En esta segunda parte seguimos relatando los abusos patronales que han sido moneda corriente en el Hotel Luna de Granada: obligar a trabajar bajo amenaza de despido en los días de descanso, no pagar complementos de antigüedad o nocturnidad, jornadas de doce horas, coacciones contra los trabajadores que se dan de baja por enfermedad, no aplicación de las subidas salariales del convenio sectorial, contratación en categorías –y con salarios- inferiores a las efectivamente desempeñadas, coacciones para evitar que se asista a reuniones informativas de CCOO, despidos por asistir a esas reuniones, acoso a una trabajadora por estar embarazada y por pedir la reducción de jornada por maternidad, acosos por quejarse o por reivindicar derechos legales…
Trabajar sin descanso
– “Yo estaba en San Gabriel en cocina. En el descanso del mediodía tenía que estar fregando cocina, limpiando, o metiendo trapos en la lavadora. El día que no tenía ganas de trabajar en mi hora de descanso porque no me encontraba bien, me salía fuera, me sentaba en un banco y me llamaron la atención, me dijeron que no, que para estar parada que trabajara. Y no me daban la ropa, me achicharré con los desengrasantes y ni me dieron baja.”
Robando salarios
– “Y este año con el tema del plus cultural. Este año lo que nos dijeron, creo que fue en la segunda reunión, les pedimos que nos dieran el plus cultural y me dice: “sabe usted que algunos de sus compañeros se lo han dado a la empresa como un regalo, y ustedes es que no pretenden ayudar a la empresa, porque ustedes deberían de hacer lo mismo que sus compañeros”. Pero esos compañeros no le habían “regalado” su plus cultural, a esos compañeros les habían obligado a firmar que renunciaban a su plus cultural, que es muy distinto. Eran dos euros y pico, que se los diésemos a ellos porque eso era ayudar a la empresa.”
Intento de descuelgue del convenio provincial de hostelería y represión antisindical.
Acosos laborales
-“En mi caso, a los dos años de estar en ese departamento de créditos me ponen en el departamento de reservas, llevando las dos cosas aunque no era compatible, me obligaron… Al quejarme por decir que no era compatible un trabajo con otro, por quejarme, me obligan a estar un año un turno partido por narices, de nueve a dos, de cinco a ocho y otra semana de nueve a dos y de cuatro a siete, por quejarme. Que también lo presenté por escrito, que no puedo conciliarlo porque vivo lejos y por mi situación familiar. En el último año vieron que no era necesario hacer ese turno partido y ya sí me dejaron hacer un turno seguido, pero estuve un año aguantando la cabronada: que te has quejado, que dices que no puedes hacer las dos cosas… Esa es la forma de actuar.”