respecto, el secretario de Salud Laboral matizó que el número de casos reales no tiene una correlación con el de sentencias, aunque «cada vez va habiendo más», ya que «no es fácil que estas conductas lleguen a los tribunales». «La experiencia dice que las empresas tratan de derivar la mayoría de estas conductas a las malas relaciones personales», incluso con «eufemismos» del tipo «son cosas de chicas», añadió Rodríguez Pérez, para luego constatar que hay «casos concretos» que han acabado por producir «problemas físicos, y no solo psicológicos, en la víctima».

El sindicalista remarcó que para que se pueda hablar de acoso laboral tiene que haber «intencionalidad y objetivos» por parte del acosador, así como «una permanencia en el tiempo». Asimismo, advirtió de que el acosador «no es siempre alguien que esté jerárquicamente por encima de la víctima», sino que puede ser «un compañero del mismo nivel» o incluso «un trabajador hacia su jefe».
Tres tipologías

La secretaria de Sanidad y Salud Laboral de Valladolid, María Luisa García García, explicó que existen tres prototipos de acosador: el «narcisista», que por «envidia» trata de «apropiarse» de las ideas o cualidades de los demás o incluso de «destruirlas»; el «paranoide», que se siente amenazado por todos los que le rodean, especialmente por los que demuestran más aptitudes y cualidades que él; y el «psicópata», que carece de «escrúpulos o empatía» y «actúa por el placer de causar daño».

Por su parte, la coordinadora de los Gabinetes Psicológicos de FSP-UGT Castilla y León, Benedicta Gayoso Lavandeira, insistió en que el acoso laboral se ha acentuado «en el último año o año y medio», ya que debido a «las reducciones de personal» se «presiona más» a los trabajadores para que «el trabajo de dos lo haga uno solo». «Si además el jefe carece de ética y tiene habilidades de acosador, puede haber acoso», resaltó.

En esa línea, Belarmino Rodríguez Pérez puntualizó que los trabajadores «asumen tareas que hace años no tenían», lo que provoca «situaciones de estrés que van minando su fuerza». Así, los asalariados acaban por «transigir más» y vivir «en silencio» todo el proceso, hasta que se sienten incluso «culpables» de la situación. «Sucede lo mismo que con la violencia de género», apostilló.

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/14/castillayleon/1329223217.html

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