Viajes Marsans: «Tuve que pagar con mi tarjeta de crédito a un hotel porque Marsans no le había pagado»

Entrevista realizada por Carmen Botía Morillas, miembro de ABP


Trabajar como comercial en Viajes Marsans, la empresa del ex-presidente de la CEOE Díaz Ferrán, significaba estar sometido a horarios interminables, objetivos inalcalzables y fuertes ritmos de trabajo sin que los trabajadores sientan la «legitimidad» de reclamar sus derechos. Servicios vendidos por la empresa y no pagados a  proveedores  eran errores que los trabajadores debian asumir para salvar la cara a la empresa, así como otras grandes y pequeñas prácticas de abusos.

Sus condiciones de trabajo como comercial en Marsans, los objetivos eran imposibles de cumplir.

Luís era comercial, desempeñaba un trabajo diferente al del resto de sus compañeros, estaba en mejor situación por tener un puesto con mayor libertad. Era comercial, y tenía un horario más libre sin que necesariamente tuviese que cubrir el horario establecido para las oficinas, aunque trabajaba más horas de las firmadas en contrato y su disponibilidad era total. El resto de compañeros, que realizan trabajo de oficina, estaban sujetos a los horarios establecidos, más todas las horas extra que siempre se hacían. Visitaba a clientes de grupos, trabajaba en el departamento de grupos, concertaba citas desde la oficina, como el grupo no puede ir a la oficina, él se reunía y les hablaba, y si había un responsable visitaba únicamente al responsable.

–          L. Entonces, respecto a horarios y demás, estaba un poco más relajado. ¿Con respecto a objetivos? Pues no. Formaba parte de los mismo objetivos de los demás.

Los objetivos eran tan ambiciosos, que no se podían cumplir.

–          L. Imagina que tuviésemos que facturar dos millones de euros al año, eso supone al día mucho más de 5.000 euros y date cuenta que unas vacaciones a Tenerife valen 300 euros. Todos los días no compran eso, así que tienes que hacerte, todos los días más de lo que entra a la oficina, y a veces es imposible… Pienso que era una manera de tenernos asustados: “que no llegáis a los objetivos”. Y cada vez que pedíamos algo: “Que mira, que es que los sueldos que ganamos son, bastante escasos”. “Ya, pero es que no llegáis a los objetivos, y si no llegáis a los objetivos, no podemos pagaros más, si llegaseis a los objetivos alguna vez”.

Los sueldos eran bajos, las personas que trabajan en una agencia de viajes tienen una preparación, son personal técnico, agentes de viajes, diplomados en turismo, algunas personas más mayores no tenían la titulación, pero tenían mucha experiencia. Y hay que saber programas técnicos, además de la responsabilidad que tiene enviar a gente a otro sitio, y atenderles antes cualquier incidencia en otro país.

–          L. Los sueldos, pues, un directivo, o un responsable de oficina, con unos 10 años de experiencia el sueldo que podían tener son poco mas de 22. 000 euros brutos al año. Que parece mentira, cuando me lo dijeron, no me lo podía creer… Una chica de,  una vendedora de oficina, que igualmente es diplomada, lo único que, es que acaba de entrar, que sí, que la cosa está muy mal, pero comenzar a trabajar por 500 euros, o 550 euros me parece abusar”.

–           ¿En tu oficina había alguien trabajando por eso?

–          L. Si, una chica, que además llevaba más tiempo del que se podía llevar. Con contratos temporales, la dejan un tiempo sin estar trabajando, y después la vuelven a llamar y le dan lo mismo, eso le hacían a la pobre, con lo curranta que es.

Para él era difícil entender. Él antes trabajaba para un turoperador de la empresa. También con funciones de comercial, vendía los productos del turoperador al resto de redes de agencias de viajes, explicarle los productos que llevaba.

–          L. Cuando me cansé de la situación que había, decidí que me marchaba, que no me renovaran el contrato, entonces me ofrecieron trabajar para Viajes Marsans, y quedarme solamente en Sevilla. Yo creí que iba a ser más relajado, pero no lo fue del todo.

Los criterios de reparto de incentivos en su oficina, piensa que eran correctos, había una directora coherente, y decidieron, tras hablarlo entre todos, que los repartirían  a partes iguales entre todos, tanto para la directora como para la chica que cobraba los poco más de 500 euros.

–          L. Porque el trabajo de grupos, necesita de la implicación de todos en el producto final que se vende… Cuando me quejaba al jefe comercial del poco sueldo me decía que, en vez de pedirle un aumento, me quedase con los incentivos, que era tonto de repartirlo con la oficina.

En la venta de grupos se necesita del trabajo de los demás. Distinto a la venta directa de mostrador a cliente, de las personas que se acercan a la oficina y son atendidas. Él como comercial, estaba en la calle, y necesitaba el soporte de las personas que están en la oficina, aunque la venta era suya, era gracias a los trabajadores que estaban en la oficina. En otras oficinas los incentivos se repartían de manera diferente.

Luis tuvo que pagar con su tarjeta personal a un hotel al que Marsans no le había pagado el dinero por la estancia de un grupo

Luis relata una situación de abuso que sufrió.

–          L. Tener que pagar con mi tarjeta de crédito, a un hotel, pues no sé, 1200 euros, creo, el máximo que daba mi tarjeta, era.

–          ¿Y eso?

–          L. Pues porque Marsans no le había pagado al hotel, y el cliente, ya estaban los clientes en el hotel y no le daban de comer. “Y, ¿a quien llaman?”. “A quien le ha vendido el viaje”. “¿Ese quien es?”. “Pues yo”. Yo estaba comprando en el supermercado un sábado a las 8 de la tarde. Y me llaman “Oye mira Luis que es que el hotel dice que para mañana no tenemos la comida”. Eso me llama el responsable de grupo. “¿Como que no? Si esto se ha pagado, está todo perfectamente cerrado, y todo correcto”. “No. ¡Pues ya no te vuelvo a comprar más, ya no, ya tal”. Bueno, de hecho Marsans ha quebrado y a mí me ha seguido llamando el hotel a mi casa. “Oye Luis, que al final no me pagaron”. Yo pagué con la tarjeta de crédito, parte, y otra parte se fiaron de Marsans, y dos años después, pues, todavía.

–          ¿Lo que tú pagaste te lo devolvieron?

–          L. Lo que yo pagué me lo devolvieron gracias a que la directora de mi oficina se implicó conmigo, y conseguimos que me lo pagaran. Pero el jefe, me dio largas varias veces, que se encargue ella me decía.

–          ¿Eso sería una práctica habitual en otros sitios, porque no iba a ser en tu caso la primera vez?

–          L. A mí me ha pasado una única vez. Pero sí que es extraño que todo me pase a mí, que somos 4000 trabajadores. ¿No crees?. De alguno sí sé que le ocurrió algo parecido.

Puede que si su directora no se implicara, igual no se lo habrían pagado. El podría haber no hecho nada, y el grupo no habría comido. Pero, de alguna forma él tenía que salvar su cara.

–          L. Todo el mundo en la empresa estábamos super-implicados cuando no se lo merecían, y no entiendo muy bien, intento buscar, cuál era el motivo. Porque, pienso que no volvería a pasar, O sea, yo no me voy a implicar tanto, en un sitio, si no es recíproco. Yo no veía más allá de la empresa”. A veces salía de la empresa a las 11 y media de la noche, era habitual echar una hora y media, dos horas, diarias, extras, no remuneradas, eso era habitual para gran parte de la plantilla.

Porque había más trabajo que trabajadores.

–          L. Sí, en nuestro caso teníamos presupuestado una plantilla de cinco trabajadores, y la realidad es que la mayoría del tiempo éramos cuatro, el quinto siempre estaba por llegar, además entre las vacaciones de la gente y las veces que nos pedían el favor de mandar a una persona para ayudar aquí o allá, hemos tenido que tirar muchos días con tres, y uno de ellos que soy yo, en la calle. Imagina si había más trabajo que trabajadores…Ellos dicen que es que no nos organizamos bien, aunque el convenio colectivo dice que las horas extra se pagan. Nadie las cobra, dicen que es que no nos organizamos, y si no te sabes organizar no es su problema. Pero la realidad es que, hay que vender mucho, y que la venta no es sólo venderle al cliente, es venderle al cliente, y luego, registrar la venta en el sistema que tiene la empresa.

En temporada alta eso se hacía después de cerrar, ya que si lo hacían cuando estaba la empresa abierta, perdían oportunidad de atender a nuevos clientes, y se pierden ventas. Así deben quedarse después para meter todos los expedientes. Una solución para no echar horas no remuneradas sería cerrar antes, para terminar de gestionar el trabajo en horario laboral, o que hubiese personas para meter los expedientes en temporada, pero no, los expediente se acumulaban uno encima de otro, y al cerrar la puerta ya más tarde de la hora de cierre, comienzan a registrarlos y a hacer la caja, comprobar el dinero que se ha cobrado, no puede haber dinero en la caja sin registrar. También los directores de oficina están sometidos a presión.

–          L. A mí, en cierto modo, me parecía, que era la más esclava de la oficina. Porque la gente de mostrador normalmente somos más jóvenes que los directores, entonces te puedes plantear, bueno, pues estoy empezando, o, no tanto, porque cuatro años ya no estás empezando. Pero, bueno, todavía tenemos oportunidades, o podemos ponernos a estudiar.  Pero una persona de cincuenta años, o cuarenta y tantos, pues quizá no tenga la misma o tiene otro tipo de responsabilidades. Están atrapados, y piensan que el sector de agencias de viajes, funciona igual. Yo creo que no, que alguna agencia habrá que haga las cosas bien. Piensan que todas trabajan de la misma manera. Y siempre, cuando se habla, de lo mal que estamos. Ellos dicen: Pero bueno, donde voy yo, con la edad que tengo, a tener que demostrar a otro sitio, cuando aquí ya lo he demostrado, “ya he demostrado que soy esclavo”. Si me voy a otro sitio tendría que empezar a demostrar que lo soy, entonces, tienen más miedo.

Horarios de trabajo más allá del establecido, pagaban con su dinero los fallos, no tenían tiempo para su vida personal

No era un trabajo fácil, porque tenían que estar pendientes de cuestiones adicionales a sus propias funciones, que era vender viajes y atender al cliente. En las oficinas más grandes y con la suerte de tener un comercial, es más fácil llegar a los objetivos, más que en otras que dependen de quien entra en la oficina.

–          L. Una compañera, ha sido directora de oficina durante un montón de años, y yo creo que no ha llegado a cobrar más de 1000 euros”. Porque pertenecía a una oficina que no vendía tanto “Con 10 años de experiencia, diplomada, y dedicada en exclusiva para lo que necesite la empresa”

Según Luis, la vida personal de quienes trabajaban en la empresa se relacionaba directamente con sus horarios de trabajo.

–          L. Muchos de los compañeros y compañeras no tienen pareja, porque están tan dedicados a su trabajo, que no tienen mucha posibilidad de tener otra vida”. Cuando cayó Marsans hubo quienes se quedaron sin saber que hacer “No sabían vivir sin su trabajo”.

Era una renuncia a la vida personal para dedicarse a la empresa, a pesar de no ser un sueldo alto y tener que soportar incluso enfrentamiento entre compañeros.

–          L. Yo no he llegado a entender del todo, cómo conseguían eso de nosotros.

Los directores de oficina están presionados y así, a la vez también presionan.

-L. Además las distintas oficinas competíamos entre nosotros, ya que los objetivos de venta cuentan por oficina o al menos es la percepción que tenemos a nuestro nivel. Por tanto se viven situaciones: “que me has quitado un cliente”. Yo he visto broncas, de hecho tuve una con una directora por eso, porque decía que estábamos atendiendo a un grupo que había ido a su oficina. Claro, a la mía también, el cliente no sabe que competimos entre nosotros, y claro, si yo como comercial tengo tiempo para salir, si puedo ir a verlos, pues tengo ventaja y me lo compran a mí.

–          L. Enfrentamientos porque no se trabaja en equipo, no se piensa en empresa global, es: “Me has robado a este,….las otras oficinas no te dicen la verdad”.

–          Ya, pero a mí lo que me resulta raro es que son los trabajadores entre sí mismos, no hay una figura de alguien que sea quien está abusando.

–          L. Si, es cierto, han conseguido hacer esa estructura de alguna forma, no sé cuál es el mecanismo, y les iba bien, bueno, la facturación que tenían era buena, si hemos quebrado será por otros motivos. Finalmente parece que no pagaban. Dicen que se ha perdido el dinero pagando otras cosas, yo ahí no puedo opinar. La cuestión es, que no se sabe quien es el que tenía a las oficinas enfrentadas… Sería en las convenciones, donde se comparaba a las oficinas según objetivos cumplidos y demás… En cualquier caso, la falta de organización de los trabajadores permitía el abuso de poder que sufríamos.

A esas convenciones, que eran obligatorias, iban casi todos los trabajadores excepto uno por oficina, que abría ese día.

–          ¿Todos los incentivos consistían en dinero?.

–          L. Claro, todo es dinero hasta donde sé, normal están super-cortitos. Imagínate, una persona con 45 años ganando 900 o 1100 euros. Están regular, lo que pasa es que aparentan que no. Eso es otra cosa que parece que le meten en la cabeza. A algunos parece que incluso le sobraba.

El vestuario debía correr por cuenta de cada trabajador, ya que no había extra para vestuario.

–          L. Nada, nada, lo único que conseguimos porque aunque ya estaba recogido en las normas, nos llamaban la atención por hacerlo, era que, cuando nos quedábamos a comer, nos lo pagara la empresa. Pero ya está. Y algunas veces, te daba hasta cosa decir: “Oye, que es que me he quedado a comer, ¿me lo pagan?”. Te daba hasta cosa, porque claro: “¿Tan mal lo haces, que te tienes que quedar a comer, y no has acabado tu trabajo?. Esa era un poco la política, al menos la que yo he compartido.

A Luis le deben los sueldos de los últimos meses antes de terminar. Los dos o tres meses finales, más los años de antigüedad. Al final se ha negociado para que les paguen menos de lo que les correspondería, en vez de 45 días, les van a dar  menos días. Había desconfianza entre los compañeros, pues nadie confiaba en el abogado de otro.

L. Fíjate hasta donde llegaba, que fuimos incapaces de contratar a un abogado y que nos lo llevara a todos,  habría hecho más presión, pero los compañeros pensaban que el contacto del abogado se lo ahorraría, no pagaría, y los demás sí… “Pues vamos a un abogado pero yo lo pongo”, total, que al final, cada uno por su cuenta. Imagínate hasta qué niveles más disgregado estaba el personal…. Luego la gente ha comenzado a irse a otras empresas, además rápido y casi sin avisar, “le vayan a dar trabajo a este antes y a mí no”.De los comprometidos que lucharon por la empresa hasta el final, uno me dijo: “Luís, las ratas son las primeras en abandonar el barco”.

La relación con uno de sus superiores

El tenía jefa de oficina y jefe comercial, tuvo una buena relación inicial con él, se formó con él. Cuando comenzó a vender sin su ayuda, el jefe comenzó a tratarlo menos bien.

–          L. Cuando empecé a no necesitarlo, entonces ya no tan bien. Parecía que no acababa de cuadrarle que no lo necesitara tanto, algo absurdo, porque con la experiencia que él tenía, debía saber que es lógico ir aprendiendo.

Un comercial bueno a veces podía facturar como una oficina pequeñita, casi 1.000.000 euros al año.

Tener dos jefes con intereses propios en algunos casos era un beneficio pero no siempre resultó fácil, el jefe comercial y la directora de la oficina.

–          L. Era una situación difícil cuando a su directora la dejaban de lado, había reuniones para oficinas de grupo a la que acudían directores y comerciales, pero a su directora no la llamaban, nunca lo entendí, en fin, tampoco era mi misión, pero la sensación de estar entre dos aguas no es cómoda, vienes de la reunión con un objetivo y unas directrices que tu directora desconoce, a veces se establecían conflictos y te pillaba en medio de los directores.

Por ejemplo, respecto a jefe de comerciales dice lo siguiente.

–          L. Cada vez que yo decía: “Ya estoy harto, porque me quedo hasta las 10 de la noche a diario. Primero me quejaba a ella, pero ella lo veía y entendía mi queja. El horario que tenía, la presión, los teléfonos, los móviles, porque uno lo tenía para tal, otro para otra gente”. Yo necesitaba a más gente en el departamento conmigo, en la oficina había gente pero en temporada están en mostrador, entonces yo hacía el trabajo de calle y luego al no tener apoyo en la oficina tenía que quedarme para preparar los presupuestos y demás, pero claro, si metían a otra persona no iba a ser tan beneficioso lo que facturaba, pero es que estaba haciendo el trabajo de dos… pedí un aumento de sueldo, me dijeron que no, que me fuera, que no había posibilidad. Yo cobraba 19.000 euros anuales, porque facturaba mucho, no paraba y es que nunca te dicen, cuando entras, no te dicen cuanto tienes que vender, no te dicen: “Mira, que vas bien”. “Oye, ¿voy bien?” si, tú sigue así, sigue así. Cuando me di cuenta, el primer año había facturado más que nadie en mi oficina. Pues haberme avisado que es que me he matado”… Pedí un aumento de sueldo y me dijeron que no, como estaba la cosa. Entonces claro, Llevaba tanto trabajo a la oficina, que una de las personas que estaba en la oficina acabó teniendo que atenderme. Se dedicaba a atenderme a mí, porque así vendía yo bastante más, pero “decisiones que tenemos que tomar entre nosotros”. Oye mira, no atiendas a nadie. Bueno, pues empezamos a hacerlo así, la directora encantada. Claro, aunque a veces se necesitaba personal en mostrador, pero a ella lo que le interesaba era que vendiéramos para alcanzar objetivos.

Los trabajadores se organizaban para vender más, pero eso no repercutía en sus sueldos, de hecho, la chica que le atendía seguía cobrando unos 500 euros, no era diplomada, era técnica en agencias de viajes, en un ciclo formativo, tenía responsabilidades, también acompañaba a grupos, se iba a México con un grupo y durante una semana debía atender al grupo entero.

L. ¿Esa responsabilidad se paga con poco más 500 euros por dios?

La empresa no pagaba todas las responsabilidades que los trabajadores asumían. Sus contratos laborales eran de “agentes de viajes”.

–          L. El de ella también, lo que ocurre es que le ponen “auxiliar de auxiliar”, y le pagan, lo que viene en el convenio, y claro, está dentro de la legalidad, pero en el convenio también dice que no se echan horas extras sin cobrarlas y un montón de cosas que no se cumplen”. “cuando ella está echando 10 u 11 horas, y cuando además le están haciendo trampas, porque la despiden cuando ya no la pueden contratar más, y al tiempo la vuelven a contratar, y otra vez, igual, otros dos años. Ahora, la tenía ayudándome pero ¿Cómo le dices a esa persona que se quede contigo fuera de horario hasta que acabes, que no puedes terminar solo, sabiendo que no se ha ido a comer a casa y que cobra esa miseria? Es un poco abusar. Me sentía muy mal por ello, por eso lo cuento. Pero claro, si aumentan los sueldos, cuanto más le pagaran a la gente, más subían el objetivo también. Yo ganaba casi como la directora.

El que más cobraba de la oficina era la directora y cuando le subieron a él, también debieron subirle a la directora.

Luis tuvo un accidente laboral y se  comprometió con el trabajo más de lo que era exigible.

L. Pues que con las prisas que llevamos siempre, pues me atropellaron. Vamos, culpa de otro, quizá si hubiese ido más tranquilo, pero como siempre iba alterado. Si tienes tiempo para hacer 3 visitas, pues voy a intentar hacer 5. Pues, no puedes perder ni un segundo, ni cogerle el teléfono a tu madre, que te está llamando para decirte que no la ves desde…. Pues no puedes. Y tuve un accidente.

Le decían a su jefe que le subieran el sueldo, pero no se podía. Entonces de la cantidad de trabajo que tenían, la mayoría de los empleados de su oficina decidieron irse de la empresa, menos la directora. “Entonces vino el jefe de grupos y habló con toda la oficina, y cambiaron la organización”:

–          ¿Y qué os ofrecieron a cambio?.

L. A la que cobraba 500 euros le dijeron que se largara, vamos, que si te quieres ir que te vayas mañana, no esperes ni los quince días.

–          ¿Y eso?

–          L: Pues porque son así de, de educados, al menos nuestro responsable. En plan, que si, que te vayas, que no nos importa. Que si te quieres ir vete. Yo me sentí mal de cómo la trataron. Nos reunieron de uno en uno, con la directora y el jefe, bueno, pues a ella, un poco más y ni la reúnen. ¿Bueno, y tú también te quiere ir, pues vete?”.

–          Si, si, entonces, vosotros decidisteis que las condiciones no eran, y que os ibais todos los de la oficina.

La chica que cobraba 500 y pocos euros, se fue, pero hecha polvo.

L. Se ha salido del sector, no quiere saber nada de las agencias, vivía en un pueblo y tenía que venir todos los días. Después, la otra compañera, decía que, que no podía seguir este ritmo, ella se quejaba de las horas que echaba sin cobrarlas, y decía, que si todos los días se quedaba a comer, que se quedaba el 90 % de las veces, que ella no quería venir luego, que se quería ir cuando echara las 8 horas. Que yo no es que me vaya y luego venga por la tarde, es que yo no me voy, yo estoy aquí desde las 9 de la mañana, a la noche, y las horas que hay en el medio también estoy. Entonces vieron que se iban a quedar solos, y supongo que la directora no podría manejar la oficina con toda la plantilla nueva, con la cantidad de trabajo que había,. Yo también dije que me iba, que quería que me pagaran más o que me marchaba. Después de machacarme con chantaje emocional sobre mis valores hacia la empresa: “mi empresa”. “¿Eso es lo que tú miras por tu empresa?”… Me dijeron que me marchase también, solo que yo si me tenía que esperar los quince días. Y a esta otra persona, se quedaría sola con la directora, le dijeron que bueno, que a las 5 se fuera todos los días. Yo me esperé los quince días.

El jefe se fue y a los 3 días le llamó: “diciéndome como buen jefe y profesional en el trato con subordinados”:

–          L. Mira, que le he dado tres vueltas a toda Sevilla, la he puesto boca abajo, y no encuentro a un tío que quiera cobrar lo que tú para hacerme este trabajo. Que si sigues pensando que querías ese dinero, pues nada, que contaremos contigo.

El aumento de sueldo que le había pedido, que era 22.000 euros, y los venía pidiendo de hace tiempo. Nunca era el momento.

–          L. Mira que te vayas. Que te quedas, pero, bueno, que si quieres seguir que te quedes, pero eso, que no he encontrado a nadie que haga el trabajo por lo que tú me pides. Ya, todos los que buscaba, le pedían, lo que yo estaba pidiendo o más. O sea, que yo estaba trabajando por menos de lo que pagaba el mercado, yo era consciente, por eso pedía el aumento. Sabía que cualquiera que me encontraba por ahí, de mi competencia, cobraban más que yo, todos. Entonces decidí que me quedaba. Pero resultó que  claro, esa conversación telefónica pasó al olvido. Yo decía: “Bueno, pero si es que a mí me ha dicho que me iban a pagar más. Esto fue en mayo, y al ver que no en la nómina siguiente, se lo reclamé y me dijo que me tenía que esperar a marzo del próximo año. Tío, no, un trato es un trato.

Él se sentía mal, por su compañera que tuvo que irse por pedir unas condiciones aceptables, siguió y tuvo el accidente dos semanas después de haber negociado un aumento de sueldo. Y claro, le dicen en el hospital que va a necesitar 5 ó 6 ó 7 meses de recuperación, que la rotura que tuvo en el tobillo fue bastante importante.

–          L. Y claro, en mi trabajo hay que andar mucho. Entonces, este hombre con su particular visión autoritaria de la gestión de equipos, me llama, yo creí que me diría: “Oye cómo estás”. Pero no, me llamó por teléfono, como los demás, pero lo que me dijo es que si seguía pensando en largarme, que ya que iba a tener que buscar a otro, si o sí, que si quería me podía ir. Y no he vuelto a saber nada más de él, no me ha vuelto a llamar. Y he estado casi un año en rehabilitación a causa de un accidente laboral: “trabajando bajo sus órdenes”. ¡Habrá estado tan ocupado! Menos mal que no seguí aprendiendo de él.

Luis, incluso con la pierna escayolada de baja ha ido a la oficina “por voluntad propia”, porque había dejado ventas en proceso, porque las ventas en grupo, desde que se contacta con el cliente hasta que se cierra puede pasar un mes o más. Por eso quería cerrar los compromisos pendientes que tenía con algunos clientes que sus compañeras no podían atender bien, ya que él conocía como había ido la negociación, y cerraría mejor algunas ventas.

–          L. Yo sabía que si no las cerraba iba a perjudicar a la oficina, entrecomillas, como iba  a estar un tiempo sin producir, pues desde mi casa, e incluso alguna vez desde la oficina, pues cerré todo lo que tenía por medio”. Ahora lo pienso, ¿Para qué, se lo merecía quizás el jefe?

Su compromiso con su trabajo iba mucho más allá de lo que es deseable.

L. “En cualquier caso no me arrepiento de haberlo hecho así”. Estando de baja, seguía manteniendo contacto con los compañeros, y los clientes le preguntaban por mí, algunos a los que no pude acompañar a los viajes me traían detallitos o vinieron a casa a contarme como les había ido, les agradezco el esfuerzo y el apoyo que me dieron.

La chica que cobraba 550 se marchó sin indemnización ni nada. Mientras él estaba de baja, los problemas de viabilidad de Marsans se fueron haciendo visibles para los trabajadores.

–          L. Se venía viendo que algo iba mal, no se pagaba bien a los proveedores, cuando había historias…, que también nosotros teníamos que asumir un trabajo triple, lavar la imagen de la empresa, sabiendo que algo va mal, no porque la empresa te informe, sino porque llamas a una cadena de hoteles, donde has hecho una reserva que no te confirman, y te dicen: “No, no te vendemos. No queremos que nos vendas”. Claro, los hoteles hablan, con otras agencias, y otras agencias le dicen a los clientes, que tengan cuidado con Marsans y tú, pues, te ves en la obligación de no perder la venta. Hacíamos el trabajo triple, para salvar lo que ya se sabía en el mercado, y nosotros lo sabíamos pero no queríamos ser conscientes, nos comunicaban a diario desde la central que no pasaba nada y que había que dar tranquilidad a los clientes: Así que a visitar, “No pasa nada, si no, no estaría aquí, que son varios años ya ¿te voy a engañar hombre?”. Compra, compra.

Los trabajadores debían trabajar más, invertir más horas incluso de las que ya realizaban en su trabajo cotidiano.

Cierre de Marsans, los trabajadores aún no han cobrado lo que les debe.

Los trabajadores no han demandado a la empresa conjuntamente, debido en opinión de Luis a las malas relaciones y a la competitividad vivida en la empresa entre oficinas, ha sido uno de los sindicatos mayoritarios, UGT, el que ha asumido el conflicto y a negociado en nombre de los trabajadores rebajando la indemnización que por derecho les correspondería; no obstante, dadas las circunstancias, los trabajadores la van a aceptar; son menos días de indemnización por año trabajado.

–          L. Entonces, a nosotros nos queda aceptar la negociación que nos ofrecieran, y nos han ofrecido, una cosa, que no es la que nos merecemos.

Existían privilegios en la empresa, las oficinas de Marsans A y Marsans B.

–          A. Mira, te voy a contar una cosa que creo que viene también al caso. Los compañeros decían que existían dos Marsans. Le llamaban el Marsans A y el B la propia gente. El A, eran la gente bien conectada, y el B, todos los demás. El Marsans A tenía ventajas: no los movían salvo caso extremo de oficina, se les permitía turnarse para librar los viernes tarde etc., en fin, pequeños privilegios que las personas del B no tenían. Yo pertenecía al B, pero tenía muy buena relación con el A. Bueno, hasta que mi jefe se la cargó intentando engañar a una directora de las bien conectadas, para lo que me utilizó y luego cuando vio que no pudo con ella, me pidió que no lo delatara, quedando yo como “el malo” que quisto tangarla. No sé cómo confié tanto en él. En fin, que la gente del A, también tenían según dicen los del B privilegios en sueldos, porque un mismo director, que hace las mismas funciones, y tiene una oficina, con la misma gente a su cargo, que llevaba 10 o 12 años trabajando, pues uno gana 300 euros más que el otro, ¿Por qué? ¿La formación? No, precisamente. Serán las ventas, digo yo, pero para eso están los incentivos ¿no?  También había quien estando en el A no daba un palo al agua, con un absentismo laboral por las nubes y no pasaba nada. Desde el Marsans B se veía con asombro porque escaquearse, hubiera sido imposible.

Existían diferencias en las condiciones de trabajo, y en las relaciones unas eran de amistad, y otras de compañeros de trabajo. A veces se salía por las noches, algunas personas lo hacían, pero otras personas querían tener su propia vida.

En la empresa había muchas personas separadas

–          L. La mayoría de los directores de oficina, algunos dicen que no es ese el motivo, puede ser casualidad, también, pero de los directores, hay muy pocas personas casadas, no divorciada, y solteros, la otra mitad. Es que el trabajo no te permite tener unas condiciones cómodas para tu vida personal. Y además eran conscientes de eso, incluso, algún listo ha llegado entrecomillas a exigirlo.

–          ¿En la empresa? Eso no es legal.

–          L. Ya, lo que pasa…., conozco el caso de una persona que estaba apunto de casarse, al final no se casó, era vendedora, simplemente. Lo pasó muy mal, porque no se llegó a casar. Y el director de la oficina le dijo: “Pues menos mal, porque sabrás, que casada, no podrías, no ibas a poder seguir teniendo esta relación de trabajo que tienes”. Por tanto, pienso que son conscientes de que tener una relación de pareja es incompatible con este trabajo. Y es que alguno pensaba que el trabajo implica más cosas, para ser buen trabajador comprometido debes asistir, a, muchas pequeñas “fiestas”, promociones en hoteles, en pre-temporada casi todas las semanas, un martes, un jueves, un fin de semana. Los agentes de viajes son invitadas, pero a veces te presionan un poco para que vayas, “Alguien de la oficina tiene que ir, sí o sí”. Al principio, te diviertes y como que le coges el rollito no te importa ir, y haces de eso tu vida, porque en tu tiempo libre, vas a una presentación, te invitan a comer, te invitan a cenar, y sortean un viaje, van todos, se relacionan entre ellos, pero, salen de la reunión a las 2 de la mañana un martes, y llega un momento en que ya forma parte de tu vida, y ¿si no vas? ¿Qué haces? Alguno se aburre, ya no sabe hacer otras cosas, total, para estar solo, va y pasa su tiempo en un ambiente, digamos festivo, allí, parece que estás por ejemplo en Disney por un rato.

Pero es tiempo del personal, allí.

–          L. Lo que te están diciendo allí es que tienes que vender eso, cuando llegues mañana a tu puesto de trabajo”. U hoteles tal, o la cadena tal o el destino tal. Hay mucho de eso, constantemente.

Y el personal iba, algunas no son obligatorias, dependía del compromiso de Marsans, a cambio de costes menores, pero a veces sí era obligatorio.

–          L. El hecho es que entras en un círculo que te cuesta romper, y aparte que te llama, el mismo círculo te llama, te diviertes, pero no te das cuenta que, sigues trabajando, te estás formando, a las 10 de la noche. En vez de estar en tus cosas.

Se implican emocionalmente en algo para después poder venderlo mejor.

–          L. Esa práctica, parece que no, pero, engancha, te ponen dos copitas…De cubatas un martes, mañana tengo que trabajar, al principio me costaba, luego te acostumbras… Un trabajador que hace eso constantemente durante 10 años, pues al final la pareja, o hace lo mismo, o, yo creo que tiene, que si tienen que ver las separaciones y este tipo de hábitos.

Los trabajadores asumían con su dinero los errores derivados de su trabajo

–          L. ¿Un día cotidiano?. O tienes visitas programadas o entras en la oficina, y tienes que leer, todas las directrices nuevas que hay hoy: “Hoy no se vende esto, prohibido vender tal, hay que vender no se qué”.  “Últimamente me daba cosa salir a la calle sin leer el correo fuese a vender algo prohibido el día antes”. Y, una práctica que me parece un abuso, es que, si alguien se equivoca, lo paga. Y en 900 euros de sueldo, simplemente que te quiten 100 es una “putada”.

–          ¿Qué tipo de errores?

–          L. Pues que no canceles algo a tiempo. Hay veces que el cliente viene, y te paga, o te paga el depósito, y a lo mejor, si cancela un viaje, puede tener gastos de cancelación, imagina que el cliente no haya pagado todavía suficiente, porque se te ha pasado llamarlo, como tienes tantas cosas que hacer, es que, hay veces que no lo puedes apuntar todo. Tampoco hay un sistema que te diga: “Este cliente te debe tal y tiene que pagarlo”. Tú lo tienes en tu agenda: “Pues le tengo que pedir a este, tanto”. Y, si los gastos que se han ocasionado son más de lo que el cliente ha pagado, eso lo paga el que lo ha hecho.

–          ¿No me digas?

–          L. Como lo oyes, como lo oyes. ¿Te sorprende? A mi me parecía ya normal, además, es una práctica perfecta, la empresa siempre gana. Hay que pagarlo o perdéis los incentivos (todos los de la oficina). Así para no perder los incentivos, dinero “ganado” lo pagábamos con dinero propio; nosotros en nuestra oficina éramos solidarios, si era mucho para el que lo había hecho, lo pagábamos entre todos. Y se pone en el sistema, que lo ha ingresado el cliente. Para no perder los incentivos.

Es una mala práctica pero se hace, entonces, en el sistema no consta que lo hayan pagado los trabajadores. Es un riesgo que puede pasar por desempeñar ese trabajo.

–          L. Sobre todo cuando tienes tantas cosas que hacer. Pagar los errores que cometas, con dinero propio, me parece abusar, la verdad.

La empresa obligaba a que los trabajadores asumieran los errores que lógicamente se derivan de su trabajo. De hecho, si algún cliente pagaba algo más, guardaban ese dinero fuera de la caja, en un sobre, para asumir estos errores, o para pagarse el almuerzo si una semana se habían quedado trabajando más días, por ejemplo, 3 y les daba vergüenza pedirle 6 o 7 euros por menú a la empresa, debido a que esas horas no se las pagaban. Quienes trabajaban en una oficina se solidarizaban con quien cometiese el error, pudiendo pagar conjuntamente, si el error era de 50 euros era menos grave que si era de 500, en este caso, el trabajador lo pagaba a plazos. Pero en el sistema aparecía como que lo había pagado el cliente, así no le restaban los incentivos a la oficina y no se contabilizaba en el sistema, no había prueba de esa práctica por parte de la empresa, que así nunca perdía.

Entrevista realizada por: Carmen Botía Morillas. Sevilla, Febrero de 2011.

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